Creo que sabes bien que no sé soñar sin soñar contigo, ya te lo he dicho y escrito tanto en el muro de este blog como en cada pared permeable a la tiza.
Lo que creo que nunca te he contado es mi historia
con Joaquín Sabina, más allá de esa anécdota, tan real como mi soledad sin ti, de
que coincidí con él una noche en un bar después de un concierto.
Hubo un tiempo, Sidonie, –bueno más bien debería haberte escrito: “viví
toda una vida”– en el que me desvivía por forzar la desmemoria. La Realidad era
tan fea que decidí embellecerla con el olvido, para que así no se me
atragantara el recuerdo de cada día.
Ya de niño se me olvidaba el camino a la escuela, y
mi madre se veía forzada a llevarme de la mano al colegio para que no me
despistara. De adolescente empecé a dejar abandonados, entre los renglones de
mis libretas sin abrir, el dónde estaba y lo que debía hacer. El presente se
acomodaba a mi capricho, y cuando no era así lo desvivía como si no hubiera un
mañana. De aquella no me gustaba el Sabina
que cantaba por la tele, era demasiado aburguesado para este niño mimado con
anhelos de músico punk.
No fue hasta mi matrimonio que empecé a oírlo. A
ella le encantaba Sabina y a mí
cantarle a ella, con lo que empecé a incorporar al jienense a mi repertorio.
Ella quería vivir un futuro con compromisos y yo no soy dado a tales excesos, así
que se marchó con sus anhelos subida en su caballo de cartón; yo me quedé con
su ausencia, mi atolondramiento y unas copias en casete de los discos de Sabina.
Y
así fue, Sidonie, cómo empecé a escuchar a Joaquín
Sabina para huir del frío de los recuerdos propios condenados al olvido
ajeno.
Con frio o calor siempre es bueno acercarse a tus letras y a las de Sabina. Besos.
ResponderEliminarBuenas tardes, Ángela:
EliminarMe alegra saber que mis letras no te hacen huir; hay ocasiones en las que, tras comprobar el efecto alejador de lo que escribo, llego a preguntarme si la halitosis se puede emitir al escribir, además de al hablar, je je.
Un abrazo, Ángela.
Mira l que son las coincidencias... en este preciso instante, por alejarme del frío me preparé un té y vine a pasearme entre tus letras, que ya era mucho tiempo, -demasiado-, que no lo hacía, y estaba echándolo de menos.
ResponderEliminarUn beso.
Buenas tardes, Alma:
EliminarBien mirado, nuestro encuentro fue fruto de la coincidencia internaútica, y nuestros reencuentros los son de las coincidencias en sentires vitales. Aunque soy más dado al café solo, disfruto del té en compañía.
Gracias por encontrar un tiempo para acercarte, tu compañía siempre llega a tiempo.
Feliz tarde, Alma.
Curiosamente, Sabina ha dado la imagen de alguien que no quería los excesos del compromiso, sino otros excesos.
ResponderEliminarSidonie influye favorablemente en tu forma de escribir.
Saludos.
Buenas tardes, Demiurgo:
EliminarLa tendencia a los excesos acarrea recesos en los compromisos; uno no puede estar al día de cuándo y dónde se le espera si permanece atrapado en la celebración de una noche sin fin. Pero todas las fiestas se acaban y los excesos se pagan. O al menos esa es mi experiencia con las fiestas y mis excesos.
Gracias, Demiurgo: tu compañía favorece mi escribir y estimula mi compartir.
Un abrazo, compañero.
Nino, muy bueno. Desde la epístola y el memorial este cuento, que nos pone de presente cómo llega tu afición por Sabina. Me encanta eso de"... así que se marchó con sus anhelos subida en su caballo de cartón..." UN abrazo. Carlos
ResponderEliminarBuenas tardes, Carlos:
EliminarGracias por tus palabras de aprecio. Es siempre un honor, a la vez que una sorpresa, recibir tus comentarios.
Un abrazo, Carlos.
sabes te voy a contar un cuento (real)
ResponderEliminarhubo un tiempo, en que paseaba por la calle melancolía https://www.youtube.com/watch?v=y8bLOWzJ5tw( era el título de uno de mis blogs) sonaba aquello de por boulevard de los sueños rotoshttps://www.youtube.com/watch?v=fyWjmlMK8Qg
Y si alguién me pregunta por aquellos años Lo niego todohttps://www.youtube.com/watch?v=ToSbLQKqkPA
Un abrazo desde la fría tarde lluviosa en un noroeste lluvioso
Buenas tardes, MaRía:
EliminarMás allá de lo que cada uno sienta por la persona pública de Sabina, está claro que su personaje creativo cala en los huesos.
Me alegra saber tu disposición a negarlo todo, a reinvertarte, a admitir sin sonrojarte que lo que fuiste, ya no lo eres. Sabia decisión la de mudarse de Calle Melancolía.
Un abrazo, MaRía.
Buenas tardes de nuevo, MaRía:
EliminarVuelo tras leerte y te comento aquí lo que no pude o no supe escribirte allí:
http://palabrasaldesnudo.blogspot.com.es/2017/01/breve-intento.html
Enhorabuena por tu poema, por tu nueva victoria en la batalla apalabrada por tu verdad.
Eres alguien más allá de tus sueños creativos o de nuestros caprichos lectores.
Eres MaRía. Gracias por compartir con nosotros tu lugar en el mundo.
Gracias a ti Nino por tus palabras siempre generosas, siempre transparentes . Y sí hice bien en dejar esa Calle aunque ya sabes a veces la Melancolía nos abraza donde menos esperamos o cuando mejor estamos ... es un poco puñetera jajaja
EliminarUn abrazo y como no feliz noche
Buenas tardes, MaRía:
EliminarAnte todo disculpa mi torpeza comentadora, no supe cómo dejarte en tu blog el comentario de las impresiones que, nuevamente, dejó en mí la lectura de uno de tus poemas, y te lo dejé aquí.
Mi historia con la “melancolía” es pura histeria: en una Super Pop de mi hermana encontré la letra de la canción “Vivir así es morir de amor” de Camilo Sesto, estábamos junto a mis padres de vacaciones en Madrid y yo me dedicaba a cantar la canción, que había memorizado, a grito pelado.
La melancolía es un sentimiento natural, es beneficioso cuando no vivimos anulados en él. Quien más, quien menos, todos sentimos su abrazo.
Gracias por tu compañía, MaRía.
Muchacho romántico de letras me gusta tu entrada que la leo desde una madrugada tomando cafe
ResponderEliminarBuenas tardes, Mucha:
EliminarDe café a café, el mío de sobremesa y con una sonrisa mientras te leo.
Un abrazo, Mucha.