De Zapatero, ya nada espero. Y con Rajoy, como que no voy. Pero confío en mí, y en la fuerza de la Imaginación. Y tú deberías hacerlo en ti, pues eres lo mejor que tienes. Es más o menos lo que le decía un anciano animoso a un decaído Michael Jackson el el videoclip de la canción The way U make me feel: “Just be yourself”. Y al final, el muy funky acabó embelesando a la embelesadora.
El caso —sí, eso que TÚ no me haces— es que a mi exitosa campaña a favor de que me den el dinero del Premio Nobel de Literatura —el diploma se lo pueden quedar, que hay que ahorrar papel— se une desde ahora una batería de sugerencias para mejorar el mercadeo laboral. Y aquí comparto mi primera ninialidad:
Desde mis años de tuno —sin duda mi etapa más cercana a la excelencia creativa— tengo una idea en mente que ahora os hago presente. En las colederas a fiestas y ágapes donde con toda la jeta tocaba la pandereta, siempre acababa en el baño, escondiéndome del padre de la novia, del marido de la homenajeada o del compañero de la agasajada. También de los niños que me tiraban aceitunas y de las señoras que me pedían que cantara canciones de Yoryi Dan, pero ésa es otra histeria.
Allí en los servicios, mientras hacia tiempo para volver al vicio, no podía evitar fijarme en la habitual figura de un trabajador —tranquilos, que esto no acaba como Sodoma y Gomorra— cuyo servicio fundamental era dar toallas a los usuarios.
Desde aquí y sin dormirme en los laureles, ni en la recepción —que eso de que los recepcionistas dormimos en el curro es tan falso como tu número de móvil de 5 cifras— propongo ampliar esta experiencia de sustituir el toallero por un caballero y el neceser por una mujer, a otros elementos de la toilette. Aquí, este escribiente se ofrece a oficiar de elemento reclinable del tocador de señoras. La posición que muestra la ilustración es una de las 69 que pueden llegar a alcanzarse.
La crisis es económica, no de ideas.
Venga, Lola, ¡anímate! Y, ya de paso, siéntate.
© Nino Ortea, tu patito personalizado de bañera.