Mal momento éste para concentrarme en concluir la
primera escritura de mi nueva novela primeriza. Aunque sé que peor lo están
pasando los trabajadores que están volviendo a zanjar la calle a la que asoma
mi mirador, levantada de nuevo al desvarío de un ayuntamiento servil con los
intereses de unos pocos hosteleros, y no servicial con sus administrados.
Calor y ruido acechan en todos los rincones de una
ciudad de Gijón que en verano se vuelve tan vulgar como quienes se hablan a
voces en las terrazas de unas calles públicas peatonalizadas para beneficio
hostelero, calles y plazas en las que ya no encuentro mi sitio.
Calor, ruido y hedores corporales que me impiden
refugiarme en las bibliotecas públicas para escribir: a la molestia del teclear
sobre el suelo que repican las suelas de las chanclas de unos estudiantes paseantes,
que en lugar de estar preparando unos exámenes parecen estar preparándose para
unas olimpiadas, se une la agresión pestilente de unos cuerpos que o bien
transpiran hedor acre o despiden tufo aromático. El ruido de sus pasos y
memeces, el hedor de su falta de aseo o de su exceso de perfume, mis ganas
contenidas de afearles su falta de aliño y de respeto, todas estas groserías
juntas, me revuelven, y llevan a que –durante esta época del año que acaba a
principio de julio– evite el uso como escritorio privado de bibliotecas y salas
de estudio públicas.
Así que me quedo en casa, con las ventanas cerradas,
mientras intento resistirme al incordio del ruido y al agobio del calor. Pero no
estoy cómodo, no logro abstraerme, pues no me parece que lo de estar sudado y
aturdido sea la mejor manera de presentarme ante Sidonie.
Por lo que, de nuevo, desisto de avanzar en esta novela que se me resiste. Y opto
por bajar las persianas exteriores de mi casa, para aislarme del ruido de la
calle y del calor de un sol que justo ahora cae sobre este inconsciente con el
mismo peso con el que la ley se aplica sobre un infractor involuntario.
Te entiendo, a veces el ambiente no es propicio para escribir. O la voluntad no es suficiente.
ResponderEliminarPuede plantearse el no estar presentable para recibir a la musa.
Saludos
Hola, Demiurgo:
EliminarPor suerte, todo apunta a que mañana las temperaturas bajarán 10 grados y volverán a sus valores habituales. Con suerte, podré ponerme a escribir bañado por la inspiración, no por el sudor.
Si ayer no estaba presentable para mi musa, hoy no lo estoy ni para el espejo: la pasada noche algún bichito feliz me picó con persistencia y hoy estoy granulado cual adolescente enamorado.
Un abrazo, Demiurgo.
Con tanto calor es dificil concentrarse para escribir, y es que este calor aplana un montón, espero que vengan días un poco más frescos, Niño.
ResponderEliminarEstos días te he leído pero no había opción de comentar.
Besos y feliz noche.
Buenas tardes, María:
EliminarNo a causa del calor, sino del gas, que casi quedo aplanado para siempre: pues los señores operarios reventaron la conducción central del gas ciudad y durante 3 horas hemos estado con el susto. Vale, lo reconozco, soy de susto fácil, pero la cosa no fue broma (tal y como escribe este periodista serio)
http://www.elcomercio.es/gijon/201706/21/alarma-gijon-escape-durante-20170621151542.html
Disculpa, hay entradas en las que se me olvida activar la opción de comentarios; sería fácil excusarme en el sopor, pero mi despiste viene de nacimiento.
Feliz tarde y mejor noche, María.
NIno, en encanta de tu relato como vas entre los escozores del calor veraniego, y los cuerpos exudando toxinas, que envenenan el ambiente. Y qué buen cierre, con la metáfora: " este calor de un sol que justo ahora cae sobre este inconsciente con el mismo peso con el que la ley se aplica sobre un infractor involuntario." Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarHola, Carlos:
EliminarMe gusta lo vivo, de ahí que el clima en el que mejor me desenvuelvo es en el fresco, lo caduco y mortecino se lo dejo todo a los degustadores de naturalezas muertas: esto del calor está bien en los sentimientos, pero no sobre la piel sintiente.
