Como mis lágrimas en
tu lluvia 02
Pese a lo enviciado de mi presbicia,
he releído un artículo sobre las razones del Suicidio en España: Los hombres se suicidan, las mujeres lo intentan
Me llamó —y mucho— la atención el
hecho de que un suicida no lo es tanto si se inmola en una gran ciudad. Es este
caso, según asegura la psiquiatra Carmen
Tejedor, la acción adquiriría otras connotaciones sociales; y el adiós
definitivo podría incluso ser certificado por un forense como un accidente
fortuito.
Y es que acaso nuestro verdadero suicidio
social sea la presencia en la Función Pública de tanto turista accidental;
fortuitamente atraído por sueldos y horarios, pero carente de disposición a
prestar un servicio público.
Lo triste es que, sin necesidad de
entrar en detalles porcentuales, los datos del Instituto Nacional de Estadística reflejan que durante el año 2010 continuaron
registrándose menos suicidios en la comunidad de Madrid que en regiones con
menor población como Galicia o Canarias.
Probablemente, a la Muerte —al igual
que a los corruptos y los exabruptos— no le gusta la plebeyez de habitar en un
cubículo urbano y prefiere pasarse largas temporadas en sus casas de campo.
Lo turbador es que hay ciertos
adioses, largos o cortos, que están orquestados para pasar desapercibidos
mientras se formulan; y programados para pervivir en el recuerdo como duda de
si no fue el abandonado quien provocó su abandono.
Me desconciertan nuestras despedidas, que me enredan en sábanas que ya calienta otro cuerpo; y tus silencios telefónicos que me dejan colgado del auricular, como un cuadro a la pared de un edificio a medio demoler.
Me desconciertan nuestras despedidas, que me enredan en sábanas que ya calienta otro cuerpo; y tus silencios telefónicos que me dejan colgado del auricular, como un cuadro a la pared de un edificio a medio demoler.
Te estás yendo sin un adiós.
que injusto que la acción dependa del lugar del mundo en donde la hagas....
ResponderEliminarque molesto los teléfonos cuando uno se quiere comunicar en serio... abrazo...
Buenos días, JLO:
EliminarPues sí, es triste que un acto (y más uno tan significativo como un acto de suicidio) tenga el valor que se le da a su interpretación, no el intrínseco.
En esta sociedad de prejuicios no sopesamos los hechos, sino sus atenuantes o agravantes. Incluso la muerte pierde valor cuando quien se muere es un ser marginado, de ahí la importancia de las campañas que buscan dar visibilidad a las personas,
Para mí, este blog tiene un papel reivindicativo de mi individualidad; es una especie de intento tozudo de no ser otro tipo gris. Por eso te agradezco tu interés en mis cosas, pues sin ser gran cosa son muy importantes para mí. Gracias, JLO.
Respecto al efecto devastador de la espera por una llamada, siempre me acuerdo de la pieza de Jean Cocteau “La voz humana”. Es muy fácil llevar a la desesperación a alguien cuya debilidad es un amor no compartido.
Un fuerte abrazo, JLO.
Las imágenes que embellecen este texto pertenecen a “Save the Tiger” (Salvad al tigre), imprescindible película de 1973, dirigida por John G. Avildsen.
ResponderEliminarJack Lemmon reconoció su condición de alcohólico durante el rodaje de esta producción.
UUFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF!!!!!
ResponderEliminarMe leí todo el artículo (vaya que era largo...), copié algún párrafo que me "llenó el ojo" y vine para leerte y comentarte.
Pero... joder!!!!! Nino!!!! esas últimas cuatro líneas... es que duelen...
Te diré algo personal... no sé si te siente bien... o al menos, no-mal: yo tuve una ruptura terrible (la peor que me tocó pasar) donde tras varios varios años de relación, la persona (que además aún forma parte de mi blog, porque ahí quedaron sus posts y los míos para él) simplemente desapareció, sin más. Pasaron MESES antes que yo supiera (y por propia búsqueda, porque te juro que rebusqué hasta en los obituarios...) qué había sido de él (vivito y coleando, como podrás imaginar). Hasta ahí es donde importa para lo que deseo comentarte. La última persona que pasó por mi vida, y que, irónicamente fue quien me ayudó a superar lo anterior, se fue con despedida y todo (http://subiendohaciaelinfierno.blogspot.com/2014/10/diecisiete.html).
