Las mañanas de sábado siempre han tenido un encanto especial para él. Ya de niño le gustaba levantarse temprano para aprovechar en su plenitud ese día sin colegio; mientras sus hermanas disfrutaban a pierna suelta de un par de horas más de sueño, él se levantaba en cuanto escuchaba abrirse la puerta del cuarto de sus padres.
Papá lo recibía con
un gesto dormido, que no podía entumecer su sorpresa al ver que su hijo volvía
a preferir su cercanía a la de las sábanas. Era en esos madrugones de sábado
cuando Tino más gozaba de la
compañía de su padre, al que acompañaba invariablemente en sus visita semanales
al garaje donde dejaba la camioneta del trabajo para que le echaran un repaso.
A Tino no le gustaban los coches, ni
siquiera los de juguete, pero sí que le fascinaba la expresión atenta e
inteligente que su padre ponía al volante. Normalmente papá estaba muy cansado
cuando lo veía por semana –su rostro estaba apagado y su mirada sin brillo; su
energía se había mareado tras tantas horas al volante–; al regresar del trabajo
apenas hablaba con su hijo, y sus conversaciones más largas ocurrían cuando Tino volvía con alguna nota de castigo escolar
a casa.Foto sin acreditar, tomada de Internet y remontada para esta ficción |
El taller mecánico distaba de casa un paseo de diez minutos, de ahí que solieran volver caminando, a menos que hubiera roto repentinamente a llover. Efectuada la visita de rigor al quiosco-estanco, donde papá se aprovisionaba de su suministro semanal de tabaco y él de sus lecturas regulares de tebeos, les tocaba detenerse en la pastelería.
Bueno, primero se paraban frente al escaparate del establecimiento, desde el que Tino seleccionaba su futuro botín. Papá le dejaba escoger los pasteles para todos, menos para mamá. A ella siempre se los elegía papá de entre los especiales, que estaban guardados en una vitrina refrigerada.
De vuelta a casa, mamá levantaba a las hermanas y la familia desayunaba junta.
Ya de adulto, las
mañanas de sábado siguen teniendo un encanto especial para Tino. De la que cruza el portal, a la vuelta de su trabajo nocturno
en el servicio de atención telefónica de un garaje, imagina la alegría de su
hija tras encontrarse, a la hora del desayuno, media docena de croissants y el
suplemento infantil del periódico. Confía en que el pastel que le ha comprado a
su esposa no haya perdido frescura en esos minutos que lleva fuera de la
vitrina refrigerada.
Al abrir la puerta de
casa, el olor a café recién hecho lo saluda. Su paseo por los sábados de la
niñez concluye con un presente de aroma similar al de su infancia.
Este retolelato desarrolla el Reto número 10 (“Haz una historia con un protagonista que evoque tu niñez”) del tolal de 52 sugerencias temáticas que se nos proponen desde el blog El libro del escritor.
ResponderEliminarhttp://blog.ellibrodelescritor.com/52-retos-de-escritura-para-2017/
Gracias amigo lector por tu tiempo de lectura y a EBDL por su inspiración.
Me ha gustado, sobre todo el hecho que no sea el clásico "todo tiempo pasado fue mejor", sino que la sonrisa del recuerdo persista en un presente florido.
ResponderEliminarNi decir que ciertas partes me han recordado a tu novela, que sabes me ha encantado!
Un beso.
Buenos días, Alma
EliminarEl pasado es pasado, intento no revivirlo cuando fabulo; pero sí que recurro a recuerdos reales para asentar detalles de mis ficciones (por ejemplo la lectura de tebeos o mi debilidad por los pasteles). Imagino que a la presencia de ciertos puntos comunes en todo lo que escribo ambientado en un pasado histórico que he vivido, se une el que estoy traduciendo “Castigado a vivir” a inglés, lo que hace que su atmósfera creativa se respire aquí.
Sí, sé que te encantó la novela y te agradezco el que me trasmitas públicamente tu aprecio,
Gracias de nuevo por tu compañía, Alma.
A mi también me ha recordado a las novelas de Fer, soy de las que esperan sus nuevas aventuras. Te quedan muy bien este tipo de historias. Besos!!
ResponderEliminarBuenos días, Ángela:
EliminarComo le acabo de comentar a Alba, hay ciertos aspectos que explican esos paralelismos (ahora que me doy cuenta, por ejemplo: la madre es una referencia ausente). Lo que me maravilla es vuestra lectura atenta y el ánimo que me trasmitís en vuestros comentarios.
No sé si retomaré la fabulación de Fernando; me planteé escribir sobre Dolores, pero creo que aún tengo que aprender técnicas y mejorar mi estilo narrativo antes de escribir una nueva novela.
