Este
jueves es el compañero Demiurgo
quien nos invita desde su blog a participar en la convocatoria de
relatos.
Las
composiciones deben tener como fuente de inspiración a su personaje
Mara
Laira.
En mi relato hago un homenaje a la novela Do
androids dream of electric sheep?
de Philp
K. Dick
y un acercamiento al estilo inimitable de Demiurgo.
Si
accedes a este enlace, encontrarás vínculos a todos los enlaces al
universo compartido por gracia de Mara
Laira.
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Fotografía de la actriz Sean Young en su primera escena de la película "Blade Runner" (1982) |
El
triunfo de Ella
Cumplí
la voluntad del dragón hasta que llegaste
porque
estaba encaprichado del amor como una improvisación
fortuita
o un juego preestablecido
que
se iniciaban si dejaba caer el pañuelo.
Traducción libérrima de
la primera estrofa del poema “Her Triumph”, por
William B. Yeats.
I
did the dragon's will until you came
because
I had fancied love a casual
improvisation,
or a settled game
that
followed if I let the kerchief fall
Una triste oleada eléctrica, chirriada por el
adormecedor automático del armonio de desánimos, acunó a Rick Deckard, otrora detective de lo oculto y que ahora,
reconvertido en agente “Blade Runner”, se ocupaba de retirar toda presencia
anómala en este plano de la realidad.
En su sueño entrevió a una mujer de facciones
perfectas coronadas por una sedosa melena negra recogida en un tocado. Al
acercársele, balanceaba su cuerpo sinuoso a un ritmo tan acompasado como una
canción exacerbada de Calamaro.
Deckard gozó de un
espasmo al escuchar su voz sedosa. De la que ella se inclinaba para susurrarle
al oído, el ojo privado de disimulo del detective aprovechó para investigar su
fragante escote. Dijo llamarse Mara
Laira, soprano en polifonías amorosas y musa de composiciones ardorosas de Demiurgo, rimador recitado con deseo en
los burdeles perdidos de todo Hurlingham.
Con dedos ágiles, Mara
sacó papel de plata del paquete de tabaco que había sobre la mesita. En menos
tiempo del que Deckard necesitó para
suspirar su nombre, ella había moldeado un unicornio que posó sobre la rinconera.
Le murmuró al extasiado Deckard que su existencia era cierta; aunque, por su perfección, le
pareciera irreal.
Necesitaba su ayuda para encontrar a su afín Duality, a quien temía atrapada en
alguna historia perdida o sin terminar de empezar, en uno de esos relatos que
se quedan varados en los arrecifes malditos que separan la inspiración de la
creación.
Si la ayudaba a buscarla por El espacio virtual,
sabría recompensarlo aunque el final de su pesquisa no fuera feliz, o incluso
resultara violento u oscuro. La siguiente noche, tras quedarse dormido,
acudiría a saber su respuesta.
Sorprendido —siempre le sorprendía encontrarse
despierto tras un sueño tan vivo— Deckard
se desperezó. Maldijo su soledad indeseada y su debilidad ante el deseo.
Maldijo la vivacidad de sus sueños y el desaliento de su vida. Estiró una mano
para coger un cigarrillo con el que sustituir maldiciones por toses. Sus torpes
dedos tiraron un objeto. Sobre el suelo vio destellar un unicornio plateado.
Activó de nuevo el adormecedor, necesitaba soñarse ese
Demiurgo inspirado por Mara Laira. 350
He publicado una nueva versión de esta historia, si te apaetece leerla sólo tienes que pulsar sobre este enlace. Gracias.