Tuve un no-adiós y un adiós. Y cuando sobreviene el recuerdo, la ausencia, la necesidad, el dolor y las lágrimas, no he sentido diferencia alguna entre quien se fue como el viento y quien tuvo "la decencia" de despedirse.
Quizá hablo demás. Quizá son meros balbuceos porque me sentí tocada al leerte, la sensación de que algo dolía...
Perdona.
Buenas tardes, Nicky:
EliminarNo buscaba preocuparte con esta entrada, bueno ni a ti ni a nadie. Te pido disculpas si la torpeza con la que está escrita esta entrada te ha llevado a pensar que tengo algún ánimo suicida. No es así. Con sus problemillas, que yo siento como problemones, me gusta mi vida.
Tras leer tu comentario me he releído; y entiendo el que te dominara ese sentimiento que te llevó al balbuceo. Lamento sinceramente haberte preocupado y haber reavivado esos recuerdos de pérdidas y ausencias.
Te agradezco sinceramente tu interés por mi bienestar y el que compartas esas vivencias que no han sido un “hablar de más”, sino el compartir tu valía humana.
Llevo vividas casi tantas rupturas afectivas como años. Pese a ello, ni la edad ni la experiencia blindan a mi corazón frente al desamor. Tolero mal la desafección. Creo que tengo la suerte de tener un ánimo apasionado, a mis 49 años soy capaz de enamorarme con pasión adolescente. Por ello, no falta quien me tacha de inmaduro por no ponerle freno a los caprichos de mi corazón.
Obviamente, también siento de manera desaforada el desamor. Y en ese aspecto no soy de los que hacen suyo el “que nadie sepa mi sufrir”. Tolero mal el dolor y la queja lo alivia.
Vuelvo a disculparme por el efecto que ha tenido este texto en tu ánimo, Nicky.
Un fuerte abrazo.
NOOOOOOOO!!
EliminarYo no he pensado que fueras a hacer nada de ello!!! Jejeeje qué mal me expreso fuera de mi ambiente xD!!!!!!
Y sabes? Exactamente como te describes soy yo, por eso que encuentre tanto de donde inspirarme, soy toda sentir, por mal o bien (ahora vamos por el "mal" jaja) y no puedo rebatir ni una sola de tus palabras pues parece que me hubieras descrito...
No tienes nada de que disculparte (ya estaba mal cuando llegué jajajaja!) y nada.... si te digo: te entiendo, no sirve de nada, pero te entiendo. Y sé cuánto el expresar, ayuda.
Un abrazo y... this shall pass too ;)
Hola, Nicky:
Eliminar¡Siiiiií! mejor así, que no me gusta dar penas sino recibir alegrías. Y no sabes cuánto me alegra mi malentendido; ya que escribo para comunicar y no para preocupar.
¿Así que por lo escrito nos parecemos en lo descrito? ¡Bien, eso me alegra! Supongo que lo fácil es temerse raro por no encajar en encasillamientos, cuando uno es simplemente diferente en el ejercicio de su personalidad. En esta sociedad de lo global en la que la “individualidad” es un mero reclamo consumista, siempre es reconfortante encontrarte con otras voces con las que entonar un “Canto a ti mismo” cuya tonalidad varía en cada garganta; pero mantiene una intensidad en cada uno al proclamar que puesto a ser fiel, sólo lo soy a mí mismo.
La igualdad entre dispares es el único “nosotros” válido.
Yes, I do agree. And we shall overcome; or, at least, we shall never stop trying.
Gracias por venir y enloquecer, Nicky.
http://4.bp.blogspot.com/-6XjwBAMes5s/UdU_KxaLKRI/AAAAAAAAADE/GNC1Btw-WVE/s528/You-never-fail-until-you-stop-trying_-Albert-Einstein.jpg
Eliminar:)
Absolutely right. we´ve goy yo keep on pushing until we get closer to what we desire.