A los escozores de las temperaturas veraniles se han unido los picores de las punzadas insectiles, así que soy una sombra sonrojada de lo que fui.
No sé la razón, pero cuando llegan estas temperaturas tan crueles, no pienso en cuerpos tersos luciéndose al sol; sino en los cuerpos débiles y desprotegidos de las personas desheredadas o enfermas. Quizá el exceso de luz solar hace que vea nuestra sociedad sin sombras.
Gracias por tu compañía, Carlos.
El calor suele alterarnos,
ResponderEliminarla lluvia y el frío ponernos melancolicos al menos en esta tierra
que cuando llueve parece que todos andamos de mala leche
pero con estos días ... ya te digo nos han puesto como unos 60 kg encima
de olores mejor ni hablar
Un abrazo Nino
Hola, María:
EliminarSomos de regiones vecinas que tienen mucho de hermanas. Por suerte soy hijo de mi tierra y me identifico con ella: soy hombre del norte, me gustan la brisa fresca, la lluvia moderada (el único problema es el egoísmo que nos brota a muchos humanos al blandir un paraguas por las calles estrechas) y las temperaturas frigoríficas. No me imagino viviendo fuera de Gijón. Nunca quise hacerlo.
Como bien sabes, sufro de migraña, lo que hace que el verano agreda mis sentidos: la luz ciega mi vista, los olores disgustan a mi pituitaria, los chillidos acuchillan mis tímpanos, el calor seca mi garganta y deseca mi piel. El verano me hace sentir viejo, caduco y huraño.
Un abrazo refrescante, MaRía.
Hay días y días,
ResponderEliminarY en algunos nos empapamos de todo eso que pasa a nuestro alrededor y mientras escribimos hacemos del papel pero no contemplamos. A veces tenemos que detenernos para obaservar y observar (nos) y así... así nos volvemos sentimiento sobre el papel que pasan los años.
Un abraz☆ de luz a tu luz
Buenas tardes, AtHeNeA:
EliminarCon el frescor llega una calma que atenúa las molestias del ruido, esta tarde confío en avanzar en la escritura de la novela
Gracias por acercarte a reflejar la luz de tus sentimientos.
Un abrazo sentido, AtHeNeA.
Escribir desde el fresco murmullo del aire acondicionado
ResponderEliminarLas ventajas que me da vivir en la Bella Miami
Me encanta el verano cuando el resto de los ambientes está refrigerado Abrazos escritor
Hola, Mucha:
EliminarLa belleza no está en Miami, sino en tu mirada observadora. Muchos verán en Miami una sucesión de ladrillos sobre el asfalto, tú la recreas bella, tal y como la sientes.
Un abrazo, Mucha.
Te cambio un poco de ese calor por el frío intenso de nuetro invierno, aunque justo hoy estamos pasando por unos 20 grados saludables.
ResponderEliminarPero no debemos engañarnos, julio y agosto se nos van a venir con sus vientos helados.
A veces lo mejor es encerrarse, pero otras tal vez salir a caminar, y agobiarse de ese calor. Tal vez al regreso Sidonie te pase a visitar justo cuando estás trabajando.
Abrazo!
Hola, Frodo:
Eliminar22 grados húmedos tenemos en este momento en Gijón, temperatura ideal para escribir, por lo que intentaré aprovechar el tiempo antes de acudir a mi cita.
Sidonie es muy suya, no deja de sorprenderme, quizá en esos estados de agobio térmico también se acerca a ronronearme, y soy yo quien la rechazo en un espaviento con el que añoro el viento.
Un abrazo, Frodo.