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Los mensajeros del miedo.
En septiembre de 2001, Dark Horse avisa en Hellboy: The Bones of Giants, de la llegada de un tiempo en el que los héroes buscarían restos humanos entre los escombros. DC trata en el especial explosivo The Authority: Widescreen el tema de las destrucciones en masa. Image vaticina la llegada del Averno, del que nos salvarán un puñado de soldados, en Inferno: Hellbound. Marvel, en las páginas de Cable, denuncia el sendero luminoso que el fanatismo ve en el terrorismo.
El 11 de septiembre de 2001, unos iluminados hicieron realidad estas fábulas.
Los ecos del miedo.
Gran parte de la psicosis que invadió a la sociedad norteamericana se dirigió a la industria del espectáculo.
De Tom Clancy, a Superman o Estado de sitio, autores, personajes y obras fueron escrutados en comisiones donde participaron creadores cuyas fábulas eran más atendidas que los informes de los analistas de ¿inteligencia?
Hollywwod ha alistado a sus estrellas en gestas bélicas. Operación que ha triunfado en un frente doble: el rearme moral nacional, y el beneficio empresarial. Todo presentado en una hábil campaña propagandística, que incluía retoque y retardo de películas.
En un contexto donde la industria del entretenimiento ha participado en bloque del ánimo creado tras los atentados (del brío vengativo de algunos videojuegos, al eco de las tragedias cantado por Bruce Springsteen, o la publicación de 202 cartas de baraja, coleccionables, sobre las víctimas) sorprende la reacción del mundo del Cómic. La Industria optó por la autocensura. Actitud secundada por algunos creadores. El ejemplo más claro sería el de Authority: a la cancelación de la serie regular, y del especial Widescreem; se une el que autores asociados a ella, como Brian Azarello, optaron por silenciar sus historias.
En general, las grandes compañías no han prestado atención especial a la catástrofe, ni la han trasladado a su continuará. Lejos quedan los tiempos en que colecciones como El hombre enmascarado, de Falk y Moore, se apartaban del aislacionismo de EE.UU, y defendían su participación en el combate al Fascismo.
El porqué de esta actitud es discutible. Unos aluden a la madurez del medio, otros a su escasa repercusión, algunos a que el tebeo generalista defiende habitualmente ese espíritu.
Con todo, no faltan ejemplos de fervor desaforado: Graig Weich tras ver el efecto que causó sobre unos conciudadanos al envolverse en la bandera patria, fraguó un proyecto que animaría a su nación e impulsaría su carrera. La autoedición de Civilian Justice nº 1, con un video de su futura adaptación fílmica disponible en la red, apareció en septiembre de 2002. En la portada, un enmascarado ceñido en barras y estrellas destripa a un árabe, sobre un fondo de rascacielos neoyorquinos.
Me temo que no todos los comics publicados en USA tienen el mismo target. Si es el del lector medianamente inteligente o mejor dicho, ese que ve un poco mas alla de las necesidades que le pone en la tele wallmart no creo que disfrute mucho ver como destrozan a un arabe: demasiado manido, demasiado escuchado por los voceros del anterior gobierno
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Alberto:
ResponderEliminarObviamente, cuando juzgamos a la sociedad yanqui, los europeos occidentales tendemos a juzgarla desde el desprecio, máxime desde países como España con un añejo antiamericanismo.
Por otro lado, tú conoces mejor que yo la vida, la amistad y el sabor a tarta de manzana del American way of life.
De todas formas, ten en cuenta que el Cómic como medio creativo o comunicativo, es tan válido como cualquier otro. Es nuestra estrechez de miras la que lo reduce a un entretenimiento desfasado para niños.
Un abrazo