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martes, 29 de noviembre de 2022

El hombre de dos cabezas V

 

Jerome Charyn’s Movieland, chapter 10: Two-Headed Man

El hombre de dos cabezas V

 

 

«The Gangster», (película) con Barry Sullivan, giraba sobre un tipo salido del arrabal, al igual que Daniel Fuchs. En «La cicatriz», Paul Henreid era un criminal con una cicatriz en la cara. «El abrazo de la muerte» mostraba a Burt Lancaster como un ladrón entre ladrones. Fuchs ganó un oscar por «Quiéreme o déjame», con Doris Day interpretando a la actriz y cantante Ruth Etting, y James Cagney como Moeel cojo”, el marido mafioso que dirigió su carrera. 


Yo había visto cada una de estas películas. «The Gangster» tiene toda la tristeza del mito. Recuerdo el traje a rallas que vestía Barry Sullivan, sus modales tranquilos, como si fuese un Philip Haynan convertido en Papravel. En « Quiéreme o déjame», el infierno se cernía sobre un chico del Bronx. Lloraba cuando Cagney sufría uno de sus ataques de locura. Estaba loco por Ruth Etting. “Ruthie,” exclamaba, “Ruthie,” y destruía el mobiliario de un club nocturno. Pero no recordaba el nombre de Daniel Fuchs. Pertenecía al ejército silencioso que posibilitaba la película. Él no era Cagney, ¡por Dios! Él tan sólo era uno de los guionistas.

Y entonces, en 1971, como si hubiese regresado de entre los muertos, Fuchs publicó su cuarto libro, tras un lapso de treinta y cinco años. Era una novela más sobre Hollywood, «West of the Rockies», sobre una actriz ya entrada en años. Fuchs no pudo regresar a casa, a Williamsburg. Pero debería haberme dado cuenta de que Hollywood era su casa. Había arrojado Williamsburg de sus sueños. Era como un inmigrante que había llegado a algún lugar al oeste de las Montañas Rocosas.


Los objetivos de su viaje se volvieron más claros cuando leí «Days in the Gardens of Hollywood», un modesto libro de memorias que escribió para The New York Times Book Review en 1971. En él, hablaba de la tarde llena de alucinaciones en la que desapareció de su pueblo. “Me voy a Hollywood, Frank,” le dijo a un policía que se encontró en una esquina. Y se fue.

Fuchs era como un conquistador. Partía hacia un país subdesarrollado llamado California del Sur, “fresco, rebosante y por descubrir, en un principio... todo en esta nueva tierra era maravillosamente único, ardiente y amable”.

Ardiente y amable, como el sol de Hollywood.

 

«Movieland: Hollywood And the Great American Dream Culture»;       


 es una obra de Jerome Charyn, publicada por la editorial Putnam ©®.

 

 

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