La
victoria de la manipulación de los que buscan abusarnos sería convertir esos
miedos en odios.
Crecí
en una sociedad española en la que se asesinaba en las calles al que pensaba
diferente. Durante décadas de plomo, el terrorismo mató vidas y aterró
libertades. Pocas vergüenzas mayores que la del silencio social ante el dolor
que sufrieron aquellos que pensábamos que eran unos pocos, cuando en realidad
éramos todos. Soy uno de esos insensatos, para mi eterno arrepentimiento.
El
primer gran logro del terrorismo etarra fue que tratáramos a sus víctimas con distanciamiento,
el segundo fue el miedo que nos provocaron llevara a que no ejerciéramos
nuestra libertad. En ocasiones me pregunto lo diferente que sería España de no
haber sufrido actos terroristas en sus calles: por ellas caminarían personas
cuyas vidas fueron segadas en actos cobardes, por ellas nos habríamos
manifestado en defensa de unas libertades que decidimos no ejercer y concedimos
su control al Estado, por ellas habríamos transitado hacia una verdadera
Democracia y no hacia una Transición tutelada.
El
terrorismo no es algo nuevo en nuestras vidas. A metros de mi casa hay un monolito
en recuerdo de una víctima de los asesinos del GRAPO. Fueron varias las
ocasiones en las que desalojé edificios públicos bajo amenaza de bomba
terrorista. Más de una vez, he sido retenido en controles de tráfico en los que
se buscaba detener a terroristas. Algunas de mis visitas a Madrid coincidieron
con atentados tras los que inmediatamente llamaba a casa para tranquilizar a
mis padres y hermana. Incluso en Londres, ciudad que por entonces era objetivo
del IRA, fui detenido para comprobar la autenticidad de mi pasaporte, tras el asesinato desde la
embajada libia de una agente de policía.
La intimidación
terrorista no me impidió acudir al cine, viajar y soñar una vida. Tampoco lo
hará ahora. Sus actos terroristas me preocupan y provocan pena, pero no me
frenan en mi libertad. El tremendismo sensacionalista con el que se nos
desinforma no debe llevarnos a ceder a otros el ejercicio de nuestra libertad.
Nuestro miedo no debe convertirse en odio al diferente.
Ahora,
como entonces: Libertad sin ira.
Es cierto, en un mundo convulso... el trinfo y latir de nuestros días es sin duda plantar cara y seguir con nuestras vidas desde el respeto y plantar cara a lo que es injusto e insólito.
ResponderEliminarMi abrazo de luz desde la libertad☆
Buenos días, AtHeNeA:
EliminarComo bien sabes la mejor manera de empezar el día es no dándole crédito al descrédito (en ese aspecto, procuro esperar a estar vitaminado de esperanza antes de acceder al Cibermundo y mantenerme alejado de Internet, e-mails o Whatsapp horas antes de acostarme)
Lo que nos resulta injusto es muchas veces cotidiano para otros, de ahí que ven en nuestro ejercicio de la LIBERTAD individual un exceso libertino de libertinaje social.
Un abrazo, AtHeNeA.
Es difícil ser libre del todo, no tener miedos y no odiar al que te hace daño.
ResponderEliminarBesos!!
Buenos días, Ángela:
EliminarAl ser “libertad” la palabra que usamos para invocar un concepto es difícil, quizá imposible, que la asociemos a las mismas abstracciones (de hecho, nadie que no hable nuestro idioma la asocia a nada, por lo que la primera limitación es idiomática) Yo intento mantenerme libre de cargas impuestas y de responsabilidades por lo que me es ajeno. Obviamente, el ejercicio de mi libertad se ve limitado por muchos condicionantes, entre otros por la suerte de no vivir aislado.
Respecto al “odio”, Ángela: creo en la venganza, y la ejecuto cuando puedo; es más, procuro vengarme de manera resolutiva. Lo que evito es el resentimiento, ese ponerle buena cara a quien te abusa y criticarlo a sus espaldas no va conmigo. De ahí nace una de las razones de mi inestabilidad laboral: no consiento que me traten como carne para la máquina.
Disculpa si el tono de mi comentario te parece inapropiado.
Te deseo lo mejor, Ángela.
Llego a tu casa y suscribo tus palabras:La intimidación terrorista no me impidió acudir al cine, viajar y soñar una vida" No podemos tener miedo, el miedo nos paraliza y no podemos detenernos ante estos locos, la vida sigue y hay que vivirla mirando hacia adelante.
ResponderEliminarBuenos días, Mara:
EliminarGracias por tu comentario.
El miedo es algo irracional, algo que nos avisa de un peligro: lo sentimos pero no debemos tenerlo (entiendo “tener” como sinónimo de “albergar”, de hacer que pase a ser un rasgo que nos defina) No soy una persona “osada”, pero sí que evito que el miedo a lo posible me coarte.
Aunque pueda sonar a boutade, sufro de vértigo: pero no por eso dejo de subirme a un avión, asomarme a ventanas altas o de hacer ejercicios en casa con los que busco frenar su avance (con la vejez aumenta mi vértigo, pero no mi miedo a caerme)
Me han apuñalado, partido la cabeza, amenazado de muerte… sigo con mi vida.
Gracias por tu compañía, Mara.
Justo vengo a leer esta entrada el día en que en Argentina se conmemora el "Día de la Memoria". Hace 41 años asumía el poder la última Dictadura Militar, que combatió el "terrorismo", el "marxismo" y los "focos guerrilleros", y que con un plan de terrorismo de Estado le hizo tanto daño al país (la mayor parte de nuestras desgracias se originaron o acrecentaron en esos años del 76 al 82), y que muchos pretenden que se olvide.
