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Quizás por ese hermanamiento en el desprestigio que conlleva el hablar con prestigio de la Ciencia ficción, cada vez aumenta más mi admiración hacia el creador gijonés, Juan José Plans; quien no cesa en su empeño por mantener viva esa cultura popular que muchos quieren convertir en elitista para beneficiarse de ella. Cuando los tebeos a color son sepultados por novelas gráficas en blanco y negro; cuando al cine de aventuras lo arrincona el cine de bostezos; cuando al rock & roll lo silencia el garage; es de agradecer que alguien con el peso y la enjundia de Juan José Plans se muestre firme en su defensa de la dignidad de la ahora denostada cultura popular.
Con el apoyo de La Consejería de Cultura y Turismo del principado de Asturias, Plans ha ideado una exposición bibliográfica compuesta por más de 140 ejemplares, con los que recoge el pasado colectivo de muchos de nosotros. Tebeos de Bruguera conviven con novelas de Cátedra en un proyecto llamado Historias de la ciencia ficción, el cual su coordinador confía con que cuente con próximas entregas.
En el interesante catálogo, profusamente ilustrado, que acompaña a la muestra, Plans combina información con opinión y reflexión, logrando trasmitir al espectador de la exhibición o al lector del librillo, la plena fuerza y valía del género. Apellidos como Voltaire, Kafka o Borges acompañan a los habituales al Fantástico: Verne, Stevenson o Wells. A los que yo añadiría sin dudar los de Cervantes, Calderón o Góngora. Pues, encuentro en sus novelas moriscas, bizantinas, de caballerías o incluso autos sacramentales un intento de reflexionar sobre la sociedad actual emplazando la acción en lugares remotos y situaciones imposibles: en el Madrid de 1635, la historia del heredero a trono de El reino de Polonia, encerrado en una torre e ignorante de su condición regia, debía de ser visto como un relato de lo más “marciano”; de hecho quizás esa vida más que ser calificada como “sueño” debería haberlo sido como “delirio”.
No creo que cuando Mary Shelley estaba escribiendo Frankenstein, se planteara que en julio de 1929, Hugo Gernsback ideara la palabra “ciencia ficción” con la que en pleno siglo XXI se intenta acorsetar a la obra sobre el moderno Prometeo.
Hoy se puede estar escribiendo una novela que dentro de dos siglos será considerada crucial en la trayectoria de un género existente en la actualidad. De hecho —y sin pretender ser irreverente— dudo que exista mejor obra de ciencia ficción que La Biblia : un extraterrestre que camina sobre el agua y resucita, hombres cuyo factor mutante los convierte en matusalenes, mujeres cuyos pecados las convierten en sal…
Pero bueno, en otro momento compartiré con vosotros mi opinión al respecto.
El caso es que la exposición Historias de la ciencia ficción, estará abierta hasta el 31 de mayo en La biblioteca pública Jovellanos, de Gijón; y del 9 de junio al 12 de julio en La biblioteca Ramón Pérez de Ayala, en Oviedo.
Sinceramente, os animo a que la visitéis sin necesidad de teletransportaros.
Cuidaros.
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©Nino Ortea. Gijón, 28-IV-09
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