¡Hola a todos!
Acabo de relamerme con un delicioso correo, en el que la autora me agradece vuestras firmas apoyando una demanda que a la mayoría nos era lejana.
Tengo muy buenas noticias. Ahora, (…), recibí un mail de una amiga diciéndome que ya hay contratada una neuropediatra (el otro ya había puesto pies en polvorosa). ¡Es un alivio! Lo deseable es que, al menos, hubiesen contratado dos, pero bueno, lo más importante es que haya alguien que pueda atender a los niños.
Creedme si os digo que vuestra reacción a la hora de comprometeros con una necesidad ajena me emocionó.
Gracias.
No sólo por haber contribuido a paliar la situación —tal y como os agradece mi amiga—, sino por haberme ayudado a salir del mar de indiferencia respecto a las turbulencias ajenas, en el que se bañaba mi silencio.
Todo avance comienza con un paso, todo cambio comienza en uno mismo.
De nuevo, gracias por ayudarme a ser mejor.
Os deseo Amor.
Os deseo el Cielo.
Nino