La
pintora Lucía Alonso ha abierto un
blog donde nos presenta algunos de sus cuadros, dibujos e ilustraciones. Te aconsejo que lo visites. No te arrepentirás. Encontrarás
un espacio donde a su habilidad creativa se une su capacidad comunicativa,
dando por resultado una experiencia tan placentera como estimulante.
Su
blog es también su galería, en la que puedes entrar y charlar con la autora. En
la sala no sólo disfrutarás de las reproducciones de su obra expuesta, también
puedes comprar los originales. La mayoría de sus creaciones está a la venta a
un precio realmente económico, por lo que si tienes interés por adquirir alguna
–o por encargarle algún tipo de trabajo pictórico o de ilustración– sólo tienes
que ponerte en contacto con ella mediante la dirección de correo que allí
encontrarás.
Imagino
que los que me conocéis de leídas, pensareis que no soy imparcial al
recomendaros visitar este blog. Es
público que Lucía y yo somos amigos;
y que hemos realizado conjuntamente el libro ilustrado Sara y El Robasueños. Pero
no estoy aquí para escribir sobre mi amiga Lucía,
sino de la pintora Lucía Alonso.
Tras
asistir en enero de 2010 a su exposición en el Ateneo de La Calzada (Gijón), no
dude en escribir aquí sobre las sensaciones que me había producido
la muestra. Ya por entonces aseguré “Estamos ante una artista capaz de captar lo extraordinario en lo
cotidiano; y de capturar la fugacidad del momento en lo que se llega a asemejar
a instantáneas de polaroid”.
Tiempo
después –y aún sin conocernos en persona– Lucía
Alonso me ofreció la posibilidad de escribir el texto para el díptico que
acompañaría su exposición de mayo de 2010 en la Fundación Alvargonzalez
(Gijón). Parte
de lo que escribí entonces, lo reescribo ahora: “Espero que a usted le guste el Arte que comunica,
no el que desconcierta. Aquél que refleja la magia de lo cotidiano y el embrujo
de lo sencillo”.
Así
que mi admiración por su obra no es caprichosa, sino sincera.
Te invito a que visites el blog de Lucía Alonso. Confío en que te harás
cómplice de su mirada salada.
Nino
Ortea.
Y a ti la belleza ¿ no te desconcierta ? ;-)
ResponderEliminarA mí, todavía y espero que siga haciéndolo siempre ... porque me gusta la ida y vuelta del asombro, ese viaje desde la súbita alteracion a la serenidad de la mirada.
Abrazos
Hola, Juncal:
EliminarEl lenguaje es un arma cargada de palabras con pólvora del Diablo. Únele a ese hecho, mi tendencia al deshecho lingüístico que explica que le dé a las palabras un uso difuso (soy de los que usan “enervar” como sinónimo de “debilitar”, no de “alterar”)
Quizá por ese enninamiento, la belleza no me “desconcierta”, sino que me “aviva”, me “embelesa” o me “activa”. Y más, cuando –como es el caso de la belleza artística– no se escapa corriendo ante mi fealdad.
Abrazos