Mientras miraba por la ventana, en esta tarde soleada de
otoño, he visto cómo unos adolescentes se burlaban de una música callejera que suele
tocar la flauta al abrigo de los soportales que hay frente a mi casa. Estaba
acabando de corregir un relato y por la ventana me llegó el eco de las burlas
con las que celebraban su indignidad de haber agredido la bondad de una
indigente que, en lugar de con ira, responde con música al silencio de la
sociedad que la ignoramos.
No quiero parecer pedante, pero tengo la seguridad de que la
causa de nuestros abusos cotidianos hacia nuestros semejantes más debiles está en nuestra incultura,
en ese desinterés por lo ajeno que ya se nos forja en la escuela, cuando se nos
enseña a sentarnos en nuestro sitio, a no compartir material escolar y a reírnos
de quien se atreve a hablar en publico y al hacerlo se equivoca. Lo que nos transforma en abusones es ese desprecio en que
convertimos nuestro recelo hacia el diferente cuando no es un ricachón
extravagante.
De hecho, la Cultura es siempre la gran perjudicada con cada
crisis de valores. Ya vemos lo que ha pasado aquí en España, donde tras su
florecer popular luego del largo invierno de la dictadura, comenzaron a
producirse podas y ahora mismo, aunque suena a boutade, el permiso para el saqueo
de la cultura es el principal motor de las empresas de ADSL y de las industrias
de dispositivos de almacenamiento de datos.
Esos jóvenes y su incultura, este cincuentón y su cobardía,
tanto ellos como yo tenemos mucho de lo que avergonzarnos.
No sé si hay que sentir culpa por la propia cobardía. Culpa tiene que dar ejercer la prepotencia con alguien más, alguien que además brinda algo a los demás, como la música.
ResponderEliminarSospecho que es propio de algunos débiles ejercer la prepotencia con alguien más débil.
Por acá, las neurociencias están en el tema de la empatía, el identificarse con el otro. Es algo que sería útil que se conociera más.
Saludos.
Buenas tardes, Demiurgo:
EliminarGracias por tus palabras.
Pienso que existen culpas por acción y omisión. Soy dado a la cobardía más que a la prudencia.
Los prepotentes se me atragantan. Como buenos miserables se aprovechan de los débiles y de nuestras inseguridades. Me llama la atención la buena aceptación de la que gozan en sociedades que se definen como •igualitarias”.
Ayer tarde esta chica ya había vuelto a sentarse bajo mi ventana, la oi empezar a tocar su flauta de la que me prepara para ir a la presentación de la revista “Exhumed”. Al bajar, charlé con ella y le regalé un ejemplar de mi primera novela.
Un abrazo, Demiurgo.
Ainsssss Nino... no sé ni qué decirte... ¿qué hubieses podido hacer? Porque en las teorías todos sabemos, todos somos valientes, todos somos justos... pero, ¿y en el día a día? ¿en la realidad? ...ahí, todos hubiesemos sido Nino... al menos así lo creo yo.
ResponderEliminarTe dejo un besote grande.
Buenas tardes, Alma:
EliminarMe dices lo que necesito oír, no sólo en éste, sino que en todos tus comentarios: GRACIAS.
Los asturianos tenemos fama de practicar el “grandonismo”, de hecho somos muchos los que al hablar parece que nos comemos el mundo y luego nos atragantamos con cualquier migaja dura. Es más, parece ser que soy una persona cuya apariencia física transmite seguridad y decisión.
Pero soy mera apariencia: en lo relativo a la agresión verbal que sufrió Sofía, podría haberles pegado unas cuantas voces a los abusones desde mi ventana, pero me quedé observando el final de la escena, como si aquella realidad fuera una película.
Un abrazo igual de grande, Alma.
Sociedad pobre y podre...
ResponderEliminarSociedad atada a una pirámide de la risa absurda y abstracta ... En la que muchos atosigan a quienes creen bajo su sombra y en verdad ... Ellos son la sorna.
Criterios volteados ...
Mi abrazo de luz
Buenas tardes,AtHeNeA:
EliminarAlgunos preferimos ser gusanos en las manzanas, no para así estar más cerca de la boca de la bella Madrastra de Blancanieves, sino que para que nos acaricie con sus dedos la bruja marchita que convierte en decrepitud todo lo que toca.
Sí, es muy vulgar (que no “común”) el humillar de manera burlona al que consideramos débil. Al hacerlo nos creemos ingeniosos, cuando en realidad somos despreciables. Hay veces, aún las hay, en las que en mi inconsciencia hago sorna de algo que a otros les duele. Me duele el hacerlo e inmediatamente pido disculpas, pero aún lo hago.
Un fuerte abrazo, AtHeNeA.
Pues sí, amigo. Buenos días ante todo y tempranas horas para leerte con el cafelito matutino.
