Sin
entrar en muchos detalles —que luego me desoriento y convierto mis reflexiones
en laberintos— debo reconocer que mi más preciada creación, lo más cercano que
nunca he tenido a un hijo, es mi personaje de Nino Ortea.
Gustaf Adolf Tenggren "Blue Fairy Workshop" |
Cual
Gepetto, me gusta tallar figuras con mis palabras e insuflarles vida con mis
ilusiones. A falta de madera —que aunque haya sido un pirata malo, no tengo
ninguna pata de palo— me baso en experiencias ajenas y propias para repujar
escenarios ficticios recubiertos del barniz de la realidad. Un poco de esto, un
algo de eso, sombra aquí, sombra allá, unos polvos mágicos y, en lugar de un
conejo, saco un personaje de mi chistera.
En
el caso del asombrosamente menguante Nino Ortea, su nombre es resultado de la
nada original conjunción de mote por el que me llamaba mi madre –ni cuando me
reñía me llamaba por mi patronímico– con mi
apellido paterno. La idiosincrasia de mi heterónimo, su vita operandi y su modus
vivendi son un mero juego de espejos y humo, articulado sobre las fallidas
percepciones de quienes creen conocerme bien, y como mucho me prejuzgan por mis
apariencias o sus carencias.
Del
King Kong virulento con que me animalizan quienes me violentan, al Peter Pan
irredento con el que fantasean las Wendys que me niegan. Del pendón irredento –enamorador
de damas de alta cuna– al romántico irredento –enamorado de lozanas de cama
accesible–, hay una diferencia basada en que el latido de tu corazón, Sidonie,
se produzca al compás o a destiempo.
Yo
soy el mismo, lo que varía es la percepción ajena. Dependiendo de tu interés,
así me lees, Sidonie.
Hay mucho de nosotros en las letras que tallamos y un día nos asombran. Como hijos que han crecido sin ser conscientes del paso del tiempo por nuestras letras.
ResponderEliminarMi abrazo de luz siempre
Buenos días, AtHeNeA:
EliminarSí, estoy totalmente de acuerdo con tus palabras: son muchas las veces en las que, al releerme, mi asombro me lleva hasta el sonrojo.
El tiempo hace puerto en esas letras en las que han calado nuestros sentimientos.
Gracias por tu luz, AtHeNeA.
Y a mí que me gusta que entres en detalles y acompañarte en tus laberintos. No dejes de hacerlo, Nino.
ResponderEliminarBuenos días, ángela:
EliminarSiéntete libre para callejear por este laberinto, yo estoy encantado de contar con tu compañía.
Gracias, Ángela.
Me gusta eso de tallar palabras como Gepetto talla madera. Me gusta eso de enamorador de damas altas cuna y enamorado de lozanas de cama accesible.
ResponderEliminarSidonie es un buen nombre de una mujer para mencionar. ¿Sería tu hada de cabellos turquesa?
Bien escrito.
Saludos.
EliminarBuenos días, Demiurgo:
Como buen tallador de ilusiones con forma de palabras, sabes bien que nuestros sueños cobran vida en ellas y las vemos crecer hasta vivir una historia que, quizá, no habíamos planeado para ellas, pero es la que ellas quieren contar.
Los cabellos de Sidonie son del color de la ilusión, pues ella es muy suya y adecúa su aspecto al que le parece más estimulante. Yo me limito a sentirla y a agradecer sus visitas.
Gracias por tu compañía, compañero Demiurgo.
Que maravilla!!!!!!!!!!!! dar vida a lo que somos !!!!!!!!!!!!desde la mente que nos controla desde el sexo que sentimos, desde la piel que llevamos y nos remontamos a un pasado que recordamos ,,,,,,,,y a un presente que vivimos,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,, y aun futuro que no planeamos
ResponderEliminarabrazos ...mil...
Buenos días, maravillosa Mucha:
EliminarNo tengo claro si soy una amalgama de impulsos y fluidos, o si soy un cúmulo de experiencias y esperanzas; lo que sí que creo es que, con aciertos y errores, sólo intento vivir una vida feliz y placentera. En el pasado no quise crear vida, en el presente doy vida a mis sueños, con ello no compenso mis errores, pero intento plantearme cómo sería mis otras vidas de haber tomado otras decisiones.
Un abrazo, Mucha.
Has hecho una hermosa descripción repleta de metáforas y analogías con referencias a personajes de ficción.
ResponderEliminarQuien te juzgue no sabe lo que significa ser mago de las palabras, creador y dador de historias pues en ellas si va la esencia tb se conjuga por suerte la imaginación y a veces hasta la demencia
encantada de leerte
besos
Buenos días, encantadora María:
EliminarMis deseos de ser mago se desvanecieron hace tiempo, quizá luego de haber leído la novela “El mago” escrita por John Fowles, autor que me fascina a la vez que me sirve de aviso sobre los abismos de la autoexigencia.
Ahora soy un ilusionista que se ilusiona con vuestra compañía, ahora soy un vehemente al que señalan como demente por intentar vivir diferente, cuando en realidad sólo intento vivir a mi manera.
Gracias por tus lecturas, por tus palabras y por tu comprensión ilusionante, MaRía.