EliminarThanks, Nicky.
Interesante tu entrada, más bien reivindicativa, y es que nuestra sociedad la estamos suicidando cada día ¿o nos la están suicidando?
ResponderEliminarMe gustó tu entrada.
Saludos.
Buenas tardes, María.
EliminarGracias por tu lectura y comentario. Y regracias por tus palabras de aprecio. Entre otras cosas, escribo para gustar; si quisiera asustar me bastaría con colgar autorretratos sin aplicarles Photoshop.
Normalmente mis entradas tienen un propósito autoreivindicativo, ya que al compartirlas descubro que no estoy tan solo como temo ni tan loco como dicen. Revindico que la vida se disfrute desde la libertad y se ejerza desde el respeto.
Pocas cosas me ofenden tanto como la falsa modestia, pues con su abuso se logra que quien se pone en su sitio parezca que se está poniendo por encima de otros. Si le quitas valor a lo que sientes y opinas, le quitas valor a lo que vives y a con quienes convives.
Somos sociedad, así que en respuesta a tu silogismo en forma de pregunta, nos estamos suicidando, es algo lento pero constante. En esta sociedad que a falta de ideologías tiene modismos, no es una moda sino una norma al ignorar el sufrimiento del diferente, del débil y el necesitado.
Bueno, lo escrito: gracias por tu visita, María.
Olé, has creado polémica...
ResponderEliminarClaro que en Madrid hay menos suicidios, si dice esa señora tan sabia que pueden ser accidentes fortuitos, pues deben estar contabilizados ahí.
No creo en el suicidio colectivo porque nos hemos vueltos todos muy cerrados, hasta el punto de que esperamos que sea siempre el vecino o el de al lado el que de la cara. Ya no existen manifestaciones como las de China o las de Atenas, las decepciones han sido demasiado grandes. cada uno mira el fútbol desde su sillón y se suicida si así lo cree oportuno y no fortuito.
Social o medida política, que ya viene a ser lo mismo, solamente hay asesinato, ya que uno puede asesinarse si las medidas le obligan... muy buena la última trilogía, la de novela negra de Petros Márkaris, al respecto.
Todavía sigo comentando desde el día 1... :)))
Me explotas, amigo, jajajajaa. Beso.
Buenos días, Verónica:
EliminarA falta del estímulo de las ideas propias, que las tengo muy conocidas, me encanta leer las vuestras. Así que, más que crearla, me recreo en la polémica.
Vivimos en una época de expertos en nada. Hoy a medio día veremos a los avezados augures interpretar los resultados de la encuesta del CIS con el mismo tino con el que contribuyen al desatino diario de la desinformación. Todo por un puñado de dólares, como bien pistoleó Clint Eastwood. Y si por el camino, estos pistoleros de la voz de su amo acumulan un montón de dolores en los crédulos que los creen, no importa, la fama televisiva tiene un precio, lo mismo que la muerte fílmica.
La verdad que muestran las estadísticas es tan enigmática como la sonrisa de una esfinge. De ahí que cada uno la interprete a la medida de sus intereses o capacidades. Me parece desolador que los actos se malinterpreten dependiendo del contexto en que se enmarquen, pensé que era el único que confundía un roce con una caricia y un “adiós” con un “hasta luego”. Pero no, hay muertes que se certifican como accidentes, cuando lo más probable es que el accidente sea el vivir.
No veo reivindicaciones sociales en las “acciones populares” televisadas. Más bien una muestra de desesperación, unida a las ambiciones de unos farturientos que se aprovechan de la angustia que ha creado la injusticia social.
En cuanto pueda, me pongo a leer la trilogía de Márkaris. Gracias por el consejo.
Un cálido abrazo en esta jornada intempestiva, de truenos y rayos aquí al menos, Verónica.
Aaaahhh, me encanta el diseño de la cabecera, es genial y muy "al caso"...
ResponderEliminarΤα λέμε, φίλε. Όλα καλά;
Έλα, πάμε καφεδάκι, κερνάω εγώ.
