Texto personal y quizá críptico sobre lo imperdonable de olvidar a los miserables.
Imagen de Alberto Sordi en la película Los inútiles - I Vitelloni Fellini de federico Fellini
Supongo
que con el PERDÓN pasa como con el OLVIDO: son palabras que usamos
habitualmente, pero las sentimos en ocasiones contadas.
Por
fortuna conozco el AMOR y desconozco el PERDÓN.
Desconozco
el PERDÓN
sentido y sincero que resulta de superar un daño irreparable, ya que nunca me
he visto en una situación en la que alguien me haya provocado un mal.
Pero
sí que he afrontado a quienes me hacen centro de su mucha inquina. Y a esos ni
los perdono
ni los olvido.
Nada de recomenzar tras la afrenta: no puedo perdonar a quienes me
hacen daño de manera gratuita; sus ofensas les saldrían gratis.
Asimismo,
los practicantes del perdón aseguran que éste conlleva el olvido;
y ése es un monte en el que nunca clavaré una cruz. Olvidar conlleva el peligro
de volver a morar en lugares que los ángeles no se atreven a sobrevolar; y,
pese a mi tendencia a sobrevalorarme, no soy ningún valiente.
Recordar
es una forma de crecer, de aprender y alejarse del dolor.
Si
se llama “juicioso” a quien recuerda que el fuego o el filo pueden hacer daño,
¿por qué al que recuerda quién le hizo daño se le denosta como “rencoroso”?
¿Acaso lo noble es exponernos al sufrimiento?
De
ahí que me reafirme en que no perdono a los miserables ni olvido
sus afrentas.
Lo
imperdonable sería no agradecerte eso que tú me das, amable leyente. GRACIAS
INOLVIDABLES. Nos dedico «Eso que tú me das», tema del
inmortal Pau
Donés y su banda Jarabe de
Palo.
Caray... perfecto... trataré de no ofenderte en la medida de lo posible... ojalá que pueda.
ResponderEliminarY en cuanto a Jarabe de Palo, siempre es una música oportuna. Gracias y saludos desde Brasil
Hola, Alí:
EliminarPerfecto es este regalo de tu lectura comentada.
Sí, su música es siempre oportuna.
Un abrazo desde España, Alí.
Que bonita la frase "lugares que los ángeles no se atreven a sobrevolar" y que valiente tu texto. Besos.
ResponderEliminarHola, Ángela:
EliminarGracias por tu comentario apreciativo. La frase es deudora de la novela de E. M. Forster.
Un abrazo, ángela.
Tiene mucho sentido.
ResponderEliminarLa memoria es importante, recordar a los que han hecho algo bueno es agradecimiento.
Y recordar a los que ofendieron puede ser vital, para evitar la repetición de algunos errores, no confiar en personas no confiables.
Y el agradecer incluye a quienes no se conocen y han hecho tanto bien a quienes no conocen, siendo los músicos un ejemplo.
Saludos.
Hola, Demiurgo:
EliminarGracias por tu sentido comentario.
Tengo buena memoria y el recuerdo –voluntario e involuntario– forma parte importante de mi día a día.
Y sí, tal y como indicas, no confío en “personas no confiables”. De hecho acabo de marcar como “basura” un par de comentarios que la acosadora acababa de dejar bajo una de sus identidades.
Agradecer es una práctica reconfortante. Es como dices, los músicos o cualquier creador cultural, merecen todo nuestro agradecimiento –sea o no su obra de nuestro gusto.
Gracias por tu compañía, Demiurgo.
Con el paso de los años , me cansé de poner la otra mejilla como dicen la biblia"si te golpean por la otra mejilla" lo que no sé es cómo dios aguanto tanto después de todo lo que le hicieron.
ResponderEliminarPor eso ahora yo , si me la hacen me la pagan , eso sí no hay gente que se meta conmigo , ya que no doy lugar.
Muy bueno el vídeo , eres un cielo amigo Nino Minino , te deseo una feliz semana , saludos y abrazos para frambuesa y para ti !!! Remiaú!!
Hola, Aristogata:
EliminarComparto tu cansancio mejillero; aunque en mi caso el paso de los años fue breve, ya que me cansé en los albores de la infancia. Imagino, amiga, que ni tú ni yo somos muy bíblicos.
Me alegra saber que no sufres acosos al no dar lugar a ello. Tampoco creo darlo, desde luego no lo doy en este blog para que vengan aquí a incordiarme. Pero bueno, al no ser personas abusivas no entendemos las personalidades abusadoras.
Saludos frambueseantes, amiga.
¡Remiaú!
Hola, Nino, ¿qué te parece esta cita: Intentar olvidar no funciona. De hecho, es bastante parecido a recordar.? Un beso.
ResponderEliminarHola, Maite:
EliminarGracias por reproducir esa cita. Creo que los procesos mentales y anímicos son tan personales como generales (todos somos de una misma especie pero no abordamos de la misma manera los procesos vitales). Pero sí, imagino que el olvido forzado es una mera autocensura.