ResponderEliminarSigo pensando que lo único que nos queda es dedicarnos cada uno a la parcela de terreno que nos corresponde abonar, de hecho estoy educando a un par de monstruos, porque mis hijos ya no se corresponden con lo habitualmente vano y mezquino. Bien, ya he puesto en este cosmos mi grano de arroz.
Por lo demás, sigo pensando en que actuar es meterse en camisa de once mil varas, el que ayuda hoy día acaba obteniendo un par de garrotazos; pero soy así, yo, como tonta social e inadaptada tribal, sigo cobrando leches por andar de abanderada por la vida, pero es que lo mío ya no tiene solución aunque, eso sí, se va puliendo.
Un abrazo de buenos días.
Buenas tardes, mi querida Verónica:
EliminarAquí me siento a tu lado, saboreando un café vespertino.
Como grano de este cosmos paellero, te agradezco el esmero que pongas tanto cariño en la crianza de lo mejor de ti. Os deseo lo mejor, a ti y a tus hijos.
No niego que el actuar con precaución evita el meterte entre varas y garrotes, y además no soy una persona que obre a favor o en contra de nadie (suelo estar absorto en mis pensacosas) Pero soy de natural impulsivo, lo que hace curioso que en ciertas ocasiones permita que me frenen precauciones que en otros casos ignoro. De ahí que me decepcionara tanto el contenerme y no pegarles una voces merecidas a esos abusones. No hace mucho crucé media cafetería para llamarles la atención a un par de insultantes que me ofendían con su hablar entre sí a gritos ofensivos.
bueno
Quizás adolecemos de impasibidad frente al maltrato por miedo a males mayores.
ResponderEliminarMe ha encantado pasar por tu espacio de letras.
Un cálido saludo
Buenos días, Sneyder:
EliminarGracias por tu comentario.
Sí, quizá el principio de “acción-reacción” trascienda las leyes de la Física y de la Química para afectar a las relaciones humanas (basadas en otras afecciones de la física y de la química) El miedo a lo que podría llegar a ocurrir nos impide reaccionar frente a lo que ya está ocurriendo. Después de todo, son muchos los que desviven su presente confiando en vivir un futuro que, por desgracia, o no les llega o lo hace lastrado por el pasado.
Gracias, Sneyder.
Feliz viernes.
Un momento en tu vida desde una ventana donde te tomas el tiempo de meditar
ResponderEliminarpor los otros y lo que les pasa
En un mundo donde todos tenemos problemas y la felicidad se escurre entre los dedos
de los que a veces escribimos poemas
Ya ves vine a enloquecerme hoy con palabras que ni yo misma entiendo
Un abrazo infinito
Buenas tardes, Mucha:
EliminarLas palabras son algo impersonal, una muestra fonética de esas convenciones racionales que llamamos idiomas. Las palabras sirven de poco si no son acompañadas de actos, y resultan incomprensibles para quién habla otro idioma.
Sin embargo los actos, y sobre todo los de corazón más que los de la razón, son comprensibles por propios y extraños a un idioma. Sinto que estoy cubriendo mi falta de acción con un exceso de palabrería.
Gracias por tu venir y enloquecer, Mucha.
El haberlo escrito , y no es adulación gratuita, ya te hace grande, humilde y buena persona.
ResponderEliminarA veces la omisión la tomamos como muestra de cobardía, y no siempre es así, hay que ponerse en la piel de quien calla, que no por eso otorga.
La principal muestra de cultura es la educación y el respeto, del día a día.
Te dejo mi abrazo y mis gracias.
Pd) tu detalle con ella, es mucho más q eso...
Buenas tardes, MaRía:
EliminarSé que tus palabras no son una muestra de adulación, sino de empatía. Gracias por tu cercanía, MaRía.
No soy dado/hábil en lo de envestirme en piel ajena, de ahí que no haga daño por voluntad y sí por descuido.
Me conozco un poco. El vivir una vida que ha sufrido muy pocas variaciones desde mi adolescencia, hace que me sea fácil contrastar mis actitudes con mis inquietudes. Soy inquieto frente a los abusos, me enfrento de manera abierta a lo que me incomoda, actitud rebelde que hace que, si ese abuso es compartido por más, me conviertan en líder de grupos de los que no me siento parte. Pero no soy una persona con espíritu de sacrificio por el bien ajeno. Las veces en que arremeto contra los abusones, lo hago porque me resultan vulgares y me ofende el verlos u oírlos, no en busca de ayudar a quien no me pide ayuda o tolera/acepta el ser abusado.
Sí, la falta de respeto a la libertad individual es una de las muestras más fragantes de la falta de cultura en nuestras sociedades. Los despersonalizados buscan la aceptación social al unirse en grupos; y desde la dictadura abusiva de la mayoría usan la fuerza del número para acosar al diferente. Por eso me desconcierta el ver cómo permito que unos miserables no respeten la individualidad ajena.
Una abrazo, María.
