Jerome Charyn’s Movieland, chapter 10: Two-Headed Man
El hombre de dos cabezas XXVI
“Las películas no se elaboran en
las mentes de los guionistas”, dijo el director Wener Herzog.
Y
Herzog tiene razón.
Otto Preminger
me había dado una obra en su forma esquemática; y me sentí como un niño con un
libro para colorear que él no había escogido. No estoy seguro de cuántos
guionistas habían trabajado en el texto antes que yo. Pero tenía un montón de
huesos con los que entretenerme: páginas que estaban a medio escribir.
Se
había producido un truco de magia cuando me senté de nuevo en el escritorio de Otto. Los cuadros habían desaparecido
de la oficina. Había detectives escudriñando las moquetas de Otto, midiendo las paredes. Me daban la
sensación de estar embrujados, atrapados en su propio encantamiento solemne.
Toda la operación apestaba a metafísica. Me pregunté si no estaría en mitad de
un viaje en el tiempo, un soñador en el planeta Tlön.
Lo
que quiera que estuviera pasando, era más interesante que mi preocupación con
la Corte Suprema, y mucho más ficticio.
El
culpable resultó ser un antiguo novio de una secretaria de la oficina de Otto. La llamaré “M”. Otto no presentó
cargos. Se enfrentó al antiguo novio en una tarde lluviosa, lo invitó a subir a
Sigma Productions, como si fuera a entrevistar a un actor para nuestro programa
televisivo. No gritó. Había un tono casi musical en su voz. Sabía que “M” no había estado implicada, y quería
protegerla de cualquier clase de escándalo.
Era
una conducta curiosa para un productor independiente. No se sentía
especialmente cercano a “M”. Pero
ella trabajaba para él. Era parte de su pequeña tribu.
Los
cuadros reaparecieron. Continué escribiendo. Me sentía más y más como un hombre
de dos cabezas. Me gustaba mi colaborador, Otto
Preminger. Me había convertido en un miembro de su tribu, pero no podía
darle lo que quería: un docudrama sobre la Corte Suprema, con el aspecto de un
cuadro perfectamente trazado.
Me
vi envuelto en espacios vacíos, en subversivos planetas del alma.
Huí
de Otto Preminger; pero tiene
gracia: Eché de menos la oficina, beber té en la porcelana china de Otto, el azul de los ojos de Otto, su enloquecida búsqueda de lo
“coloquial”.
Oí
rumores sobre él durante un tiempo.
Lo
había atropellado un coche.
Cayó
en una especie de amnesia constante.
Murió
a los ochenta años.
the Great American Dream Culture» –obra de Jerome Charyn,
publicada por la editorial
Putnam ©®–.
Ésta es la última entrega de mi traducción del texto “El hombre de dos cabezas”, englobado en el ensayo de Jerome Charyn «Movieland: Hollywood and the Great American Dream Culture».
ResponderEliminarEn un futuro cercano seguiré serializando la traducción de «Movieland»; lo haré con la de un artículo titulado “Children of Paradise”, que Charyn centró en la Cinemateca Francesa.
Gracias por tu compañía atenta, amable leyente.
Te felicito por tu trabajo, Nino. Besos!!
ResponderEliminarHola, felicitante Maite:
EliminarMe alegra el que esta serialización te haya gustado.
Un abrazo, Maite.
Ha sido una interesante sección.
ResponderEliminarMe interesó descubrir el concepto de El hombre de dos cabezas. Algo que podría darse en la historieta. En que suele haber un guionista y un dibujante. Y a veces un entintador y un colorista.
No conocía esta historia. Es muy cinematográfica. Si no se adaptó a película, debería hacerse. Y si se hizo una película con eso, me gustaría saberlo. Me intriga la historia de M, la secretaria y su ex.
Saludos.
Hola, felicitante Demiurgo:
EliminarTus comentarios lectores suelen incluir a reflexiones que me conducen a reflexionar sobre ellas. Gracias por el estímulo.
Sí, en el caso del ensayo de Charyn, opté por la traducción de “dos cabezas” para ser fiel a su original “Two-Headed”, aunque yo habría usado el término “dos mentes” al ser más común en el uso del español de España. Es muy común que un creador trabaje como mercenario en proyectos artísticos: su mente está en el encargo a la vez que en su obra propia (esta traducción es ejemplo de ese bifrontismo: intenté ser lo más fiel al original sin silenciar mi originalidad).
