Es de nuevo la solidaria Mag quien inspira y coordina una convocatoria de relatos “jueveros”, en este caso la tema´tica trata del olvido involuntario, de –según las propias palabras de Mag–: “Dejar de tener en la mente sin querer”.
Mi
aporte es un texto a “vuelablog”, de 239 palabras, titulado «De lo prescindible
en el olvido».
Maná - Se Me Olvido
Otra Vez
Dedicado a mi amiga Flor: una no puede ni debe olvidar
dónde fue felíz; pero tampoco debe olvidar que tiene la capacidad para hacer feliz
a muchos donde quiera que esté. Esa capacidad, Flor, hace que donde tú vivas no
sea una casa, sino un hogar.
De lo prescindible en
el olvido
Hace tiempo que me he
convertido en una especie de personaje imaginado por Luis Cernuda, en un náufrago que busca mantenerse a flote mientras
sortea el estrecho que, al envite de un océano donde anida el Olvido, separa la
Realidad y el Deseo.
Si un océano comienza
con una primera gota de agua, el Olvido es un aprendizaje que empieza con el
primer recuerdo. He tenido que aprender a olvidar muchas cosas, entre las que
destacan mis sueños inconscientes. Me despierto tras haber dormido en la
ignorancia de mi Realidad y mi Deseo. Me despierto tranquilo, sin añorar lo
soñado y sin temer que ninguna pesadilla cobre vida. Ésa es la ventaja de
olvidar tus sueños: empiezas el día sin el desánimo de la decepción.
Sin sufrir la
decepción del despertarse, la vigilia de la Realidad se asemeja a la ensoñación
del Deseo, con la que acercas lo que quieres a lo que puedes: nada de fantasear
con mujeres imposibles en situaciones increíbles, la mirada furtiva de una
bibliotecaria aburrida basta para incitar tu imaginación. Lo improbable
sustituye a lo imposible.
Para evitar
decepciones, en pro de agilizar el olvido de lo amargo, he aprendido a vivir
con el cinturón apretado, a pensar por instinto y a no esperar que en diciembre
haga el tiempo de agosto. Y es que la Realidad es el mejor azuce para recurrir
al olvido de lo que no es vital y sí prescindible.
Nino Ortea.
Gijón. 2022.
Gracias
por tu atención, amable leyente. Por favor, que no sé te olvide acceder al blog
de Mag para conocer la lista de
memorables olvidadizos.
https://latrastiendadelpecado.blogspot.com/2022/12/convocatoria-un-jueves-un-relato.html
Me gusta lo planteado.
ResponderEliminarDifiero en algunas cosas. Suelo recordar el olvido. Y fantaseo con mujeres imposibles, como también con improbables, que pueden estar más cerca.
Pero coincido con que el Olvido tiene sus ventajas, en algunos momentos. Por lo que Funes el memorioso, el personaje del cuento homónimo de Borges, sería alguien muy sufrido.
Bien contado, con acertadas metáforas. Saludos.
Hola, compañero Demiurgo:
EliminarNormalmente no recuerdo mis sueños al despertarme; de no ser así, no tardan en desvanecerse. Al igual que mi Memoria, mi Olvido es tan selectivo como caprichoso: no es inusual que recuerde lo banal y olvide lo importante (llego a salir de casa sin cerrar la puerta de entrada al domicilio).
Respecto a las mujeres, tanto las improbables como las imposibles siempre resultaron fantásticas.
Borges es un laberinto.
Un abrazo, Demiurgo.
Un relato inolvidable. Feliz día festivo, Niño!! Besos
ResponderEliminarGracias, Maite. Que tus días, sin necesidad de ser festivos, sean siempre felices.
Eliminar¡Hola, Nino! Desgraciadamente, aquello que realmente queremos olvidar es lo que jamás hacemos y cada noche nos aporrea en formas de rumiaciones. Lo que nunca debemos olvidar es soñar o ilusionarnos. Los malos recuerdos no se olvidan pero la mejor manera de vivir con ellos es rodeándolos de los buenos que están por llegar. Un abrazo!
ResponderEliminarHola, David:
EliminarPor suerte, mis sueños suelen ser reparadores. Caigo en la inconsciencia, incluso ahora que la vejez ha avivado mi próstata. En situaciones de problemas personales o familiares, el sueño me acuna habitualmente. Es durante el día que sufro ansiedad por problemáticas personales.
Apenas tengo malos recuerdos: mi vida no ha sido mala, e incluso aquellas experiencias que ahora me traen malas vivencias, en su momento fueron placenteras o buscadas.
Participar en tus convocatorias del tintero está siendo una grata experiencia.
Un abrazo, David.
Ya sabes, para olvidar hace falta recordar, necesitas recordar aquello que debías olvidar y necesitas recordar que debes olvidar... vamos, que al final no olvidamos nada, le ponemos mantas encima para taparlo un poco mientras intentamos seguir con nuestras vidas.
