Algunas arritmias que sufre el corazón brotan cuando el pensamiento deviene en conciencia de que la vida no nos emociona como antes, conciencia que nos impele a aceleramos hacia la añoranza de un pasado en que nuestro corazón latía más fuerte.
El corazón no tiene freno ni marcha atrás. De ahí que sus choques frontales con la Realidad tengan consecuencias letales. Nuestra Fantasía tiene el recurso protector de enloquecer cuando la Realidad se vuelve demencial.
¡Gracias por venir y enloquecer!
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Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre
Confío en
que este año que acaba de comenzar te resulte estimulante en su sencillez –que
en la vida, a diferencia de lo que ocurre con los puzles, nadie disfruta afrontando
lo complicado–. Disfrutar de la magia de lo sencillo, de esas pequeñas cosas
que engrandecen lo cotidiano, sólo requiere de nosotros mantener viva nuestra
capacidad para ilusionarnos ante lo estimulante en la realidad y lo
esperanzador del deseo.
En nuestro
quijotear diario por las tierras de lo cotidiano, debemos evitar vulgarizarlo
como ordinario y autoengañarnos pensando que los molinos que vemos son
monstruos gigantescos. Pero sí necesitamos autoentregarnos en confiar en que dentro
de cada molino more una experiencia inolvidable, algo que recordaremos y cuya
evocación pública nos alejará del olvido al acercarnos a la memoria ajena.
Escribir
textos para este blog es pasa mí una experiencia inolvidable. El que tú los
leas, amable leyente, convierte estas fabulaciones sencillas en narraciones extraordinarias.
El que tú mores en sus estancias impide que este cobijo creativo se desmorone
cual casa de los Usher.
Ante todo, te envío un abrazo cálido: la ausencia de tu madre quizá se
haga más presente durante estas fechas, pero sin duda ella está en todo lo
bueno que te/os ocurre a diario y su recuerdo hace festivo cualquier día
ordinario.
Por lo demás, indicarte que no entiendo la fascinación con la nieve,
cuya pureza o blancura son tan falsas como mi sobrada altura (en mi pubertad,
tooodo el mundo auguraba que de grande sería muuy alto; no llego al 1,80). A mí
el frío y la nieve, el calor y la arena, me gustan tanto como encontrarme una
mosca en un plato o a mi exsuegra en la calle.
La Navidad la asocio a un periodo cálido –por los sentimientos, no por
la calefacción–; a salir a la calle –que con nieve sucia, patinosa y asquerosa
mejor me quedo en casa–; con regalos –recibirlos, no darlos, que soy escocés en
el güisqui y en los gastos–. Y etc, etc, etc…
Me voy a comer, junto al horno, que ya está hecha la pizza.
Confío en leernos antes, si no es así:
¡Feliz Navidad, MARÍA¡
Hola, MARÍA:
No me gusta pasar frío, ni calor. Tampoco pasar hambre. Por eso soy de
buen comer y mejor descansar al abrigo de una sombra o de una estufa.
La nieve, para los que la esquían; dado mi natural resbaladizo si la
piso me vuelvo flojizo.
Respecto a quienes pregonan lo inocuo en el uso y abuso de la energía
eléctrica, no puedo evitar preguntarme si además de ser adinerados –el precio
del kWh es elevado– son ignorantes –su producción genera esa combustión que
denigran–.
Gracias porpresentarme a Alexander
Scriabin. No sé si habré escuchado de forma accidental algún fragmente de sus composiciones,
pero no lo conocía.
Tras haber leído este texto tan sugerente, me lo he apuntadoy estoy escuchando sin desagrado su “Fantasy
in B minor, Op. 28” mientras te escucho.
Es siempre un estímulo intelectual leerte; y también conlleva una
sensación de sosiego, dada la afabilidad que usas para reflexionar incluso
sobre lo que no te es afable,
Al igual que tú intento separar el personaje y la persona en un creador.
Máxime cuando han nacido en otra época o han creado en entornos sociales
distantes. Pero… si he llegado a tratar personalmente con ese creador, me
cuesta disociar a la persona y al personaje.
No creo en la trascendencia. Quizá por ello me preocupa el fin de mis
días, no el final de nuestro mundo. A mi apego a la intrascendencia, se une mi
desapego hacia la Naturaleza –salvo cuando afecta a mis malestares o
limitaciones–.
Te leo y admiro en tus palabras la capacidad para amenizar lo
costumbrista y avivar lo imaginario, hasta el punto en que estoy visualizando
dragones en esta costa que acostumbro a mirar para alejar la vista de la
pantalla del pc.
Dentro de tu habitual excelencia, este poema ha sido excelente a la hora
de recordarme mi tendencia a los excesos y mi desmemoria al recordarlos.
No ha habido tierras extrañas más tentadoras que las caderas femeninas
novedosas. Tierras que nunca busqué convertir en amigas, en mi miedo a
convertirme en marinero en tierra.