Hola a todos:
En su error, son muchos los aburridos que reducen la lectura de libros de aventuras a la etapa de infancia/pubertad.
Ésta no fue la primera novela de Emilio Salgarique compré, pero sí que fue la vez primera en que me sentí incómodo al comprar un libro sin que en su portada aparecia una señorita escasa de ropa y sobrada de carnalidad. Corría el año 1987 y encontré a precio de saldo esta edición de «Los tigres de Mompracem» – editorial Alfredo Ortells para su colección “Clásicos de la juventud”–.
La joven dependienta de la librería me preguntó sonriente si quería que me envolviera el libro para regalo; a lo que le contesté, tras agradecerle su oferta, que no hacía falta, pues mi intención era la de sentarme a leerla en el primer banco soleado que encontrase libre. Inmediatamente la dependienta, con gesto serio, se disculpó, pues había dado por sentado que compraba el libro para regalárselo a un “niño pequeño”.
No sé cuál sería la expresión de cara de la dependienta si supiera que, treinta años después, me sigo acordando de ella cuando recuerdo “mi primera vez”.
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