Es curiosa la notoriedad de
un asesino en serie como Jack el Destripador, que habiéndose cobrado únicamente
cinco víctimas –ya en la época había asesinos que superaban holgadamente esa
cantidad– ha logrado mantener su resonancia hasta nuestros días. Sin lugar a
dudas debe ese lugar privilegiado, en gran parte, al lugar y época en que se
desarrollaron sus crímenes –el corazón de la ciudad que era, en ese momento, la
capital del mundo conocido– y también por el hecho de que en el lapso en que
cometió sus crímenes se estaba gestando el periodismo moderno.
Tanto los tabloides, que habían
ido surgiendo a lo largo del siglo, como sobre todo la penny press dan a
los asesinatos un tratamiento que convierte a la prensa en un medio muy popular
para un público atraído por las llamativas ilustraciones. Su cobertura
informativa marca un nuevo estilo de periodismo, más sensacionalista y cercano
a lo que el lector buscaba. Señalar al respecto que una tal Mary Burridge
murió tras leer la información del diario The Daily Star sobre el asesinato de Annie
Chapman.
Esta fascinación por el mito
de El destripador se ha plasmado en todas las manifestaciones artísticas
posibles, desde un musical a un episodio de Star Trek. Obviamente la Historieta
no se ha visto libre del legado de Jack. Al From Hell de Alan Moore
y Eddie Campbell, se unen el Batman: Gotham a luz de gas de Bryan
Augustyn y Mike Mignola, La linterna mágica de Guido
Crepax, o La Patrulla Condenada que guionizara Grant Morrison.
Y éstos sólo serían ejemplos dispersos de diferentes plasmaciones tebeísticas
de la leyenda de Jack.
Quizá una de sus
translaciones más interesantes es la firmada por los tristemente fallecidos Antonio Segura y José Ortiz.
Muy pronto compartiré aquí mi opinión sobre su obra Las mil caras de Jack el Destripador.
Me apunto a la cola para leerlo. Feliz año.
ResponderEliminarIsmamelón Sobrino
Hola, Ismael:
EliminarGracias por todos estos años de lecturas y comentarios.
El artículo lo publicaré este samana, quizá mañana.
Feliz año, ojalá nos traiga el regalo de aquello que deseamos tanto que no nos atrevemos a pedirlo.
Un abrazo.
Yo hace tiempo le tengo echado el ojo a Luz de gas, entre que esta muy barato y el tema es interesante no puedo esperar a tenerlo en la colección
ResponderEliminarHola, Boris:
Eliminar¡Pues a por él! Es una lectura muy amena (como todas las que escribía Bryan Agystyn por ese ápoca) y Mignola ya había perfeccionado su impronta. ¡¡Buen arte a buen precio: quizá los Reyes Magos si que se han pasado por aquí esta noche!!