Una
de mis debilidades recreativas es la impronta de David Lynch. Recuerdo lo mucho que me desconcertó la fascinación
que ejerció en mí su película “Terciopelo Azul” (1986). Ya con anterioridad había visto dos de sus films –“El hombre elefante” (1980) y “Dune” (1984)–; la primera me había parecido robusta, y la segunda me
resultó curiosa; pero ninguna de ellas sugestionó mi ánimo espectador más allá
de la pantalla. Con “Terciopelo Azul” me sentí culpable al comprobar cómo había cautivado mi ensueño un
relato sobre degradación y abuso.
En
mis años universitarios me pasaba las horas viendo películas o charlando sobre ellas.
Creo que “Terciopelo Azul” fue
la única película que silencié durante esa época lenguaraz. Y la silencié pese
a ser una de las producciones más habladas del año, dada su alta valoración
crítica y a su relativo éxito comercial. Aunque, ese éxito fue en gran medida
ajeno a la calidad del film, ya que la
película fue burdamente comerciada sobre el encanto carnal de Isabella Rosellini, ignorando su
elaborada interpretación, lo que hizo que muchas personas acudieran a verla con
la idea de encontrarse con una versión “rarilla” de la película Nueve
semana
y
media
(1986, Adrian Lyne)–. Por desgracia, mientras que David Lynch alcanzó con esta película una reputación
cinematográfica que se ha mantenido impoluta pese a su desinterés por cuidarla,
Isabella Rossellini fue reducida a
la condición de meretriz con ínfulas de actriz.
No
me atrevía a recomendar “Terciopelo Azul”, ya que me inquietaba dar voz mi fascinación ante una historia
tan turbia –si no hablas de algo, quizá ese algo deje de existir–; por lo que
me limitaba a contestar con evasivas cuando se me preguntaba por el film
interpretado por Rossellini. No fue
hasta unos años después, en algún momento entre enero y febrero de 1991, que
volví a ver “Terciopelo Azul”. Y
lo hice en compañía de mi enloquecedora compañera en la loca aventura del
matrimonio; quien había empezado a caminar a mi lado por el fuego nupcial justo
un mes después de que la teleserie “Twin Peaks” –creada por Mark Frost
y David Lynch– se hubiera estrenado
en España.
A
aquella primera temporada la siguió una segunda, menos atractiva y más
sugerente. Y luego nada… O, mejor pensado: y luego nadé por veinticinco años de
risas y llantos, de sorpresas y sustos. Años oscuros recordados con luz gracias
a mis esporádicas muestras de debilidad ante lo ajeno.
Va
a hacer siete semanas que se ha estrenado la tercera etapa de “Twin
Peaks”. Donde, de nuevo, el sólido trabajo de
Mark Frost en el guión de cada
episodio le permite a David Lynch
recrear secuencias que nacen en su cabeza borradora de toda vulgaridad. Secuencias
donde lo mismo fluctúa del enrojecido “no estar” al humeante “no ser”, que captura
de la esencia de la BELLEZA, encarnada en la primorosa expresividad de Amanda Seyfried. Aquí os dejo el enlace
videográfico con el minuto de belleza inmortal que asparece casi al final del
quinto episodio de esta temporada en emisión.
Tras
compartir a “vuelablog” esta “enninación”, vuelvo a la relectura absorbente
de la novela “The Eye of the Beholder”, escrita por Marc Boehm. En algún momento de lo que queda del día reveré “Terciopelo Azul”, y mañana retornaré a “Twin
Peaks”.
Gracias
por tu compañía, Atentolector, I love how you love me.
Me Hamaco en tus pensamientos
ResponderEliminarMe traen una maravillosa modorra de un verano caliente ...
Afuera el lago tiene vapor...El mar me espera es más frío y cuando salís el viento enfría el cerebro. Fascinada por tu texto lo vuelvo a leer.
Me lleva a momentos que se dispersan en nubes de vientos
Hola, Mucha:
EliminarCon la llegada del lunes tus ensoñaciones dominicales emanan aún más calor. Ayer, hoy y siempre, tus palabras aportan luz y confort.
Esta hamaca es tuya, lo mismo que mi aprecio.
Un abrazo, Mucha.
Gracias, Nino, por este reportaje tan magnífico sobre la "oculta belleza" y las excelencias de Isabella Rosellini. Muy de acuerdo con tus notas sobre Lynch.
ResponderEliminarHuir de lo vulgar no es fácil, y menos, cuando va disfrazado del "mercadeo" intelectual, que a veces sólo es cuestión de intereses comerciales y decadencia. Te entiendo y me uno a tu diluir en paralelos, guiado por tu propia praxis.