Φιλιά πολλά.
¡Marramamiáu, Verónica!
EliminarPara el caso que me hacen las muy mininas. Mira que les digo que aunque viejo, y algo pellejo, más vale lo malo conocido y ellas, las muy gatunas, se ponen a ronronearle al primero que les promete joyas y fortunas.
¡Ahhh, las gatitas... dejan mi corazón lleno de tiritas!
Εταιρεία σας κρατά χαρούμενος σαν μια γάτα στον ήλιο, Veronica.
Σας ευχαριστώ, φίλε.
irse sin un adios
ResponderEliminarporque duele irse
y el silencio
siempre es lo mejor
un abrazo para Vos
escritor
Muy buenas, Recomenzar:
EliminarSí, imagino que irse sin hacer ruido es una forma educada y respetuosa de irse. No en vano, hay momentos en que sobran las palabras y priman los hechos. Va con cada uno.
Mi problema es que soy torpe interpretando silencios, pues los traduzco al lenguaje de mi interés. Más allá de mi cada vez menos contenido deleite con el ruido y la furia, antes criticado que ignorado.
A mí el silencio me suena a resto, no a (des)amor. Si me tengo que ir, lo digo; y si he buscado que me echen, escucho sus razones. Pero si me dejan por un mal bicho, al menos me doy el capricho de burlarme de su renacido mal gusto y su perenne mal aliento.
Halagado, así me siento tras leerte. Reconozco sin pudor que me engalana leer tu adjetivo de “escritor”.
Un abrazo, de los fuertes, Recomenzar.
Puestos a elegir, me quedo hasta el final de la película, por aquello de la curiosidad; y sobre todo, porque algunos finales son "de cine" y al menos, que "siempre nos quede París"...
ResponderEliminarMe encanta leerte, hasta los créditos... porque la polémica que generas es para disfrutar aún más. Los comentarios de tus buenos lectores es otro aliciente añadido, es bastante enriquecedor, ¡ya lo creo!
Con el suicidio ocurre lo que con el cine. Siempre somos meros observadores subjetivos. Ojalá nos ganara la objetividad, ante las cosas, pero no, somos material de un mismo mortero: banalidad y arrogancia. Pero a los mortales vivientes, nos gusta hacernos los importantes y opinar de todo y por todo, y decidir por otros; y estigmatizar, y prejuzgar, y dogmatizar, y, no cambiar... Pero como la opinión es libre (depende de dónde y cuando, claro), pues, eso, que hoy día, ya hay tesis hasta de las veces que bosteza mi gato en días de lluvia. Son las garantías de esta sociedad tan poco garante con todo lo que de verdad importa. Pero en fin, si lo pensamos detenidamente, con suicidio o sin él, nunca somos dueños de nuestros finales...
Me ponen de mal humor las estadísticas, y sobre todo, quienes interpretan las estadísticas dándoles una veracidad de "ley" y de verdad indiscutible. Haciendo que cosas importantes y tristes de la vida, parezcan meros hechos sin valores. Muy feo. Y además, vistiéndolos de "tendencia"; otra palabra que se lleva mucho, y que no me gusta nada; porque me parece que ésa es, la pendiente por la que la sociedad nos tira a todos. En eso estoy contigo, y al que se rebele y quiera subir por matorrales, lo expulsan del paraíso. Un paraíso por cierto, donde todos somos extraños (como en aquella de Jim Jarmusch de 1984).
Y por cierto, no creo que seas torpe interpretando silencios... Más bien demuestras que pillas muy bien las notas que no se pronuncian, probablemente tengas un talento oculto (de esos que sin desvelarse se revelan). Y en eso te aplaudo, porque parece que no te engañas a ti mismo. Yo creo que "es una verdad universalmente conocida que"..., un hombre en posesión de un gran talento, busque con quien compartir... je je... Que al final, de eso se trata todo esto de la vida: Compartir. Uno de mis verbos preferidos.
He disfrutado leyéndote y leyendo los comentarios y tus respuestas, que valen tanto como tu argumento. Agradezco esto y que lo compartas...
