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Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre

lunes, 11 de marzo de 2024

Hoy hace 20 años

Hoy hace 20 años, España sufrió una cadena de atentados terroristas en los que fallecieron directamente 192 personas y casi 2.000 resultaron heridas.

Aquel jueves, las noticias trágicas desbordaban la capacidad informativa de las cadenas de radio. Apagué el receptor mientras empezaba a preparar la comida para mi madre, convaleciente, y para mí –mi padre y hermana estaban trabajando–.

En el comedor mi madre permanecía frente al televisor. Aterrada por lo que estaba pasando, atrapada en la visión de aquellas imágenes aterradoras. Desoyó mis invitaciones a que apagara el aparato y se uniera a mí en la cocina. Fui yo quien se unió a ella en el comedor. Permanecimos sentados en silencio durante, calculo, un par de horas. Recuerdo la frase con la que mi madre rompió ese silencio: “Me preocupa el mundo que os dejo a tu hermana y a ti”.

Los atentados del 11 M infectaron profundamente su ánimo. El lunes siguiente tenía cita oncológica. Los resultados del análisis de sangre fueron por primera vez negativos. Le suspendieron la administración del tratamiento paliativo que estaba recibiendo. Suspensión temporal que se convirtió en definitiva dada la progresión que alcanzó el cáncer en una semana. Pocos meses después falleció mi madre: Elena. En parte fue una víctima colateral de esos atentados.

Veinte años después, su hija y yo seguimos vivos. Mamá sigue latiendo en nuestros corazones. Y, si existe ese Cielo en el que ella creía, confío en que al vernos su preocupación no sea grande: el mundo sigue siendo cruel; pero en sus hijos habita la ternura.

 

Amable leyente: hemos vivido tiempos terribles y los hemos sobrevivido; hemos sufrido pérdidas dolorosas y honramos el recuerdo de los fallecidos. Cuando el dolor ataca es natural dolernos, cuando el recuerdo duele alivia el liberarlo. Nuestros seres queridos, los vivos y los muertos, nos quieren libres de malos recuerdos; pero no amnésicos del dolor compartido. Hoy hace veinte años fue un día nefasto, le siguieron días horrendos y también estupendos. Si la vida fuera siempre una fiesta, las fiestas –y probablemente la vida– no tendrían sentido. Vendrán días felices, aunque el de hoy sea de melancolía.

¡Salud y suerte!

22 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Hola, Susana:
      Aciertas plenamente: el sufrimiento colectivo lo convirtió en un día inolvidable.
      Un abrazo.

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  2. Fue un día horrendo, me lo pasé pegada al teléfono hasta que supe que todos mis amigos de Madrid estaban bien. Me gusta tu melancolía creativa. Un beso.

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    1. Hola, Ángela:
      Aquella tarde fui al negocio de un amigo, de ideología abertzale. Y juntos nos fuimos a una manifestación en solidaridad con las víctimas.
      Un abrazo.

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  3. Es curioso lo que es capaz de construir una mente impregnada de dolor y amor a la vez. Te ha quedado un texto precioso, al estilo de los de CLARISA, que sin saber cómo aun hablando del horror de la guerra siempre encuentra un escondrijo para deslizar la ternura y la esperanza que es lo que la final impera. En este tuyo hoy has hecho lo mismo, recordando un día terrible para todos, que además a ti te lleva a la convalecencia y pérdida de tu madre, sin embargo te sales de esa barbarie y el dolor propio, para dejar paso a la vida que sigue, por terribles que sean las circunstancias y es así. Nunca comprenderé la gente que se queda anclada en el rencor y el odio eterno, me es imposible por doloroso que sea lo que haya sufrido. A mi padre durante la guerra, le mataron a su padre de una paliza por llamar criminales a los que habían encarcelado a su hermana por el único crimen de estar casada con un hombre que había llegado de Cuba y además les robaron todo – en realidad esa fue la causa de fondo de todo aquel drama- Bien, huérfano desde los cuatro años, también casi de madre, porque mi abuela se volvió a casar y formó otra familia dejando a sus tres hijos al cuidado de su cuñada… Habiendo vivido todo esto, jamás le escuché ni un solo día expresión alguna de odio hacia nadie, superó todo aquello y vivió una vida plena y feliz en la que todo el mundo que le conoció, le quiso. Como segurísimo le ocurrió a tu madre. La humanidad es incapaz de salir de estas espirales de violencia que a la postre, sólo generan más y más violencia, así que deberíamos a prender del pasado y no seguir repitiendo los mismos errores, llorar y acompañar a los que se van y a los que se quedan, recordar, no olvidar, intentar perdonar y vivir.. valorar la vida porque es el mayor y mejor regalo que tenemos y enhorabuena por este precioso texto NINO. Tu madre estará sonriéndote desde el cielo, no tengas ninguna duda... Estupendo este texto y sobre todo lo mucho y bueno que dice de ti. Enhorabuena NINO... que hoy pase prontito. Un abrazo muy muy fuerte!

