Murió Ricardo
Piglia, aquel niño que nació y creció en ausencia de literatura, pero que
tan pronto aprendió a leer quiso ser escritor para encontrar el mecanismo que
le revelara la magia de aquellas combinaciones de palabras que lo sacaban de
este mundo.
Desde su debut como escritor, en cambio, en 1967 con el
volumen de cuentos La invasión, empezó a recibir el reconocimiento de sus colegas.
Un libro donde aparece “Emilio Renzi”, su alter ego periodista y aspirante a
escritor, habitual en sus obras. Sus historias se caracterizan por ser tramas
sentimentales o de bajos fondos que esconden algún secreto, rodeadas por un
suceso policial que lo lleva a indagar sobre el poder y sus resortes.
Autor de tres libros de cuentos, seis ensayos y una
novela corta, Piglia escribió cinco
novelas, entre 1980 y 2013. Desde la primera, Respiración artificial,
se ganó un lugar entre los autores latinoamericanos indiscutibles posteriores
al boom. A esa historia sobre la dictadura militar de su país le siguieron 12
años de silencio, hasta La ciudad ausente. Cinco años más
tarde, en 1997, su literatura llegó al gran público con Plata quemada. Otros 13
años de silencio fueron interrumpidos con Blanco
nocturno, en 2010, y una estela de premios. Su última novela fue El
camino de Ida, en 2013, publicada en España por Anagrama, como las
anteriores.
Antes de Respiración Artificial, escribió
cuentos y ensayos sobre escritores, el arte de escribir, la crítica literaria y
la edición; entre todos destaca Crítica y ficción.
Corta y pega de un artículo
de Winston Manrique
Sabogal publicado en el diario “El
País”.
Para leerlo completo, sólo tienes que pulsar en este enlace.
Que molesta que está la muerte. Pero esta gente, al menos, nos dejó su obra.
ResponderEliminarSaludos.
Buenas tardes, Demiurgo:
EliminarSí, la Muerte parece ansiosa por cobrarse las mejores piezas en su partida de ajedrez sobre el tablero de la vida.
Un abrazo, Demiurgo.
Lo dijo el Demiurgo, amén.
ResponderEliminarAbrazo!!
Buenas tardes, Frodo:
EliminarSí, imagino que poco podemos decir, aunque es mucho lo que podemos (re)leer.
Un abrazo, Frodo.
No, si no lgraré jamás leer todo lo que deseo... y qué ignorante me siento ante tus palabras, del autor sólo conocía "Plata quemada" y porque de adolescente vi la película... un horror. Propósito para el 2017, remediar ciertos vacíos culturales.
ResponderEliminarUn beso Nino e inicia muy, muy bien tu semana.
Buenos días, Alma:
EliminarTambién descubrí a Piglia luego de haber visto la peli de “Plata quemada”; y además la vi con retraso, cerca del año 2000. Luego he leído sus otras novelas, pero no así el resto de su copiosa producción creativa.
Creo que siempre es bueno el que nos queden obras de arte por descubrir, por mucho que nos guste un artista. Además de que somos degustadores de las creaciones ajenas y no acumuladores de libros, dvds o cds; yo, que dispongo de bastante tipo para el ocio, nunca he entendido cómo hay gente que se las arregla para llevar una vida ocupada por obligaciones y además sacar tiempo para estar al día de todo lo publicado, tener una vida social activísima y mantener actualizados todos sus espacios en las redes sociales.
Confío en que entre otros muchos parabienes, este año nos traiga tiempo para el disfrute.
Un abrazo, Alma. ¡feliz semana!
Anda ya me dejas deberes para este año entrante ¡¡
ResponderEliminartomo nota Nino, gracias por esta maravillosa reseña
un abrazo y buen inicio de semana¡
Buenos días, MaRía:
EliminarPor suerte hay millones de placeres por descubar, pequeñas cosas que están ahí y que pueden engrandecer nuestras vidas con sólo leerlas, verlas, escucharlas… Sin duda, Internet funciona de gran descubridor y anfitrión. El comunicarlos, el leernos y escucharnos hace que todos compartamos nuestros intereses y despertemos en quienes nos aprecian la curiosidad hacia lo que nos gusta.
El agradecimiento es recíproco, MaRía.
Lo lamento especialmente a este hombre porque estaba maravillado con su dialéctica... Era un encantador de serpientes! Ja... Fijate algún YouTube y te vas a dar cuenta...
ResponderEliminarSu obra escrita no la tengo leída, pero ya lo voy a solucionar en breve...
Saludos 🙋
Buenos días, JLO:
EliminarNunca había escuchado a Piglia hasta que, tras su muerte, vi un video que la había dedicado la Biblioteca Nacional de España con motivo de su muerte.
Gracias por el consejo, JLO.
Un abrazo.
Todo nota pues sólo conocía alguna...
ResponderEliminarAyer Bauman. La verdad es que lo bueno de los legados es que los llevamos en la piel, la pupila los guía a lo mas profundo de nuestro ser.
Mi abrazo a tu luz
Buenas tardes, AtHeNeA:
EliminarNada sé de Bauman más allá de su concepto de “modernidad líquida”, el cual he leído en letras de otros. Son innumerables los casos de pensadores cuyo nombre desconocemos (o nos empeñamos en ignorar) pero cuyas ideas tenemos siempre en boca.
Gracias por tu luz, AtHeNeA.
Gracias, Nino por tu recordatorio. Sí, un gran escritor y persona (según los que le conocieron de cerca). Su legado está ahí, en su obra rica y ejemplar. Sólo leí un libro suyo, pero procuraré tenerlo en cuenta en próximas lecturas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Buenas tardes, Clarisa:
EliminarSoy yo quien debe agradecerte tu lectura comentada. Esta entrada en el blog es un mero corta/pega de un artículo ajeno, me agrada saber que resulta útil.
Es más, la entrada tiene para mí un valor instrumental: últimamente ando disperso de creatividad; uno de mis proyectos era/es un relato ambientado en la época de los dictadores Franco y Salazar, entre otras obras pensaba incluir guiños a la novela “Plata quemada”.
Cuando la muerte me alcance, me gustaría tener más obras compartidas y no tantos proyectos imaginados.
Un abrazo, Clarisa.
Más gente debería leer lo que el muerto escribió antes de refritar lo que otros ya escribieron antes. ¿Quién lee a Piglia hoy además de los críticos y los académicos?
ResponderEliminarTambién murieron Alberto Laiseca y Andres Rivera, en la misma semana, pero como no eran del mundo académico ni salían entrevistados por los "grandes diarios" una vez al año, a casi nadie importó.
Saludos,
J.
Buenas tardes, J:
EliminarEstá claro que la muerte no se toma vacaciones, y que por cada muerte recordada hay miles silenciadas. Por ejemplo, hasta que los busque en la biblioteca municipal, desconozco quienes son Alberto Laiseca y Andrés Rivera.
Son muchas las veces en las que “los grandes diarios” me recuerdan lo olvidado que tengo aquello que aseguro que me importa; por suerte, cada vez son más las ocasiones en las que el leeros a otros me ayuda a descubrir muevas voces y a aliviar mi ignorancia suprema.
Un abrazo, J.
NIno, Marcelo Pineyero, en el 2000 hizo una versión de PLata quemada para el cine. De por cierto muy buena versión. Saludos. Carlos.
ResponderEliminarBuenas noches, Carlos:
EliminarSí, me pareció una gran versión. Lo sorprendente es que aquí en España la película nunca ha contado con una edición decente en video o dvd (que yo sepa, no hay copia en blu ray)
Gracias por toda la compañía que me estás prestando esta noche, Carlos.