En lo que va de año 2009 —y a la espera de que el 18 de diciembre, vaya a ver el estreno del filme Avatar (James Cameron), obra también centrada en cómo la Técnología nos permite reencarnarnos en Ares y Eros—, las películas que más me han llevado a reflexionar sobre mi percepción de lo Real han sido dos enmarcadas en el género de Ciencia fición (Terminator: Salvation y Los sustitutos) escritas por el mismo equipo de guionistas: Michael Ferris y John D. Brancato.
Los Sustitutos es una desatendida traslación al ¿celuloide? de la miniserie de 5 entregas The Surrogates, editada en formato comic-book en 2005 por la editorial yanqui Top Self. La obra es una idea original del guionista Robert Vendredi y del dibujante Brett Weldele; quienes en julio de este año han publicado una novela gráfica —The Surrogates: Flesh and Bones— ambientada cinco años antes de los sucesos narrados en la película.
Si quereis conocer más detalles en lo relativo a lo que acompañó la compra de los derechos cinematográficos por parte de los estudios Disney, os aconsejo que leais este post de Eddie Campbell; quien, por cierto ya me había sugerido la lectura de los tebeos al poco de su salida.
Por mi parte, sólo indicaros que el recopilatorio de la miniserie se encuentra editado en España por Glenat, en su línea Popcorn. Os haya gustado o no la peli, lo narrado en viñetas es otra cosa; y su lectura resulta muy aconsejable para ojos desacomplejados.
De cara a la conversión de unos modestos tebeos en una superproducción jolivudiense, desde Touchstone —ya sabeis una de las marcas de Disney cuando no quieren hacer el pato— se optó por encargárgesa al equipo creativo que había firmado la fallida Terminator 3 (2003).
Jonathan Mostow es un director bamboleante, cuya trayectoria oscila del muy interesante telefilme Them (2007) con la inconmensurable Tricia Helfer, a la aguada U-571 (2000). Incluso ha desarrollado una miniserie de comic-books —The Megas— para el sello Virgin Comics.
El bloque formado por los escritores Michael Ferris,y John D. Brancato es igual de fluctuante. Desde que se conocieron en la universidad de Harvard, han pulido joyas y engarzado bagatelas: La Red (1995), The Game (1997), Catwoman (2004) o Terminator Salvation (2008) figuran entre sus logros y malogros; junto a episodios para las series televisivas como Matrimonio con hijos o AEon Flux.
A estos tres mosqueteros se une un d’artagnan encomiable: un Bruce Willis en estado de gracia a la hora de encarnar a un personaje atrapado entre la Realidad y el Deseo, cuya interpretación justifica de por sí el visionado de la película. Incluso puede que no falten vivaraces que vean en el reencuentro de Willis con Ving Rhames —tras su conocimiento carnal en Pulp Fiction (1994)— la excusa perfecta para ir a ver esta producción.
Por cierto, y en plan morboso, a mí me apetecía volver a saborear a Radha Mitchell, tras la auténtica decepción que fue verla en Melinda & Melinda (2004). No está tan resolutiva como en Pitch Black( 2000), pero vuelve a desarrollar emocionalmente un papel físico.
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