Un abrazo, Maite.
Pues no sé, yo creo que recordar lo que nos ha hecho daño y mucho más a quien nos ha hecho daño, es otrogarle un lugar demasiado preferente que no merece. ¿ De qué vale recordar algo que no queremos que se repita y que además al recordarlo volvemos a revivir el sufrimiento que nos generó ? si acaso recordar lo que hemos aprendido a partir de los errores cometidos, para no repetirlos, solo por eso. Cuando hemos confiando en quien no debíamos o simplemente cuando hemos hecho las cosas mal. Por salud mental, fíjate, casi te diría, por puro egoísmo, hay que saber perdonar para que la herida cure, es la única forma de que no se enquiste y siga doliento y se trata de eso NINO, de sufrir lo justito. La higiene es imprescindible en todo tipo de procesos curativos, así que mejor desinfectar ( perdonando, a veces perdonándonos a nosotros mismos) y que cicatrice ( si no olvidando, dejando que todo se amortigue en el tiempo) que hurgar y hurgar haciendo que se cronifique algo que al perdurar en el tiempo sigue haciéndonos daño. Creo que se debe recordar lo que nos aporta, lo que nos enseña, lo que nos hace mejor gente y sobre todo, lo que nos ayuda a sentinos mejor interiormente, lo demás, no merece la pena...
ResponderEliminarMuchos besos y no sé, siento no verlo como tú, pero sea como sea, que lo que decidas te haga sentir bien contigo mismo, cada uno tiene su forma, que encuentres la tuya.
Hola, María.
EliminarGracias. No sabes cuánto siento el no poder sentarnos a charlar sobre éste y tantos temas y tener que limitar nuestra conversación al ámbito escrito. Tus comentarios muestran siempre una atención total hacia lo que ficciono o expongo. GRACIAS.
Mi ambigüedad a la hora de expresarme da pie a malentendidos. Respecto a tu manera de sentir y afrontar este tipo de situaciones; y te agradezco el que me la refieras.
En primer lugar creo que debo contextualizar el origen de este flujo de sentimiento. Llevo meses recibiendo comentarios insultantes. Comentarios realizados por una misma persona bajo diferentes personalidades. He denunciado esta situación ante Google. He identificado a esta agresora y sus supuestas identidades. He adjuntado la localización de su IP (lograda gracias a los servicios gratuitos de Google). Esa denuncia la envié por duplicado en español e inglés. Guardo sus comentarios como “basura”: no los borro para poder acreditar mi denuncia. Al igual que guardo las copias que automáticamente se envían de los comentarios a la cuenta de correo electrónico, así aunque ella los elimine tengo copia de su identidad y del correo en Gmail al que va asociada.
Google no ha hecho nada por frenar a esta agresora. Y esa desatención es una muestra de su desatención hacia los blogs. Ya que en YouTube, donde tiene un gran negocio, sí ofrece la posibilidad impedir que una identidad agresiva te comente.
Este texto que has leído y comentado es un ejercicio de defensa de mi territorialidad. Ésta es mi tierra y es tierra de acogida para quien viene con respeto. Pero no lo es para miserables. Nunca he sido condescendiente con los infames, ni he tolerado la agresividad verbal o física. Creo mi una actitud firme ante los agresores es la explicación para que, pese a mis peculiaridades, nunca haya sido abusado.
Y bueno, como ves me he prolongado en exceso. Gracias por tu compañía. También te felicito por la cuidada calidad de tus textos. Invito a cualquiera que pueda estar leyendo este comentario a que visite tu blog.
Tanto tu comentario como un par de correos que he recibido me planteáis enfoques que merecen ser correspondidos con detalle. Estos días estoy algo pillado de tiempo. Pero confío en mañana ya estar más desocupado y escribir una respuesta ponderada.
Un gran abrazo, María.
El dolor hay que recordarlo, para que como catarsis, se vaya, con sus algias y quienes lo provocaron. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarHola, Carlos:
EliminarSí, admirado poeta, el dolor no hay que ocultarlo ni silenciarlo, tampoco encontrar consuelo en la queja ante el sufrimiento. El dolor hay que combatirlo eliminando el foco del malestar. Y, en este caso, lo elimino aireándolo.
Un abrazo, Carlos.
Entiendo lo que dices, pero me parece demasiado trabajo, la verdad. Por suerte tengo mala memoria, mis espaldas necesitan muchas puñaladas para que empiece a sospechar que alguien tiene algo contra mi...
ResponderEliminarHola, Beauséant:
EliminarImagino que va con los rasgos de personalidad de cada uno. A mí, lo que siempre me ha resultado indigesto es tolerar puyas, ridiculizantes o burlas; ¿qué decirte de los insultos? No consiento que se usen referidos a mí, ni como muestra de admiración o complicidad.
