viernes, 25 de abril de 2025

Te voy a contar un cuento 4/4

 El curso en que repetí tercero de bachiller, coincidí en clase con una compañera –G.B.– que estaba convencida de que yo era tan brillante que los profes no me entendían. Aquel segundo tercero fue el único curso en el que aprobé todas las asignaturas cada evaluación, incluidas Educación Física y Religión. Incluso me uní al equipo que redactaba una revista en el instituto y empecé a escribir a mano artículos cinematográficos para que ella los mecanografiara. Llegó el verano y G.B. se fue todo el estío al pueblo castellano de sus abuelos maternos. A su vuelta, ya no había brillo en sus ojos al mirarme. Empezó a evitarme en el patio y en los pasillos. Dejó de darme sus apuntes. Durante los dos primeros meses del curso, no colaboré en la revista. Nadie me pidió que volviera, al igual que nadie se opuso a que lo hiciera. Volví a publicar en enero de 1983; como había otra persona que escribía sobre Cine, empecé a hacerlo sobre tebeos y novelas de bolsillo. No tenía ninguna ambición literaria, sólo buscaba demostrarle a G.B. que mi brillo estaba en mí, no en su mirada.

 


Ocurre lo mismo con este blog, mantenerlo abierto es un ejemplo de terquedad personal, no de ambición literaria.

¡Rocanrol!

 

Pulsa si quieres leer el comienzo del cuento

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