Mi
hermana, buena estudiante ella, podía disfrutar para mi envidia en libertad de
las mañanas. Se unía a los lugareños en sus quehaceres agroganaderos —a
nuestros ojos, gestas extraordinarias— o a alguna otra familia de turistas en
sus excursiones.
Mientras
ella se aireaba, yo permanecía enclaustrado, en la que quizás sea la época en
la que más cercano me he sentido a la Religión. Por eso de rezar cada mañana
por que llegara “La hora del Ángelus” y en cuanto daban las doce, triunfaba en
mis trece de salir de mi retiro. Aunque, siendo sincero, mi arresto era de
tercer grado. Pues el sonido del claxon que los vendedores ambulantes usaban
como reclamo, “estampidaba” mis breves escapadas junto a mi madre. Unos días a
comprar fruta, otros carne y algunos pescado.
Llegado
el mediodía, no tardaba medio minuto en subirme a mi bici y ponerme a pedalear,
no fuera a ser que mamá cambiara de idea y me mandara quedarme a rehacer lo mal
escrito y peor estudiado.
En
mi bici, unas veces cabalgaba por las praderas del lejano oeste y otras por las
llanuras de la Europa medieval. Las lagartijas se transmutaban en dragones y mi
tirachinas en arco. Por esos campos de Cudillero cruzaba sin marearme los mares
de la imaginación al rumbo del reloj de la iglesia que, cada media hora,
marcaba mi vuelta al puerto de mi casa. Donde al viento del apremio, lanzaba puntualmente
salvas de voces con las que avisaba a mi madre de que estaba sano y salvo.
Ahora,
el viento me avisa de que me conviene acompasar el disfrute y la creación. Hoy es 20 de agosto de
2014. Estoy en Gijón. Y recordar mi niñez no me impide buscar el olvido.
Entrañable... Creo que cuando se escribe en primera persona, y aunque no sea autobiográfico, ayuda a sacudirse el barro de los zapatos. Pues como decía mi admirado Pessoa: "Toda la vida es guerra, y la batalla es, pues, la síntesis de la vida (...). El arte sirve de fuga hacia la sensibilidad que la acción tuvo que olvidar". Es el mejor modo de encauzar esa sensibilidad, ¿no crees?.
ResponderEliminarHe paseado un poco contigo en bici, por la Europa Medieval y me encontré de frente con lagartijas "dragonoides" y también llegué sana y salva... Es bonito leerte, no sé si porque me encanta leer o porque me gustan las aventuras de la palabras, de tus palabras...
Que vaya bien. Saludos!
Buenas tardes, Clarisa:
EliminarMuchas gracias por tus palabras.
Sí, coincido contigo y comparto las palabras de Pessoa: el arte sirve para aportar a la vida la sensibilidad que descuidan las acciones. Para mí, escribir tiene un efecto terapéutico en mi ánimo. Me calmo y sosiego al dar forma de letras a mis sentimientos. Disfruto jugando con palabras. Me entretengo e incluso sorprendo al contarme historias. Y luego esta la maravilla de compartir y ver que eso que temías tan personal es en realidad humano.
Narrar en primera persona es una necesidad, no una opción. Esa metáfora de "quitarse el barro en los zapatos" es perfecta. La voz sale como sale y me limito a escribirla. Ojalá tuviera pericia para amoldar lo que quiero contar a cómo se debe contar. No la tengo y eso me lleva a curiosear por laberintos que me alejan del camino de la comunicación. Me cuesta mucho corregirme en mis excesos y regustos pues hablan de mí y del momento en que escribí el texto. Por eso, Clarisa, gracias por subirte también a este paseo en bici en el que las pedaladas del recuerdo nos alejan del olvido y dan fuerza para los repechos del presente.
También, felicidades por los poemas y textos que compartes en tu blog
Un fuerte abrazo, Clarisa.