Disfruto
mucho releyendo este post en el que —partiendo de frases reales introducidas en un buscador
y que condujeron a este blog— fabulaba un consultorio sentimental para los
lectores.
Querides lectores:
Finalmente tengo el honor de
dirigirme a ustedes para compartir algo más que té y compañía en estos días de
verano austral.
Quizás no me conozcan, pero yo he
oído hablar mucho y bien de ustedes, así que permítanme que me presente:
Mi nombre es Doctor
Ninosko, licenciado en obstetricia gastorópoda por La Granja de Pin y Pon.
El Dr. Ninosko no ceja en lo de no depilarse las cejas. |
Desde su más tierna infancia —ya
antes de que cayera en ese pozo sin fondo de la adolescencia en el que lleva
entrañado 35 años— he sido la parte encargada de la afloración subconsciente
del inconsciente de Nino. De hecho, a mí pautación se deben
sus denigradas gestas en el terreno emocional y afectivo:
Fui yo, y no el modosito de Mar-ce-li-no-jo-sé, quien ante
la negativa de su primer amor —otrora conocida como Ricitos de oro— a prestarle atención, le
aconsejé que le regalara a la pelilarga un bote de laca de La
Señorita Pepis. Desde entonces Ricitos
—ahora señalada como Pelona— luce una
calva espectacular, aunque una orden judicial nos impide acercarnos a
felicitarla.
Fugados del reformatorio, y ya en el
instituto deformante, tras seguir mis doctos consejos Nino logró
convertirse en El terror de las nenas. Y es que
no hay nada más masculino que la falta de higiene y la nulidad de modales. Era salir él al pasillo ¡y todas corrían a clase o al baño! —lo que origino la
costumbre femenina de ir apelotonadas al tocador para evitar al sobón—.
Desde su hospitalización en la
universidad, y no es por supravalorarme, he logrado un auténtico éxito
científico:
A base una dieta desequilibrada a base de bromuro y tigretones, mi
impaciente paciente se mantiene célibe cual vestal de Dionisos, a la
espera de la llegada del amor verdadero, ¡Qué hay mucha pellejuda pelandusca
por ahí fuera!
Cuarenta y ocho años y la leyenda crece…
al contrario que otras partes de su anatomía.
ResponderEliminarJe, creo que en este post , ya por aquel entonces, mi sexto sentido me sopló que era literatura :-)
Bss
Hola, Juncal:
EliminarPermíteme completar aquello que te sopló adecuadamente tu acertado sexto sentido:
Me gustaría que mis momentos de escritura se acercaran a la Literatura. De momento son espejismos creativos que me ayudan a mantener el paso en este desierto donde florecen, ocasionalmente, oasis de comunicación.
Gracias por acompañarme desde el principio en esta travesía.
Un abrazo, Juncal.