Jerome Charyn’s Movieland, chapter 10: Two-Headed Man
El hombre de dos cabezas XXIV
Era mi cumpleaños. Otto me llevó a comer a un restaurante italiano, donde uno podía ver toda la cocina a través de una ventana. Observaba a un cocinero, con su sombrero alto, batiendo huevos en un recipiente plateado. El personal del restaurante giraba alrededor de Otto. «Rosebud» no existía.
El maestro podía tener sus fracasos.
También había sido actor de cine. Había interpretado papeles de nazi en cuatro
películas, incluida «Traidor en el infierno».
Él comía y bebía con más gusto que el payaso de su guionista.
A Otto no le gustaba hablar de sus películas pasadas. Caía en una amnesia muy conveniente.
Pero su cara se enrojeció como la de un niño cuando saqué a colación «La zarina» (1945), protagonizada por Catalina la Grande (Tallulah Bankhead) y un miembro de su guardia real –Alexis (William Eythe)– que asciende bajo su protección para acabar hundiéndose. Alexis es un oportunista que carece de la suficiente inteligencia.
“Lubitsch”, —dijo Otto—. “Era una película de Lubitsch. Él sufrió un infarto... me pidió que la dirigiera. Mis amigos me dijeron: manténte alejado, Otto. Pero no pude. No fue un éxito... todo el mundo esperaba por ‘el toque Lubitsch’. Querían otra «Ninotchka». Les di algo diferente”.
“Me encantó”, —le dije—. “¿Qué fue de William Eythe?”. Él era mi héroe, ese hombre con aire sospechoso, descolorido, atractivo a su manera, que parecía vivir en las sombras".
“El alcohol”, —dijo Otto. Eythe había muerto a los treinta y ocho años de hepatitis.
Dimos un paseo tras la comida. La gente se quedaba mirando su conocido cráneo. Otto se sumergió en el tráfico. Fuimos a su casa en la ciudad. En la Calle 64.
Fragmento de mi traducción de «Movieland: Hollywood and the
Great American Dream Culture»
–obra de Jerome Charyn, publicada por la
editorial Putnam ©®–.