Luces y sombras
Trabajar con un personaje que en agosto de 2010 cumplirá cuarenta y ocho años de trayectoria editorial, condiciona a Jurgens y Romita.
De hecho, los guiones de Jurgens presentan más altibajos que mis cardiogramas al verte. Aunque, en general, la trama heroica está bien tratada y resuelta.
Los personajes recuperan su lenguaje arcaizante, y los dioses muestran altanería al tratar con los humanos. Vamos que supongo que Jurgens se inspiró en las imágenes que un viernes noche se pueden ver en cualquier bar, pub o chigre; donde la presencia femenina es tratada como advenimiento divino por los solitarios rijosos.
No faltan personajes que niegan de la existencia de los Dioses Nórdicos, y por lo tanto tal condición en Thor, que en muchos casos es más valorado como supersemental que como superhéroe. Jurgens muestra a los dioses refiriéndose a una deidad superior, evitando conflictos con las religiones institucionalizadas. Algo muy importante en un país en cuya moneda de curso legal se asevera su confianza en Dios.
La colección aparece hilvanada como una serie río, en la que detalles inadvertidos se convertirán en cruciales con el paso de las páginas. Se recuperan subtramas clásicas como el malestar de Odín respecto al mimo que su heredero presta a Midgard, y se barnizan otros relatos —Los dioses oscuros— con tonos atávicos.
La subtrama centrada en la identidad mortal flojea tanto como mi pulso al verte; pues su desenlace desentona de los planteamientos previos: el Olson heroico, que sacrifica su vida por una desconocida, resulta un amoral narcotraficante; su compañero negro, presentado ambiguamente, deriva en ético policía. ¿Qué hacia el nóbel Barack Obama leyendo tebeos de Conan en lugar de disfrutar de las gestas de este sidekick afroamericano? ¡Qué el cielo lo juzgue por éste, el menor de sus pecados!
En una época en la que el conocimiento enciclopédico de Kurt Busiek o Mark Waid despierta admiración en muchos aficionados, Jurgens demuestra cualidades para jugar en la misma liga de guionistas.
John Romita Jr realiza un dibujo impresionante; sólo superado por lo grácil de tu silueta.
Lo mismo en los escenarios urbanos que en los asgardianos, su trabajo con fondos y decorados es funcional y expresivo. Tanto en viñetas sobre bases lisas como elaboradas, logra dar volumen a la figura humana, sin que el entintado de Klaus Janson y de Dick Giordano —éste en los tres últimos episodios— adultere su trabajo.
El uso expresivo de encuadres y angulaciones, el empleo descriptivo de las viñetas, y el tratamiento narrativo de las páginas, distinguen el trabajo de Romita del de los otros ilustradores de la serie:
John Buscema —capítulo 8— entintado por Jerry Ordway, y Lee Weeks —15— realizan unos episodios soberbios. Mientras que bajo los lápices de Mike McKone y Mark McKenna —entrega 13—los personajes presentan cierto elefantismo. Tanto Jurgens —14— como. Michael Ryan —19/20— logran ilusionar al lector con la sensación de que cualquiera puede ser dibujante de cómics. Y en los tiempos que corremos, eso de abrir un tebeo y encontrar una posibilidad de trabajo es algo impagable.
Andy Kubert o Barry Windsor-Smith son nombres asociados a los capítulos siguientes, episodios que mantendrían a Thor como una de las series clásicas más interesantes de Marvel. Después el despropósito se apoderaría de la colección… Pero, lo bueno de tener memoria selectiva es que hace tiempo que he olvidado esas páginas.
A estas alturas me arrepiento de muchas cosas, pero sobre todo de las que no me atreví a hacer. Así que, querido lector, no me seas ninortea y no dejes que tus prejuicios te impidan leer una gran historia en viñetas.
© Nino Ortea. Gijón, 25-X- 09
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