Por entonces,
la Historieta vive lo que se da en llamar “boom del cómic para adultos”.
La actual saturación de medios audiovisuales no se gesta hasta finales de la
década de los 80.
En una España
con dos canales de televisión de programación interrumpida hasta 1986, una casi
inexistente red radiofónica en FM –en 1979 se regula su plan de frecuencias– y
unas industrias de producción y exhibición cinematográfica en crisis –los
inversores deben abandonar las rentables coproducciones y los exhibidores
competir con los multicines– el ocio de la lectura de tebeos, se presenta como
negocio para editores y una oportunidad para creadores.
Hay que tener
en cuenta que estas nuevas publicaciones no florecen en una tierra baldía,
revistas de editoriales como Doncel –“Trinca” (1970/73) o Buru Lan –“El Globo”
y “Zeppelin” (1973/74)– habían popularizado obras adultas como Mort
Cincer –H. G. Oesterheld y Alberto Breccia– o Haxtur
–Víctor de la Fuente–. Además, el paso de lector de tebeos a
observalector de cómics se produjo de forma natural, casi como una
manifestación de mayoría de edad.
El producto se
comercializaba igualmente en quioscos y compartía la temática de género
–Western, Terror, Aventuras…–, quedando relegada en gran medida la historieta
humorística a las páginas de los tebeos. Aunque éstos también se actualizan y
adoptan nuevos formatos –cercanos al modelo franco-belga– en su intento de no
ser relegados a mera lectura infantil.
Pero las
cabeceras tradicionales no podían evitar la fuga de lectores cansados de las
continuas reediciones, aún censuradas, de la revista “Trueno Color”, donde el
capitán cruzado aparecía convertido en un hombre radioactivo, que mataba a sus
enemigos de un infarto con sólo alzar la mano –se eliminaron apuñalamientos
letales– o se movía en mundos alternativos de cromatismo único –se repetían y
remontaban viñetas, reproducidas en una única tonalidad–.
De ahí que la
lectura de obras como Mundo Mutante –Richard Corben y Jan
Strnad, 1970– editada por Toutain Editor en glorioso color fotomecánico del
número 1 al 8 de la revista “1984”, fuera tan alabada por los otrora seguidores
de Trueno.
Sumémosle que
toda una serie de creadores enmarcados desde 1968 en el movimiento Comix o
Cómic Underground –Robert Crumb, Gilbert Shelton o Richard
Corben– triunfan masivamente en España casi 10 años después de haber
alcanzado el éxito internacional, de la mano de revistas como “El Víbora”
(1979) o “Makoki” (1980), donde también publican Max, Nazario o Javier
Mariscal, dentro de lo que se denominó “La línea chunga”,
contrapuesta a la franco-belga “línea clara”.
Del éxito de
esta propuesta habla la supervivencia de “El Víbora” hasta el año 2005, en el
que la publicación cerró su trayectoria al alcanzar su número 300.
Me ha resultado muy interesante, la forma de contarlo da fácil acceso a la comprensión del cómic.
ResponderEliminarMuchos besos
Muchas gracias por tu lectura continuada de este continuará, Carmen.
EliminarMi propósito al escribir este artículo para la revista Zander Magazine fue el de compartir los recuerdos de una época en la que la lectura de historietas fue una compañía inspiradora. Al igual que ahora lo son vuestros comentarios en el blog.
Un abrazo, Carmen.
me gustó el ejemplo de viñeta y la diferencia... me gustan estas entradas de comics, se nota que sabés...
ResponderEliminarHola, JLO:
EliminarTengo casi 50 años y llevo cuarenta y muchos leyendo Historieta. Gracias por tu apreciación, pero más que “saber” son muchas las páginas leídas.
Por ejemplo: las páginas censuradas de “Trueno Color” son la lectura más importante de mi vida. Guardo innumerables recuerdos asociados a ellas (de aprendizaje, de disfrute, de evasión...)
Me gusta hablar de tebeos/cómics/álbumes europeos... Al ahcerlo hablo de mis ilusiones.
Un abrazo, JLO.