Un abrazo, Demiurgo.
Desde luego interesante.
ResponderEliminarSalud.
Hola, Erik:
EliminarGracias por tu comentario desinteresado.
Un abrazo.
Hola: Has publicado varias entradas a la vez o estoy más despistada de lo habitual? Me encanta el cine clásico.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, indespistable Ángela:
EliminarAciertas. Son 4 las entradas que he publicado para así finalizar con la serialización de la traducción de este apartado de “Movieland”. La había comenzado hacía un año.
El cine clásico –como etiqueta– ha sufrido una recatalogación que me lleva a ser consciente de mi vejez: películas que vi en salas de estreno se ven ahora en museos. Lo que siento como contemporáneo es etiquetado como “antiguo”.
Quizá debo aceptar el paso del tiempo y hacer coro a la banda Golpes Bajos: ¡Estoy enfermo, cómo envejezco!
Un abrazo, Ángela.
He comprado en internet el libraco donde aparece tu traducción. Menudo tomazo!
ResponderEliminarHola, Pablo:
EliminarComo ya habrás comprobado, “Mestizo” es una antología de contenido muy variado. Además de la traducción de los textos de Charyn, creo que recoge otro trabajo mío. No lo recuerdo, acabé muy desencantado con la experiencia de colaborar en la Semana Negra.
Un abrazo, Pablo.
Hola Nino minino , muy buen trabajo eres un buen traductor de idiomas la verdad es que no sé cómo estos de Google no te contratan, ya que sus traductor a veces falla como una escopeta de feria. Te deseo un feliz viernes.
ResponderEliminarBesos a frambuesa de mi parte .
Y para ti un abrazo besos de flor 🌸
Hola, floreciente Flor:
EliminarCasi siempre que te leo, sonrío: gracias. (Ese casi se debe a que hay momentos en los que tu sinceridad te lleva a compartir situaciones apuradas; y, esos textos me despiertan preocupación y admiración).
El viernes que me deseaste feliz, lo fue. Si te contesto de domingo es a causa de esa felicidad, que me permite estar alejado de máquinas y maquinaciones.
Es sorprendente cómo a pesar de las ocasiones innumerables en que las aplicaciones informáticas fallan o nos dejan colgados, cada vez las usamos más para lo vital y permitimos que conviertan lo superfluo en imprescindible.
Vitales e imprescindibles son en realidad las muestras de aprecio como las que tú me dedicas, amiga Flor.
Y es lo que siempre te digo, querido Nino: tienes tantos talentos! Un trabajo muy bien hecho, y no quiero ni pensar lo difícil que debe ser traducir a Charyn, siendo como dicen tan cambiante y caprichoso en sus escritos.
ResponderEliminarY ya ves, has traducido a uno de los escritores considerado de los más importantes de la literatura norteamericana contemporánea. Me parece todo un logro y para mí admirable.
Abrazos, amigo nuestro.
Feliz fin de semana para ti y espero que disfrutes de tus libertades. 🌞
Hola, soleciente Clarisa:
EliminarDe todos los talentos humanos, de aquellos que no compra el inhumano dinero con talentos babilonios, quizá el que menos valoramos es el que apenas deslumbra los sentidos pero más alumbra nuestra alma: la capacidad para trasmitir afecto.
No soy dado a la molesta inmodestia ni a la falsa modestia; más que dado, soy derrochador de personalidad fuerte. Derroche que me puedo permitir gracias a la fuerza que me da el aprecio sincero de quienes me aprecian de manera pública y modesta. De personas como tú, amiga: que me reconfortas el ánimo y alientas la esperanza con tus muestras de afecto.
Respecto a Charyn, creo que los adjetivos “cambiante” o “caprichoso” son pleonasmos para definir a un escritor con autoría. Serían sorprendentes –e incluso preocupantes– en un escritor de manuales de uso o en un blogeador de sus bilis negras. En lo poco que he leído a Jerome Charyn, siempre me ha estimulado (incluso en aquellas lecturas que he dejado inconclusas, ya que –como bien me adjetivaste– soy narrador y lector caprichoso).
Seguimos conversando en tu siguiente comentario.
Un abrazo soleado (más bien moreno) y libre, compañera.