ResponderEliminarHola, Beauséant:
EliminarSí, el proceso del recuerdo se parece al kafkiano: es un relato arduo, sorprendente e inacabado.
Son muchas las ocasiones en las que altero de manera consciente los recuerdos que nacen del subconsciente, hasta el punto de que convierto esas vivencias evocadas en escenas filmadas en las que soy codirector, actor y espectador.
Un abrazo, Beauseant.
El olvido es necesario para una mente relativamente sana. Y por otro lado, no es conveniente olvidarlo todo. Por eso los sueños y el sueño nos ayudan a resetear este cerebro nuestro tan lleno de nubes grises.
ResponderEliminarTu texto, aparte de magnífico, me ha resultado rítmico y filosófico, o así lo he entendido yo, como un devaneo entre lo consciente y lo inconsciente. Lo he disfrutado y repasado dos veces. Me ha encantado, si se me permite la expresión.
Mil gracias por sumarte a esta convocatoria y por mostrar tu amistad y generosidad, no solo en tus palabras sino, también en tus hechos. Sin duda alguna, la dedicatoria es más que merecida pues Flor es así.
Un beso enorme.
Hola, Mag:
EliminarAnte todo vuelvo a agradecerte tu trabajo generoso para estimular nuestra creatividad. Es siempre un placer participar en tus convocatorias creativas.
Sobre el olvido y el perdón, sobre cómo lo pedimos y nos lo negamos, hay mucho que decir y aún más que escribir, ya que las palabras escritas parecen más imborrables o, al menos, menos moldeables por nuestro deseo. A menos que recurramos a la escritura automática y a la autocorrección mínima, para que nuestros textos conserven parte de su pereza.
Ésta es una enninación escrita a vuelablog; así es como me gusta escribir pero no publicar, ya que me parece que son textos muy ombliguistas. Normalmente los comentarios sí los escribo y publico sin editar.
Flor es excelsa en lo humano y amena en lo creativo.
Un abrazo, generosa Mag.
Soy Myriam. Suscribo totalmente al primer párrafo del comentario de MAG que me antecede. No podría haberlo dicho mejor. Un abrazo, Nino.
ResponderEliminarHola, Myriam:
EliminarGracias por tu comentario.
Sí, me ha emocionado leer a Mag. Sin desmerecer al de nadie, su comentario me trasmite atención hacia mi heterónimo y afecto hacia mi persona.
Un abrazo, Myriam.
Ahora aparece mi perfil, que antes salió como Anónimo.
ResponderEliminarHola, Myriam:
EliminarSí, es fastidioso el que Google ponga trabas a usuarios bienintencionados y no controle a los malevolentes.
Un brazo.
Me ha encantado tu relato para esta temática Nino, muy distinta a otras que leí.
ResponderEliminarMás porque hablas de soñar, como digo yo, para no morir de la realidad tantas veces, donde somos libres como en la imaginación. Y no hablo de cadenas ni de puertas, algo más interior y terrenal.
Y así el olvido, el no ilusionarse de más, en tantas cosas de la vida, nos hace a veces volar.
Yo intento olvidar cosas que me hacen o me hicieron sentir mal, pero siempre permanecen.
Y ojalá no olvidarnos de nosotros mismos y así después de quienes somos, de todo en si, quienes nos han querido y queremos.
Esa maldita enfermedad que ahora me llevó a recordar...
El tema precioso, me encanta Maná.
Un abrazo mi apreciado compañero Nino y feliz tarde.
Hola, Cora:
EliminarGracias por tus comentarios, siempre refrescantes como la brisa del mar.
Padecer una enfermedad crónica conlleva el ejercicio de la memoria y del olvido: debemos tenerla presente para no envalentonarnos, debemos olvidarla para no acobardarnos.
Como creo que escribí hace poco, una de las ventajas de mi condicionante obnubilado es la de que sea habitual que no repare en la cercanía de personas que me hirieron o situaciones que me afectaron. Puedo estar cerca de una ex rubicunda y no reparar en su presencia. La migraña crónica me lleva a desconectarme de percepciones de mis sentidos, para así evitar la agresión de sonidos, luces u olores.
Esta versión de Maná me encanta, por la variación en el ritmo.
Un abrazo, Cora.
A veces solo se trata de querer o no querer olvidar. Otras, ser simplemente despistado.
ResponderEliminarSalud
Hola, Erik:
EliminarSí, hay veces en las que nos aferramos a recuerdos dañinos quizá en busca de un dolor que nos haga sentir frente al vacío del silencio.
Un abrazo, Erik.
Hay momentos en nuestra vida que es mejor olvidar, pero para ello la memoria es una buena, aliada.
ResponderEliminarTodo en esta vida tiene una razón de ser, aunque hay momentos que quisiéramos borra, y ellos son los olvidos que nuestro subconsciente a veres hace, los olvida para no dañarnos.
Un saludo, feliz semana.
Hola, Campirela:
EliminarEncuentro muy acertada tu reflexión, ya que soy una persona en la que el subconsciente juega un papel muy importante a la hora de actuar o tomar decisiones (soy impulsivo o visceral). De ahí que la activación del olvido como mecanismo de defensa sea algo innato.