ResponderEliminarUds. tuvieron otros condimentos, cuestiones religiosas, raciales, sectarias. Pero la Libertad se logra sin ira. La ira nos ata.
Eso si, NO hay que olvidar, para no cometer los mismos errores
Abrazo grande!
Buenos días, Frodo:
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
El mayor terror lo siento ante el abuso cotidiano de poder que realizan figuras a las que la sociedad concede su protección: padres sobre hijos, educadores sobre desvalidos, protectores sobre protegidos… Y me aterroriza pues hace que sienta hervir mi sangre; temo que de encontrarme ante uno de esos abusadores dejaría que aflorara mi parte bestial, menos “civilizada”, y que dejaría de ser humano pues luego no me perdonaría esa conducta.
Crecí en los estertores de una dictadura: la de Franco (como la de todos los dictadores) se justificaba en proteger a su pueblo desvalido de una amenaza interior (aquellos españoles que buscaban una vida en paz y en libertad) que era fomentada por un enemigo interior. Para combatir a ese enemigo, sólo se pedía que los administrados sacrificaran algunas de sus libertades públicas y privadas. Algo parecido a lo que no se nos tardará en pedir en la batalla contra el terror. De manera encubierta ya se nos han arrebatado libertades sociales (la crisis económica es una fuerte herramienta de coacción), pero me temo que no tardaremos en vernos en una situación en la que se nos planteará que confiemos a nuestros benefactores algunas de nuestras libertades individuales.
Día triste en el recuerdo para la nación argentina, día apropiado para tener presente que la libertad se defiende ejerciéndola.
Un abrazo, Frodo.
Esa canción tan emblemática !!así debería de ser libertad sin ira , en todos los lugares del mundo
ResponderEliminarHola de nuevo, MARía:
EliminarSí, nada de ira: la libertad debe ser furiosa(mente defendida) y generosa(mente compartida).
Un abrazo, MaRía.
Sin ira, pero con determinación, así es. ¿Qué sociedad no ha sufrido por ella, y con ella? En España lo sabemos bien y otros antes que nosotros; en en todas partes, los hombre (neciamente), se quitan las libertades unos a otros y así la vida...
ResponderEliminarUna reflexión que comparto, Nino, así como tus acertadas palabras.
Recuerdo aquel poema mítico (como esta canción), de Eluard que, con tu permiso, anoto aquí, en este espacio tuyo libertario.
"Sobre mis cuadernos de colegial
Sobre el pupitre y los árboles
Sobre la arena sobre la nieve
Escribo tu nombre
Sobre todas las páginas leídas
Sobre todas las páginas en blanco
Piedra, sangre, papel o ceniza
Escribo tu nombre
Sobre las imágenes doradas
Sobre las armas de los guerreros
Sobre la corona de reyes
Escribo tu nombre
Sobre la selva y el desierto
Sobre los nidos sobre las retamas
Sobre el eco de mi infancia
Escribo tu nombre
Sobre las maravillas de las noches
Sobre el pan blanco de los días
Sobre las temporadas desposadas
Escribo tu nombre
Sobre todos mis trapos de azul
Sobre el estanque sol enmohecido
Sobre el lago luna viva
Escribo tu nombre
Sobre los campos sobre el horizonte
Sobre las alas de los pájaros
Y sobre el molino de las sombras
Escribo tu nombre
Sobre cada soplo de aurora
Sobre el mar en los barcos
Sobre la montaña demente
Escribo tu nombre
Sobre la espuma de las nubes
Sobre los sudores de la tormenta
Sobre la lluvia espesa e insípida
Escribo tu nombre
Sobre las formas que centellean
Sobre las campanas de los colores
Sobre la verdad física
Escribo tu nombre
Sobre las sendas despertadas
Sobre las carreteras desplegadas
Sobre los lugares que desbordan
Escribo tu nombre
Sobre la lámpara que se enciende
Sobre la lámpara que se apaga
Sobre mis casas reunidas
Escribo tu nombre
Sobre el fruto cortado en dos
Espejo y mi habitación
Sobre mi cama caparazón vacío
Escribo tu nombre
Sobre mi perro goloso y tierno
Sobre sus orejas elaboradas
Sobre su pierna coja
Escribo tu nombre
Sobre el trampolín de mi puerta
Sobre los objetos familiares
Sobre el mar del fuego bendito
Escribo tu nombre
Sobre toda carne concedida
Sobre la frente de mis amigos
Sobre cada mano que se tiende
Escribo tu nombre
Sobre el cristal de las sorpresas
Sobre los labios atentos
Bien por encima d el silencio
Escribo tu nombre
Sobre mis refugios destruidos
Sobre mis faros aplastados
Sobre las paredes de mi problema
Escribo tu nombre
Sobre la ausencia sin deseos
Sobre la soledad desnuda
Sobre las marchas de la muerte
Escribo tu nombre
Sobre la salud retornado
Sobre el riesgo desaparecido
Sobre la esperanza sin recuerdos
Escribo tu nombre
Y por el poder de una palabra
Reinicio mi vida
Nací para conocerte
Para nombrarte
Libertad".
Buenos días Clarisa:
EliminarMe he parado, casi hasta que el café se ha quedado frío, a pensar en tu preguntarte qué sociedad no ha sufrido con la libertad.
Bienvenido sea ese sufrimiento que conlleva aceptar las consecuencias de nuestros actos. Si el primer acto de libre albedrío fue morder una manzana y el castigo del Poder fue la expulsión del edén, creo que no existe metáfora más explícita de cómo el ejercicio de la libertad por los humildes es penado por el poder. Intento vivir en libertad, aunque sé que pago penas en desmesura por intentar hacer lo que siento, no lo que se me ordena.
No conocía este poema, Clarisa. Gracias.
Feliz fin de semana.