Un abrazo, Ángela.
Y siguió su propio camino y al mismo tiempo en algo cercano a lo que hacía su padre. Y conservando ciertas costumbres, compartiendolas con sus hijas.
ResponderEliminarBien escrito.
Buenos días, Demiurgo:
EliminarGracias por prestar atención a ciertos aspectos, que además son los campos en los que quiero mejorar: aprovechar ciertos detalles que voy incluyendo en el relato e ir retomándolos al acercarme a su cierre (no me gustan las historias cerradas, pero sí que no quiero marear con detalles que no llevan a nada y cansan al leerlos de manera acumulada)
Por otro lado, siempre procuro que lo que escribo tenga cierto optimismo, es algo que agradezco como lector.
Bueno, mañana arranca tu convocatoria juevera, confío en que se me ocurra un relato.
Un abrazo, Demiurgo.
nostalgias de un ayer en el presente
ResponderEliminarUn abrazo y feliz dia para vos muchacho
Buenos días, Mucha:
EliminarComo bien sabes, los límites temporales desaparecen cuando uno se pone a escribir, de ahí que al ficcionar sea conveniente cuidar los tiempos narrativos. Creo que en mis trilogía sobre Fernando Rivas, a la que aluden Alma y Ángela, hay pasajes donde no queda clara la perspectiva temporal del narrador (escribir en pasado sobre un tiempo vivido), de ahí que quiera practicar ese aspecto con mis textos.
Otro abrazo y feliz miércoles, Mucha.
Qué buen ejercicio, Nino, este de relatar. Me ha gustado mucho todo el desarrollo y desenlace de tu relato. Una visión cercana y dulce de esos años de infancia, donde lo aprendido mejora las propias vivencias futuras. La energía de las cosas sencillas, sin buscar "tres pies", eso me ha hecho percibir una motivadora riqueza en tus recursos literarios.
ResponderEliminarDa gusto leerte.
Un abrazo, escritor.
Buenos días de nuevo, Clarisa:
EliminarEs mucho lo que tengo que aprender del oficio de escribir, y relatar es un ejercicio que me ayuda a mejorar en mi condición de Sísifo terco en coronar sus deseos; pero es aun más lo que tengo que agradecer de vuestros comentarios, ya que a la par que me ayudan a mejorar en el proceso comunicativo creativo me animan a mantener una comunicación como persona.
O quizá donde acabo de escribirte “persona” debería haber escrito “minino”, pues soy un gato bípedo y de ánimo ronroneante. El resabido que se empeñe en buscarme tres pies, avanza hacia unos nuevos traspiés.
Siento el pasado muy cerca, quizá ayuda mucho a ello el que mi vida no ha cambiado mucho en los últimos 35 años, pero me intriga el futuro. No huyo del presente, lo vivo; en el pasado me recreo e inspiro.
Toda una suerte el contar con tu compañía, Clarisa.
¡Salud y esperanza, compañera!
Esos recuerdos de la niñez qué entrañables.
ResponderEliminarQué buen escritor eres, Nino, te felicito por trasladarnos hasta allá con tus textos.
Un beso.
Buenos días, María:
EliminarGracias, con tus palabras de aprecio has convertido en extraordinario este despertar cotidiano.
No es por desdecirte, pero sé que no soy un gran escritor, pero sí que tengo grandes lectores que reescribís mis historias al leerlas y con vuestros comentarios me ayudáis a mejorar.
Un abrazo, María.
Me encanta ese aroma con el bañas tus letras, les da vida y mano diestra, les da lugar especial, luz, esencia.
ResponderEliminarAl ir deslizándose por ellas ... Llega el aroma a sábado de pasteles y sonrisa sobre los labios.
Mi abrazo
Buenas tardes, AtHeNeA:
EliminarEncantado con saber de tu encanto, el que mis fabulaciones le resulten interesantes a una persona de tu creatividad me anima a seguir ensoñando.
Gracias ahora y siempre, AtHeNeA.
Hoy seré breve, Nino
ResponderEliminarAmor de padre
Amor de hijo
Herencia futura
Y ojalá así continúe
Es sencillamente, hermoso tu relato.
Un abrazo
Buenas tardes, MaRía:
EliminarGracias por tu visita y comentario. Confío en que estés bien.
Tengo mucho que aprender de vosotros, por ejemplo la brillantez de vuestra brevedad, ya que en tus palabras concentras una intensidad expresiva que ya quisiera para mi relato largo y esquivo.
Un cálido abrazo, MaRía.
Gracias.