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    1. Hola, MARÍA:
      ¿Así que me ha quedado un texto”clarisista”? Lo que me he quedado es sonrojado tras leerte, gracias.
      Desde mi experiencia, siempre me he levantado tras la caída. Más pronto que tarde, quizá debería darme más tiempo para el luto, reinicio la marcha. Lo que ocurre es que mi ánimo está cada vez más extenuado y todo repecho se me presenta como cuesta arriba. He salido tocado del confinamiento pandémico: no me he infectado de COVID, sino de misantropía. Volver a este bloc fue el inicio de mi tratamiento humanístico, gracias por tu aporte a avivar mis defensas anímicas con tu trato afable y vitalista.
      También mis abuelos maternos volvieron de cuba poco antes del estallido de nuestra guerra civil: mi abuela acababa de ser madre y quería volver. Ambos habían trabajado en el sector servicios, por lo que volvieron con pocos ahorros. Y volvieron ajenos a la división social que había aquí (diferentes desgracias los habían dejado huérfanos y sin vínculos familiares, de ahí que emigraran muy jóvenes y se conocieran en el Centro Asturiano de la Habana –aún guardo sus carnets de socios–). Al poco de llegar empezó la guerra. Gijón fue una ciudad sitiada por las tropas alzadas. Durante los bombardeos, no les dejaban refugiarse en el refugio antiaéreo de la zona y tenían que desplazarse hacia otro barrio. Mi familia paterna vivía en una zona de Asturias donde triunfó el alzamiento. Mi abuelo paterno fue falsamente denunciado por un malquerer y casi lo fusilan. Pasó un tiempo encarcelado. Su salud siempre se resintió de ello.
      Te agradezco la confianza que me muestras al compartir esta intrahistoria familiar, María. Me repito en lo sanador de tu trato.
      El problema con la violencia es su aprobación social: consideramos fuerte a quien abusa del débil, llamamos valiente a quien reacciona con explosividad. Las historias y la Historia dan la razón al violento.
      Gracias por tus palabras hacia mi madre, amiga.
      Un abrazo cálido.

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  4. Hola, Nino.
    Lamento la muerte de tu ama y que en ella influyera el atentado. Como te dice Maria te ha quedado un texto muy personal y agradable de leer.
    Decirte que me han salido avisos de que habías escrito en el blog entradas que no he encontrado, espero que no estés teniendo problemas con google.
    Saludos.

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    1. Hola, Pablo:
      Me alegra saber que esta introspección, tan sentida como improvisada, te/os ha gustado.
      La catarata de avisos es consecuencia del cambio improvisado de planes. No creo que tarde en publicar esos textos.
      Un abrazo, Pablo.

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  5. Para usted de melancolía por partida doble. Pero para muchos también de indignación. Por los crímenes y por la indignante reacción de un gobierno que no supo estar a la altura de las circuntancias y mintió descaradamente.

    También yo he dedicado entrada a esa tragedia. Que no se repitan ni el crimen ni la mentira.

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    1. Hola, Fackel:
      Gracias por su visita, lectura y comentario.
      Son muchos, me temo que han sido todos, los gobiernos democráticos que nos han mentido –dada mi edad, no presté atención a los primeros de UCD–.
      La gestión, como mínimo la informativa, que hizo el gobierno de Aznar de la información relacionada con estos atentados fue manipuladora.
      Ahora me paso a leerle.
      Un saludo.

