La
falsa sensación de inmortalidad que proporciona Internet, es una de las
principales razones que me llevan a confiarle mis ensoñaciones literarias.
Al
igual que en la vida ordinaria estamos sometidos al capricho de los dioses o a
los lances del destino, en la vida binaria son el antojo de los nuevos dioses y
los bretes del modismo los que acabarán convirtiendo nuestra pervivencia en
efímera. Tarde o temprano, Google cerrará este blog o cancelará este servicio
de publicación. Pero no por ello borrarán mis palabras. Confío en que habrá
alguien, quizás tú, que las habrá hecho suyas y a su vez las compartirá.
No
rindo culto a los muertos, prefiero dedicarles mi añoranza. Mi razón para esto
es sencilla: el que alguien haya fallecido no significa que deje de existir.
Pervive, no sólo en mis recuerdos pasados, también en mis acciones presentes.
De hecho, mis muertos suelen ser las primeras personas que me vienen a la mente
y al corazón en los buenos momentos.
Ahora
que las cosas me van mejor, sé lo mucho que mi amigo Gus se alegra de ello. Oigo las que son sus palabras de ánimo y
esperanza ante mi mejoría.
Gracias.
Nino
Esta claro que algún día todo esto acabara y nuestro rastro digital desaparecerá pero todo lo escribimos mientras llegue a la gente ya cumple su función, hay blogs que calan y uno ya no se olvida de ellos aunque pase el tiempo o ya no estén
ResponderEliminarCoincido plenamente con tu opinión, Boris.
EliminarUn fuerte abrazo.