Un abrazo desde esta orilla.
Buenos días, Clarisa:
EliminarMuchas gracias por guiarte por tu curiosidad y disfrutar hasta con los títulos de crédito de mis entradas. Admiro tu forma de escribir, me deja sin palabras hasta el punto de que mis comentarios, habitualmente invasivos, se ven limitados a un par de líneas. Si el gustar siempre deja un regusto dulce, el gustar a quien te gusta tiene un efecto reconfortante.
Tengo contados lectores, aunque disfruto de ingeniosos comentadores que me hacéis creer mejor de lo que soy y menos solo de lo que estoy. Si el primer paso para la mejoría es creer en las posibilidades de mejora, gracias a vosotros estoy en situación de franca mejoría.
Surgidos de la realidad de éter de Internet, me acompañáis, motiváis e incitáis una serie de voces. No voy a repetirme en mis vicisitudes para piratear la señal wifi que me permita acceder a La Red, pero el confiar en comunicar con vosotros agiliza mi ilusión y mi musculatura. Por ejemplo, me he bajado hasta una hamburguesería cercana, he comprobado desde el móvil que tenía tu carta. He vuelto a casa y te estoy escribiendo, ya veré cómo pillo prestada una red para contestarte. Mi penuria económica no me permite comprar cosas como una conexión a Internet, pero vuestro cariño azuza mi inspiración.
Quien me lea, pensará que soy un hombre sin vínculos afectivos. Ya que entre los lectores/comentadores del blog no figura nadie con quien pueda compartir un café. No oculto que mi subjetividad me lleva a un egocentrismo que tiene su culmen en la arrogancia. Mi madre lo suavizaba diciendo que me faltaba “mano izquierda”. En el terreno de los sentimientos me cuesta entender comportamientos ajenos y, muchas veces, ni lo intento. Al escribir me vuelvo más humano, menos endiosado, lo que posibilita el que personas que probablemente no me toleraríais en el trato directo, sí que me aceptéis en la realidad compartida de Internet. Cuando escribo soy Nino Ortea, no Nino. Esta diferencia, que me parece tan sencilla de entender, me ha llevado a un distanciamiento con mi entorno afectivo. Ésa es una laaaaarga historia que, para abreviar mi respuesta, creo que reflexionaré sobre ella en otro momento retomando este punto, Gracias por la inspiración, Clarisa.
Respecto al tema del suicidio, sólo puedo decir que no me parece una solución cobarde, lo cobarde muchas veces es dejarse vivir. Desaprovechar la vida, limitarte a vivir vidas ajenas o centrarte en fastidiar al prójimo, eso sí que lo encuentro deplorable.
Respecto al auge de la Estadística, incluida como materia en la casi totalidad de grados universitarios, creo que es la mera plasmación de que nos quieren convertir en números. Convertirnos en logaritmos que posibilitan tendencias que marcan pautas de comportamiento o consumo. Sería fácil entregarse al victimismo y pensar que nada podemos hacer frente a estos manejos de “Los poderes que son”. Podemos hacer poco como sociedad, pero muchos como individuos. Preservar, defender y luchar por nuestra individualidad depende de nosotros. Si escuchamos a las tendencias, el Arte debe ser gratuito y los creadores unos paniaguados; si escuchamos a las tendencias, esa aberración del Rencor que de agrupa bajo las siglas de Podemos, convertirá nuestros días quebradizos en noches de cristales quebrados. Yo, y quien te escribe es Nino, no quiero eso. Nunca he querido ser tendencia. Reconozco que me gusta ser capricho en el corazón de mi encaprichada.
Me lees con buen corazón, no soy así: me engaño. Si no me autoengañara, no existiría Nino Ortea. Si no me engañara, no sentiría esperanza.
No dejo de ser un iluso al que ilusiona ser un ilusionista de sueños sobre el teatro de la Realidad.
Como siempre, un placer conversar contigo, Clarisa.
Un fuerte abrazo desde otra orilla del mismo río.
Disculpa lo desordenado y desenfocado de mi carta, Clarisa.
Eliminar