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  6. Tristísimo recuerdo. Nuestros seres queridos "nos quieren libres" y nosotros tenemos que hacer lo posible para conseguirlo. No se trata de vivir la fiesta como si fuera una fiesta, no lo es, pero nuestra fuerza de voluntad y de adaptación ha de servirnos para superar y crear puentes de concordia. No olvidamos aquel dolor, fue terrible.
    Indigna que después de aquella tragedia, todavía haya una intolerancia que levanta las armas para crear otras tragedias nuevas.
    Un abrazo.

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    1. Hola, Francesc:
      Aquel día muchas personas recibieron noticias felices, en aquellas horas para muchos nació o renació la esperanza: otras muchas personas enfermas de cáncer supieron de su curación, nacieron niños, viajeros en trenes llegaron a salvo a sus estaciones… Imagino que esa condición de carrusel que tiene la vida hace que a unos nos maree un viaje que a otros emocionas; imagino que por la falsa sensación de avance, una vez pasado el mareo nos volvemos a subir al viaje y preferimos que nos lleve a ninguna parte a que lo haga a su final, a la muerte.
      La intolerancia frente al diferente lejano o al indiferente cercano es una constante en los pueblos que se convierten en masas.
      Un abrazo fuerte, Francesc.

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  7. Volveremos a recordarlo y algunos seguirán sembrando dudas y no pedirán perdón por sus mentiras como hasta ahora.

    Salud.

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    1. Hola, Erik:
      Sí, la verdad vive envasada en una redoma eterna y nuestro dolor permanece embotellado en frascos de recuerdos.
      Un abrazo.

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  8. Nino, has expresado de maravilla de qué forma influyó en tu madre la tragedia del atentado que vivimos todos, unos directamente y otros desde lejos, mirando la televisión...Tu madre se fue, pero su espíritu sigue cerca de vosotros alentándoos y animándoos a seguir adelante...La vida es así, momentos malos y buenos, que nos marcan y nos fortalecen, amigo.
    Mi abrazo entrañable y mi ánimo siempre, compañero de letras.

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    1. Hola, Mª Jesús:
      Gracias por la compañía de tus palabras.
      Por desgracia, hemos crecido acostumbrándonos a la violencia televisada. La sociedad española convivió con el terrorismo, no sé si lo hicimos por valentía o por conformismo. Pero nuestra vida continuaba, pese a saber de atentados terroristas en casas cuarteles o en centros comerciales. Los atentados del 11 M nos marcaron, pero nuestras vidas han seguido. El terror no ha detenido nuestras vidas, pero las ha cambiado,
      Un abrazo.

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  9. Ese día fue durísimo. Estaba camino de la universidad cuando me enteré. Parecía otro atentado más. Según avanzaban las clases llegaban peores noticias. Fueron unos días muy tristes, entiendo que afectarán a tu madre. Besos 😘😘

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    1. Hola, Maite:
      Quiero pensar que mi vida está definida por la fortuna, no por lo aciago; que mis tragedias personales han resultado de las injusticias que regula la ley de vida. Pero cuando el infortunio es colectivo, me cuesta aceptarlo.
      Aquel día conocí el horror.
      Un abrazo.

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  10. Lo cierto es que fue uno de los días más negros de la historia de España con el añadido de la manipulación que se produjo con la autoría. Durante muchos años -y aún queda algo- es un día que pasaba con el estómago revuelto y el corazón encogido. Siento mucho lo de tu querida madre y me parece muy bonito el recuerdo que guardas de ella.
    Un fuerte abrazo, Nino.

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    1. Hola, Miguel:
      Esa pesadilla pasó a formar parte de nuestro inconsciente colectivo, su gestión afectó a nuestra consciencia individual: a lo colectivo lo infectó el terror; a lo individual, la desconfianza. Desconfianza que se afianza al ver cómo 20 años después el dolor sigue siendo usado por gobierno y oposición.
      Un abrazo.

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  11. Lo peor es que... se olvidó... al punto, que muchos le dan loas a Hamás, otro de los grupos terroristas hermanito de la leche de odio que impregna a los movimientos islámicos terroristas en todo el mundo... Lo veo y no lo creo

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    1. Hola, Alí:
      Quizá nuestra mente está programada para el olvido del dolor propio y nuestro ánimo para reafirmarse ante el sufrimiento ajeno. Yo no perdono ni olvido. No me considero rencoroso, sino consecuente.
      Sobre la guerra árabe-israelí temo que es imposible la paz.
      Un abrazo.

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Gracias por tu lectura comentada.

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