El recordatorio (unísono al tuyo) sobre esos veinticinco atrás, también me traen aromas de orillas donde el aire era puro, aún respirable, sin prejuicios de mis pies desnudos...
Siempre agradezco leerte y releerte.
Gracias por tus "renuevos" literarios.
Aquí, se te estima.
Un abrazo, Nino.
Gracias a ti, Clarisa
EliminarEs siempre un estímulo creativo el leerte, y un confort en lo personal el contar con tu compañía.
Soy decadente. No me refiero a lo físico, pues el escribir tal cosa sería redundante y pocas cosas encuentro más vulgares que decir lo evidente. Lo que me hace decadente es mi búsqueda de la belleza que hay en lo sencillo. Por eso te agradezco la belleza de éste y cada uno de tus comentarios. Ni tú, Clarisa, ni Lynch tenéis la culpa de que vuestra creatividad sea excelsa; de que mientras los otros miramos con orejeras, vosotros observáis con gran angular.
Contrariamente a lo que se afirma por muchos, creo que el cine de David Lynch es un intento de reflejar lo sencillo. Ahí tenemos el naturalismo de películas como “Una historia verdadera”, o las escenas costumbristas que embellecen sus obras –en el ´séptimo episodio de esta Twin Peaks, dedica varios minutos a mostrarnos a un camarero barriendo, o el rato de espera de una espera por su marido a la salida del trabajo–. Esos instantes que captura forman parte de nuestras vidas, lo mismo que forman parte de ellas los sueños y las pesadillas, las ilusiones y las decepciones. No hay nada ecléctico ni críptico en su narrar, somos muchos de nosotros los que nos equivocamos al creernos excelsos por atribuirle a su discurso pretensiones que sólo están en nuestras ínfulas de “connoisseurs”.
Te deseo lo mejor, amiga y compañera Clarisa-
Salud y suerte para ti y los que te son queridos.
Vi Dune, me pareció una gran película. Con Sting en un papel secundario. Incluso me llevó a leer unas novelas.
ResponderEliminarVi esas dos temporadas de Twin Peace. La primera me gustó. La segunda me dejó sin saber que pretendió hacer David Lynch.
Tendría que ver Terciopela azul. Más uno de quienes la subestimaron hubieran estado felices de encontrarse con ella como meretriz. Que ha dmemostrado ser una actriz talentosa.
Saludos
Bienvenido, compañero y amigo Demiurgo:
EliminarLa versión de “Dune” de Lynch me resulta interesante por lo que sugiere, más que por lo que muestra. Entiendo que una sensibilidad tan onírica como la tuya logre disfrutar de lo que para mí son escenas inconexas de un sueño creativo. Recientemente he conseguido un documental que aborda el proyecto de Alejandro Jodorowsky para adaptar la primera novela de Frank Herbert: un reparto en el que figuraba Salvador Dalí interpretando a “el Emperador”; la banda Pink Floyd componiendo la banda sonora; y H. R Giger, Moebius, Dan O´ Bannon y Chris Foss desarrollando un diseño de producción… ideas de un proyecto condenado a maldito por culpa de la maldita ceguera de los peseteros.
Si puedes, ve “Terciopelo azul”: es una película fascinante que gana con cada revisión. Y sí, Isabella Rossellini merecía mejor suerte en el mundo de la interpretación; quizá el Destino quiso ajar con desgracias una belleza que envidiaba.
Un fuerte abrazo, Demiurgo.
He intentado ver las primeras temporadas de Twin Peaks antes de ver esta tercera, pero como le pasa a El Demiurgo me he quedado descolocada con la segunda temporada. Me aconsejdas que la acabe de ver o que pase a la tercera?
ResponderEliminarBesos, Nino.
Buenas tardes, Ángela:
EliminarGracias por tu confianza al plantearme la toma de una decisión sobre algo que puede cambiar tu futuro. Como bien sabes, el Arte cambia nuestra vida para mejor. Nuestra vida mejora al hacer hueco en ella para las ilusiones ajenas, de ahí que el Arte tenga un efecto sanador en nuestra vida. De ahí también que tengamos que cuidar nuestra selección artística y acompasarla a nuestra trayectoria vital. Pues no malgastamos el tiempo, sino nuestras ilusiones, cuando nos forzamos en llevar hasta el final aquello que no es un disfrute, sino un bostezo.
Salgo del cine si la película no me gusta, apago la televisión, abandono lecturas de libros-ladrillo, evito a personas aburridas… Soy libre cuando puedo elegir, y de verme forzado, mi actuar es siempre caprichoso. No me pidas que te aconseje qué hacer, cuando esa decisión puede cambiar tu vida.
Disculpa mi no respuesta, Ángela.