-->
El reparto colonial, cuyas nefastas consecuencias aún padecemos, se cierra con La Conferencia de Berlín en 1885; año en que Francia invade Indochina (Vietnam). Alemania, bajo el gobierno de Bismark, culmina su asentamiento; y una sensación de no ocupar el lugar que le corresponde invade al país recién formado.
Inglaterra, imperio desde 1876, alcanza su máximo apogeo y comienza a mostrar un agotamiento, manifestado con posterioridad en el siglo XX a favor de un nuevo caudillaje: el de Los EE.UU.
El rechazo del Parlamento Inglés (1886) a la home rule del Primer Ministro Gladstone, y el desprecio a las peticiones del Congreso Nacional Indio (1885), harán que Irlanda y La India, pasen de pedir la autonomía a lograr la independencia en apenas 60 años.
La sublevación del Mahdi en Sudán (1884), marca el renacer de la amenaza del integrismo árabe para los intereses del capitalismo cristiano. Amenaza que hoy en día se ha convertido en pavor para las otrora metrópolis occidentales.
En el Congreso de Londres (1881), los anarquistas aprueban el terrorismo como propaganda de hecho.
La demostración de la inexistencia del éter (1881), lleva a la Teoría de la relatividad. Karl Bentz desarrolla el automóvil (1885).
Heinrich Hertz produce las primeras ondas eléctricas (1887).
Los asesinatos de Jack The Ripper ocurren en el corazón de la potencia más importante del momento.
Londres acababa de celebrar en 1887 las bodas de oro imperiales, y es el centro del mundo civilizado. Ejemplo de la pujanza londinense son sus 6.581.000 habitantes en 1990, frente a los 3.670.000 de París o los 540.000 de Madrid.
Victoria que inicia su regencia en 1837 como reina, la cierra en 1901 como emperatriz. Su coronación fue recibida en silencio por una nación hastiada de los desvaríos regios.
La propiedad de la tierra sigue en manos de unos pocos, en una economía de la que la agricultura aún es el motor.
El desarrollo científico e industrial recae en manos privadas que disfrazan su avaricia como proteccionismo.
La penosa situación de la nueva clase social, el proletariado urbano, convertía a la isla de Albión en un polvorín; no en vano Marx situaba aquí, y no en la Rusia zarista, su Revolución.
Temerosos de una revuelta social, los diferentes gobiernos se esfuerzan desde 1851 por mejorar el “modus vivendi” británico. Son los conservadores los que practican políticas más sociales, legalizando los sindicatos, dictando leyes de mejora laboral o reconstruyendo barrios pobres.
La aprobación de la Ley de derecho de sufragio (18 85) concede el voto a parte de la clase trabajadora: la mujer continúa sin poder votar y el 50% de la población masculina no está censado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu lectura comentada.