Tengo memoria: buena, selectiva o falseadora. Y cuando lo que uno sufre no son sospechas, sino hechos (las agresiones siempre lo son), no hace falta ser Benoit Blanc para identificar quién te está clavando “Puñales por la espalda”.
Un abrazo, Beauséant.
¡Hola, Nino! Se suele decir aquello de "perdono pero no olvido". Quizá en mi caso llega antes el olvido que el perdón, aunque también es verdad que no recuerdo que nadie me haya hecho nada con especial malicia. Alguna desconsideración, pero poco más. Pero como mencionas, en realidad nadie perdona, el mal sufrido siempre queda ahí, y eso no se soluciona con nuestro perdón, sino con el arrepentimiento sincero de la otra persona y el desagravio posterior.
ResponderEliminarEl mayor problema imagino que vendrá cuando el daño nos lo provoca gente a la que en su día apreciamos. Estupenda reflexión y/o declaración de principios. Un abrazo!
Hola, David:
EliminarPienso que es vital mantener ciertas convicciones y ser firme en la defensa de tus condiciones. Mantenimiento y defensa que nunca se deben convertir en agresión. Simplemente hay que defender tu sitio en la vida. No soy de los de “¡Quien me la hace, me la paga!”, pero sí que hago todo lo posible para evitar que quien me la hizo pueda repetir. Y al recordar quién y cómo me agredió/insultó me es más fácil evitar que vuelva a repetirse su intento de asalto.
Con despreciar a la despreciable es normalmente bastante. Y al hacerle ver, ocasionalmente, que no hay perdón ni olvido para sus insultos ratifico el desprecio que le trasmito al ignorar sus insultos.
No siento rencor ni me impele la venganza, es una simple muestra de autoestima.
Gracias por tu estima, David.
Hola, Nino. Te entiendo muy bien, sé de lo que hablas. En el contexto que expresas tu firme convicción, tiene sentido tu alegato y hay que saber defenderse, claro que sí. Porque a veces nos ocurre que para parecer socialmente correctos, hay que tragarse todas los "memeces" de algunos. Yo creo que cuando alguien no busca pelea y van a buscarlo, hay que defenderse y siempre a la primera, porque como aprendan el camino luego costará más. A los miserables que van con cobardías por detrás, ¡ni agua! Eso sí, una vez que se les ha respondido como se merecen, indiferencia al cobarde. Y por supuesto olvidar lo malo, que jamás perturbe a la mente pacífica. Los rencores combinan mal con la luz de la mañana. (Pero no hay que dejarse engañar, porque muchas veces sólo es provocación para entrar al trapo, ya sabes. Algunos y algunas andan aburridos, ya sin trabajos, sin familia que atender, con todo lo contrario de lo que dicen en sus adentros banales, y van de lugar en lugar para desestabilizar y amargar a otros porque sus amarguras les rebosan).
ResponderEliminarMe reitero en que a los hipócritas y a los faltones, la indiferencia es la mejor arma.
Feliz creatividad para ti, amigo. 🌱🌞
Hola, estimada compañera (e inminente antóloga).
EliminarGracias por compartir tu reflexión sobre el perdón y el olvido, Clarisa.
El que no perdone ni olvide las afrentas ni a quien me agrede no quiere decir que viva en el odio o en el rencor. No he odiado a nadie (aún estoy a tiempo) y sólo he sentido rencor hacia una persona. Rencor que ahora sé que fue un sentimiento que tenía gran parte de descontento hacia mí comportamiento durante la relación táxica con esa persona.
Cuando una relación (pasional o amigable) se va al garete, evito proyectar en otros mi frustración por lo que es una decepción personal. Nadie tiene la culpa de que su comportamiento nos haya ajustado a lo que yo había esperado .
Pero sí dirijo mi respueta fieme y enérgica contra comportamientos que conllevan faltas de respeto. Procuro que mis respuestas ante las agresiones se circunscriban al ámbito de mi relación con esa persona. Muchas veces esa respuesta se basa en decirle ¡No! y en decirme ¡Nuna más! Y mantener esa postura. No rechazo con la boca pequeña, de ahí que rara vez mis “Adios” pueda interpretarse como un “Hasta luego”. También evito que se produzcan roces que se confundan con caricias. No entro en ambiguedades.
Hablo de mis problemas y de mi sentimientos con las personas a las que afectan esos problemas y sentimientos. Y, así mismo, pienso y reflexiono sobre esos sentimientos. El lenguaje, la forma en qué canalizo y reflexiono es fundamental. Soy una persona comunicativa. Converso sobre “mis” cosas cuando estas cosas son a la vez “nuestras”.
Y, como por suerte, amiga mía, como tú y yo tenemos tantas cosas nuestras de las que hablar, creo conveniente aparcar –por el momento– el tema de estas muchas agresiones. Aunque sé que pueden recomenzar en cualquier instante.
Un gran abrazo, apreciada Clarisa.