¡Kong (re)vive!
Un cuento (re)contado por Nino Ortea
Capítulo III
Lecturas en
el basurero II
Hola, este relato forma
parte de la antología «Nada ha sido probado»,
disponible en Amazon por 0,99 €.
Gracias.
Algunas arritmias que sufre el corazón brotan cuando el pensamiento deviene en conciencia de que la vida no nos emociona como antes, conciencia que nos impele a aceleramos hacia la añoranza de un pasado en que nuestro corazón latía más fuerte. El corazón no tiene freno ni marcha atrás. De ahí que sus choques frontales con la Realidad tengan consecuencias letales. Nuestra Fantasía tiene el recurso protector de enloquecer cuando la Realidad se vuelve demencial. ¡Gracias por venir y enloquecer!
Como decía Aristófanes en Paz: "¿Sabes dónde podría comprar una nariz sin agujeros?"
ResponderEliminarMira que me he reído con el relato. Tragárselo a la fuerza o decidir a ver quién se tragará al pesado, jajajaja! Mortal.
El gorilón tiene que ir al dentista, jajaja.
He salpicado el teclado con el café, de la risa al leer lo de "Konchita", jajaja.
Gracias por el regalo, Nino. Eres mi héroe. Cafelito.
Buenos días, Verónica:
EliminarGracias por tu comentario y tus constantes muestras de apoyo.
Disculpa mi alejamiento de tu blog. He sufrido un achuchón de desencanto, pero ya se me está pasando. Caí en el mal sueño de creer a quien me susurró que todo lo anterior había sido un sueño del que debía despertar; poco a poco me vuelvo a quedar dormido y dejaré atrás las pesadillas de mentiras que se muerden la cola como pescadillas.
Desconozco dónde encontrar una nariz sellada, pero te ofrezco mi cabeza pelada. No te protegerá de los malos olores, pero te descubrirá ante los gratos calores.
Me alegra que te hayas reído con este delirio. Me encanta mi esperpento en la isla de Kong. Disfruté mucho escribiéndolo y ahora lo hago reescribiéndolo. Fue un error por mi parte no acabar la historia. Espero atreverme a hacerlo esta vez. Es lo más autobiográfico que he escrito.
Sí, este gorininón necesitaba ir al dentista. El problema es que fui a un sacamuelas con una enfermera que sanaba a un moribundo. Como disfrutaba tumbado en esa camilla junto a la chiquilla. De haber tenido dinero me habría sacado todos los dientes por pasarme un ratito más en el infierno a su lado. Ahora entre mi corazón de hojalata y la dentadura de madera, el pulso se me para y la boca se me desencaja.
kongChita es esa mujer a la que no sabes cuánto amas hasta que la pierdes, cansada de tus desatenciones. Tanto perseguir rubias, pelirrojas y cuellicortas cuando tenía junto a mí a mi compañera y mi igual. Y es que los Kong vamos de kings pero somos vasallos serviles del deseo más vil.
Me enorgullece la distinción de ser tu héroe en esta justa contra el desaliento, luciré orgulloso el lazo de tu sonrisa mientras arremeto contra nuevos gigantes que me quieren hacer tragar como molinos, pero su fétido aliento los delata. El primero apesta a descafeinado y el segundo atufa a sacarinado. ¡En nombre del café con azúcar los combatiré de aquí hasta San Lucar!
Un fuerte abrazo, Verónica.