El contenido literario de este blog está registrado en Safe Creative

El contenido literario de este blog está registrado en Safe Creative
Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre

lunes, 28 de octubre de 2013

El pasado ya no vuelve (I).

El avance de la edad me va volviendo rutinario. Pese a mi natural perezoso, cada vez duermo menos y me levanto antes. Esto hace que los cambios semestrales de hora oficial me descoloquen durante unos días, en los que me encuentro escaso o sobrado de un tiempo que –cuando es añadido– hace que entienda a los poetas que afirman que “quema”; y que –tras serme robado– me convierte en un pragmático que afirma que es “oro”.

Este domingo, pasadas las 8 en mi reloj biológico, me levanté. Llevaba más de media hora de inmovilidad forzada en la cama. Con el sigilo que me permitió mi torpeza, potenciada por el jugar a la gallinita ciega en corral ajeno, salí del dormitorio. En ese momento me sentía un intruso en una quimera y no un invitado a un oasis, así que me encaminé al refugio anti ruidos de la cocina.



Ante el miedo a que el silencio convirtiera mi corazón en delator, encendí instintivamente la radio. Oí el comienzo de una entrevista a la viuda de un asesinado por ETA en el año 2000. Me atrajo la calma y el equilibrio que trasmitía la voz de la señora, frente al tono enérgico del entrevistador. Ella relataba su experiencia como partícipe en una acción civil de conversaciones entre víctimas y etarras arrepentidos. Alejándose del enfoque politizado del entrevistador, la señora enfocaba sus actos de una manera humanista: hablaba de lo importante que es conceder perdón ante un arrepentimiento sincero. Se reconoció católica y admitió que su fe la había ayudado en ese trance.

Concluida la entrevista, apagué la radio. Las sentidas palabras de la mujer resonaban en mi mente. Pensé si mi espiritualidad –rayana entre agnóstico y ateo– me resta humanidad. No soy de los que se abrazan al credo del “ojo por ojo”; pero sí que no perdono el daño, ni olvido la afrenta.

Una sonrisa, que convirtió en sombra el sol de la mañana, me alejó de unos pensamientos que ahora han vuelto a mí e intento exorcizar con el ritual de la escritura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu lectura comentada.

Entradas populares