Tal vez en unos años esos adolescentes maduren y se arrepientan de lo que hicieron. Tal vez no, y serán adultos despreciables.
ResponderEliminarEn todo caso hay que enseñar con buenos ejemplos, como el que le comentás al Demiurgo de regalar un libro.
Abrazo!
Buenas tardes, Frodo:
EliminarDudo que el recuerdo de su abuso los incomode. Me temo que, a día de hoy, su abuso será para ellos será una mera anécdota. Luego, la vergüenza será un agente activo de la desmemoria: “vivir es olvidar” aseguran muchos enterados de la vida moderna.
Yo, que atesoro recuerdos, siento remordimiento por no haber actuado. Mi forma vivir vuelve a demostrar ser la equivocada.
Me fijé en que Sofía suele tener cerca algún libro, imagino que la lectura la acompaña cuando no lo hace su música. Aún no la he visto esta tarde, ayer la vi leyendo mi libro y la verdad es que me sentí muy feliz.
Un abrazo, Frodo.
Es curioso cómo en esta sociedad tan banal y consumista, nuestro legado va a ser el mal ejemplo. Alguien me dijo una vez que el nace con "mala sangre" aunque tenga una buena educación y tenga delante buenos ejemplos, la mala sangre lo acaba haciendo tal y como es. Supongo que se refería a la gente "depredadora" por naturaleza, que hay mucha y en muchos terrenos.
ResponderEliminarEl ejemplo que comentas es bastante común en nuestras calles y otras. De hecho nace en los colegios y a muy temprana edad (bullyng y otros), y puede que todo sea "imitación" de lo que en la sociedad ven. No sé si son recuperables o no, esas actitudes, tampoco quiero ser catastrofista, el día que les hagan lo mismo a ellos, comprenderán (supongo); (la mejor maestra es la propia vida ¿no?).
Tú denuncias estas cosas y generas conciencia, reflexión, ante lo cotidiano urgente, ¿qué más puedes hacer? No es cuestión de valor, es que tendrías que hacerte "héroe" a tiempo completo, je. Bromas a parte, al final lo único que podemos hacer es distanciarnos de las cosas, si queremos llegar hasta el final de la calle... Y es lo triste.
La idea de ir regalando libros quizá sea más de nuestro alcance.
¿Sabes...? Escribiéndote, me vino a la mente una historia verídica sobre "historias de las calles", emulando a aquella otra tan especial de Buero-Vallejo: "Historia de una escalera", y que un día igual te cuente...
"Porque el hijo deshonra al padre,
la hija se levanta contra la madre,
la nuera contra su suegra:
y los enemigos del hombre
son los de su casa".
Buen lugar este espacio tuyo para intercambiar con palabras, las cosas que nos importan, aunque no podamos cambiarlas. ¡Salud!
Buenas tardes, Clarisa:
EliminarMás que nuestro legado –que opino tal y como escribes sobre “la mala sangre” y miserables los hay desde que Caín salió a pasear con adán–, creo que lo preocupante es la mala educación que demuestran muchos de los que se engloban en la llamada “generación mejor preparada de nuestra historia”. Yo más que de gente depredadora, hablaría de hordas vandálicas (su mal es gratuito y lo practican en grupo)
Basta pasar por un lugar que frecuenten estos jóvenes caníbales, para oír las voces e insultos que se dedican, observar cómo creen que depositar objetos en las papeleras es el acto vulgar y sufrir al ver cómo se consagran a las prácticas más atávicas de embrutecimiento.
Ellos se declararán solidarios, pacifistas e internacionalistas, pero muchos son componen lo más asquerosamente consumista y clasista de nuestra sociedad. Reniegan de su procedencia humilde y de la condición de clase trabajadora de sus padres. Quizá al hacerse viejos, estos jóvenes caníbales se van quedando sin dientes –desconozco las estadísticas–, pero creo que ya mucho antes se habían quedado sin conciencia. Quizá la vida enseña, Clarisa, pero no todos aprendemos de ella; y está claro que muchos no aprenden, sino que mimetizan conductas grupales de supervivencia.
Mi natural hiperactivo hace que reaccione de forma resolutiva ante los abusones (como casi todos los monstruos, la mayoría son unos asustadizos), de ahí que me decepcione el ver que soy cobarde al no ayudar a tiempo al abusado- Con haberles pegado una voz, ya habrían dejado a Sofía en paz y se habrían puesto a insultarme de la que se iban; pero me quedé observando la escena.
Me gustaría que me contaras esa historia verídica. De entrada, tras leer tu comentario, me han entrado ganas de releer a Buero-Vallejo, un autor al que tengo muy olvidado.
Es para mí una suerte contar con tu ayuda, Clarisa. Aunque no sé poner en palabras lo beneficioso del estímulo de tu compañía, no dudes de lo mucho que aprendo y comprendo al leerte/escribirte.
¡Salud y suerte para ti y los tuyos, compañera!