Supongo
que usted, atento lector, habrá ojeado más de un artículo sobre los problemas
de adicción a las redes sociales y al uso compulsivo de Internet. O sobre cómo
más de uno –que siempre es el otro– nos ponemos furiosos al ver que nuestro
número de seguidores no aumenta… o el de followers disminuye. Solemos ponerle
cara a ese “otro”; y, normalmente, es la de un adolescente inseguro –o la de un
maduro pacato– la que carga con el pato. El pensar que nosotros hacemos un uso
razonable y sostenido de Internet nos hace sentir seguros. Seguridad tan falsa
como la imagen de nuestra sociedad que reflejan las redes sociales.
Y esta
falsedad es beneficiosa, pues será nuestra última línea de defensa, nuestro
Verdún frente a los invasores verdes!
Imaginen
que un marciano llega a España, en plan explorador de lo desconocido, con la
misión de redactar para su raza un informe diario que prepare su invasión. Supongan
que para infiltrarse en nuestra cultura utiliza una red social, pongamos que
Facebook. Le bastará usar como foto de perfil la imagen de una pelirroja
peligrosa –o la de un lindo gatito– para tener un número considerable de
ciberamigos. Y mediante ellos obtener la información que le permita a su ralea
la total dominación de este planeta.
Tras
leer los muros, comentarios y megustas
de los hispano terrícolas, llegará a la conclusión de que en este país somos unos
pacifistas contrarios a todo tipo de violencia–ya sea contra toros de La Vega o
tontos de capirote– por lo que no ofreceremos resistencia a su invasión.
Además,
la nuestra es una cultura que rinde culto al intelecto –ya que en nuestras ciberopiniones
siempre lamentamos el cierre de periódicos y alabamos los documentales de la
dos–; por lo que nuestras mentes no embrutecidas serán un sabroso aperitivo
para ellos –sí, amigo lector, esta amenaza extraterrestre, además de verde es
¡devoracerebros!–.
Y,
por si fuera poco, el nuestro es un país en el que (casi)nadie admite haber
votado al gobierno; de lo que nuestro marciano deducirá que el resultado
electoral fue consecuencia de un tongo igualable al de la elección de ganador en
“Campamento de verano” –sí, nuestro alienígena es espectador babeante de
programas de corazón y tripas, (por eso de ir haciendo boca), de lo que deduzco
que debemos de estar infestados de invasores dado el alto porcentaje de
televidentes que tienen estos programas–. El marciano llegará a la conclusión
de que a su horda le bastará presentar su invasión como revolución para que
todo indignado se ponga de su lado.
“La
cosa está hecha”, pensará el verde felón, sin saber que se va a llevar la del
melón.
Que
vengan a invadirnos, que vengan… que ya verán cómo nos las gastamos los humanos
cuando nos alejamos de las maquinitas y nos acercamos a los seres vivos.
Somos una
sociedad que agrede al diferente, que considera tonto al que no se aprovecha
del débil y que defiende que la letra con sangre entra. Si hace un millón de
años ya acabamos con los dinosaurios –que también eran verdes y más grandes–
¡que se preparen esos delgaduchos!
¡Qué
gran razón hay en eso de “La verdad está ahí fuera”! Sí, fuera de ese decorado
que es Internet, el cual hemos preparado para engañar a los invasores
extraterrestres –no en vano en su origen Internet fue una red militar y ahora
sigue siendo una herramienta ofensiva (ya ven la cantidad de insultos,
calumnias y irrespetuosidades que circulan por ella) donde nos ponemos verdes
por eso de ir practicando la caza del marciano–. De hecho, mandamos en el año
1977 la sonda Voyager para atraerlos a nuestro planeta. Aquí los aniquilaremos y
luego vestiremos sus pieles como uniformes de camuflaje para ir a Marte a exterminar su
linaje.
Y
pensar que estuve todos estos años sin haber conocido este manual de
supervivencia que es la teleserie Expediente-X. Lo mío, más que de enloquecido
es por un sinsentido.
© Guillermo Zorro
Moldeador
Ufólogo necesitado de urólogo
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