Un abrazo, compañera.
Se olvida pero no se perdona
ResponderEliminarno lo digo yo lo dice la gente...
Great blog
ResponderEliminarPlease read my post
ResponderEliminarInteresante estrategia. A mí no me serviría, pero acepto que puede ser un buen recurso. Un abrazo
ResponderEliminarHola, Mónica:
EliminarAhí está la clave: lo que funciona emocionalmente en uno, no suele ser trasladable a otros. Es más, no siempre funciona en uno.
Un abrazo, Mónica.
Hola Nino, me gusta mucho tu escrito, siempre he pensado que todos tenemos algún episodio que deseamos olvidar, pero a veces cuesta, ojalá fuera tan fácil como darle a un botón de apagado sin más.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Dakota:
EliminarPues sí, tal y como cantan The Cardigans en su “Erase and rewind” lo de hacer borrón y cuenta nueva no es tan fácil. Son muchas las veces en las que quien se niega a pulsar ese botón de apagado es uno mismo; y prefiere reproducir en bucle ese disco hasta rallarlo y sustituirlo por otro.
Un abrazo, Dakota.
Importante dos aprendizajes que hice a través de tu texto, el primero " el olvido es un aprendizaje que empieza con el primer recuerdo" Tendré que empezar a desarrollar ese aprendizaje.
ResponderEliminarLo segundo , el último párrafo con el que cierras tu aportación, "para evitar decepciones"-
Gracias pues, me he enriquecido leyéndote, un fuerte abrazo.
Hola, Tracy:
EliminarGracias por tu comentario enriquecedor.
Respecto a las 2 frases que destacas, creo que el olvido consciente comienza con el recuerdo de lo conveniente de olvidar aquello que te hiere (el sufrimiento emocional autoinflingido es, quizá, el más doloroso). Y pienso conviene olvidar esos falsos recuerdos –el atractivo de un primer amor– cuando vuelven a convertirse en experiencias –ese primer amor, 40 años después–.
Un abrazo, Tracy.
Un texto muy denso, donde expresas muchas ideas condensados en poco espacio.
ResponderEliminarMe quedo con lo de los sueños, que no recuerdas por la mañana. Por mi experiencia, solo se recuerdan las pesadillas, que te hacen despertar, y durante pocos segundos. De ahí se pueden sacar ideas, si estas presto a spnutarñas y duermes con un boli y libreta al lado. Hay que despertar en mitad del dueño.
También me gustó el paralelismo con el deseo de la vigilia, sunque este es conscientemente dirigido. Es poco espontáneo
Abrazoo nino
Hola, Gabiliante:
EliminarDuermo poco, pero con intensidad. Mis sueños duermen en el olvido consciente de manera inconsciente. Tuve una pareja que varias veces me despertaba para que le contara qué estaba soñando (aseguraba que lo hacía para ayudarme luego a escribir esas historias). Antes de que me diera un infarto, decidí dejar de dormir a su lado.
Habitualmente mantengo un estado de vigilia, reduzco mi nivel de percepción sensorial para así evitar la erosión que me produce la realidad. Aunque ahora es un acto inconsciente, es resultado de una práctica forzada.
Un abrazo, Gabilante.
Un texto profundo y reflexivo.
ResponderEliminarEl olvido depende de nuestra gestión ante los sentimientos, pero estos van por libre; no atienden a mandatos ni razonamientos. Así que, al final, solo nos queda caminar con los pies en la tierra desde esa, a veces, cruda realidad, pero sin dejar de tocar el cielo, aun cuando solo sea con la yema de nuestros dedos.
Muy bueno, Nino… Te hace pensar; y eso siempre es bueno 😉
Abrazo grande, y muy feliz domingo 💙
Hola, Ginebra:
EliminarSí, creo que a quienes tenemos pájaros en la cabeza no nos queda otra que no olvidarnos de la fuerza de la gravedad y del poder de la ilusión: poner los pies en el suelo, acariciar el cielo y ensoñar con el vuelo allá, allá lejos donde anida el deseo.
Abrazo grande, Ginebra.
Y con todo, "La Realidad Y El Deseo", diría yo que se queda en "esa gran región donde el amor", "ángel terrible" de los versos de Rilke, sí esconde "como acero" en los versos de Cernuda "su ala". Leyéndote, con tu tu postura, tu reflexión, me has has hecho pensar más en Cervantes, en el realismo de su Quijote, que en Cernuda. En fin locuras mías. En cualquier caso es muy interesante lo que nos expones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Esther:
EliminarAgradezco leer estas locuras tuyas, el que las hagas nuestras al compartirlas.
He leído poco, forzado y con desgana a Cervantes. Pero es un elogio el que encuentres referencias a él en esta introspección.
Nuestra realidad es el deseo de otros, hasta que logran compartirla y huyen despavoridos como quien escapa del Diablo.
Un abrazo, Esther.