Las mil caras de Jack el
Destripador.
Guión: Antonio Segura.
Dibujo: José Ortiz.
Álbum de 78 páginas en
blanco y negro. Toutain Editor. 1986.
Con este álbum se inauguraba en 1986
la colección Joyas de Creepy, revista que, en su edición
española, había recogido a lo largo de 1984 las nueve historias que conforman
el volumen. Esta obra supuso para ambos autores su regreso a la editorial de Josep
Toutain, tras su estancia en ese breve espejismo de libertad creativa que
fue la revista Metropol.
Las mil
caras de Jack el Destripador reflexiona sobre la pervivencia del mito del
asesino de Whitechapel, y sus diferentes manifestaciones Partiendo del
teóricamente último asesinato de El Destripador (el de Mary Kelly,
perpetrado el 9 de noviembre de 1988) que se presenta en el relato que da
título al recopilatorio, Segura da rienda suelta a su fértil
imaginación, entremezclando relatos protagonizados por almas vacías sin la
figura de Jack, con otros posibles asesinatos cometidos por un criminal que
nunca llegó a ser capturado.
Ni para
guionista ni para dibujante fue ésta su primera incursión en el género del
terror. Antonio Segura ya había desarrollado, junto a Jordi Bernet,
relatos de este tipo dentro de la serie Kraken; José Ortiz había
hecho múltiples fábulas terroríficas para las diferentes revistas de la editorial
norteamericana Warren: Eerie, Creepy, Vampirella,... Pero sí que estamos ante
la primera historia perteneciente al género desarrollada por este equipo
creativo, tras su unión en 1981, y ante el que es sin lugar a dudas uno de los
mejores acercamientos al Terror dentro de la Historieta Española.
El
guionista basa su ficción en un conocimiento de la realidad del Londres de la
época, de hecho situaciones que plantea en su relato inicial aparecen también
en otras obras más serias como From Hell; aunque, claro, Antonio
es valenciano y no nacido en la pérfida isla de Albión, con lo que lo que
admiramos en el británico, nos pasa desapercibido en el español. Partiendo de
esos sustratos de ambientación realista, desarrolla una serie de historias en las
que reflexiona sobre la inmortalidad del Mal, sobre sus diferentes
manifestaciones y encarnaciones. La fascinación por lo mórbido, la locura, el
convertir el asesinato en una forma de vida, o hacer de él una útil herramienta
que te permite mantener abierto tu negocio de hostelería son algunos de los
motivos que impulsan a aquellos que se creen herederos del legado de El
destripador.
El círculo
narrativo se cierra con un acercamiento al origen de estas conductas asesinas,
que se encuentra en los abusos sufridos en la infancia. Con lo que el concepto
del Mal como una fuerza inmortal que pese a presentar miles de caras conserva
su negro origen, aparece apuntalado por la idea de que es algo que podemos
transmitir voluntariamente.
Segura
se aleja del enfoque maniqueo que tanto lastra a otras narraciones del género.
Aquí el Mal no siempre paga, y aquellos que actúan bajo su influjo no sólo
disfrutan de sus propias correrías, sino que saben apreciar los delitos ajenos
bien cometidos, e incluso saborear la pieza impropia si está bien cocinada.
Personajes bien definidos, diálogos cortos y efectivos como las armas de un
matarife, y ausencia de textos de apoyo son las características externas del
excelente trabajo de Antonio Segura.
El dibujo
de José Ortiz es impresionante. Su trabajo nunca deja de ser el
más adecuado para el tipo de historia que desarrolla. Aunque tal vez debería de
mantenerme alejado de la lectura sus ilustraciones, pues José, con esa
increíble habilidad para dotar de magia viva a lo que dibuja, es uno de los
culpables de que mi pobre corazón se haya pasado más de media existencia
buscando a una de esas mujeres a las que él dibuja. Para mi desgracia, alguna
vez las he entrevisto, y mi cuerpo guarda cicatrices de esos desencuentros.
Intentar describir el dibujo de Ortiz me resulta tan difícil como
explicar el porqué gozo del buen comer y del buen beber en una época en la que
lo light, lo dietético y lo sin desmerece nuestras mesas. Cualquiera que
haya leído alguna vez un tebeo por él firmado nunca podrá olvidarlo. Y su
trabajo en Las mil caras de Jack el destripador no es una excepción.
Palabra.
Por
desgracia, Antonio Segura y José
Ortiz ya no podrán crear historias nuevas. Por fortuna, su obras creadas
saben siempre a nuevas.
Creo que ya lo dije, pero sería un muy buen prólogo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Ismael. Sería para mí un auténtico honor.
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