No deja de ser curioso el que dos de los acercamientos más afortunados al género del Oeste, dentro del reciente panorama de la historieta yanqui, vengan firmados por un mismo autor, John Ostrander. Guionista gustoso de afrontar retos profesionales —en estos momentos las historias sobre virginianos son un producto más dificil de encontrar en el marcado, que el echarte una novia virgen— y cuyo interés hacia el Western vino propiciado más por amor a su esposa que al género.
El reto se acrecienta si pensamos que tanto The Kents como Blaze of Glory son conceptos bastante distintos, desarrollados por editoriales tan diferentes, pese a sus obvias similitudes, como DC y Marvel. Con todo, ambos relatos se desenvuelven magníficamente en esa tierra fronteriza que yace entre el Western histórico y el legendario.
Una agradable charla de domingo con el escritor —coincidiendo con su visita a la librería que poseía mi amigo Antón— se tradujo en el comienzo de una breve relación epistolar, que finalizó coincidiendo con una de esas temporadas de autodestrucción, durante las que me gusta verme como el último cowboy en un infierno de cobardes. Nunca hay excusa para la descortesía. Yo soy hosco al capricho del viento.
Sirva este artículo como disculpa sincera ante John Ostrander.
Esta reflexión acalorada sobre The Kents y Blaze of Glory, se prolongará a lo largo de 15 entregas. A quien le guste lo breve e indiferente, le sugiero la lectura de algún libro de Juan Manuel de Prada.
