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El Marqués de Salisbury —primer ministro durante los asesinatos del East End— busca con su campaña de reformas sociales frenar a un incipiente Laborismo, movimiento social reconvertido en partido político en 1891.
El Marqués llega a plantear un sistema de pensiones, pero los gastos de La guerra de los boers se lo impiden. Curiosamente, lo mismo le ocurriría a Winston Churchill tras La Segunda Guerra Mundial.
No faltan voces descontentas con la situación. La Hermandad Feniana —mano armada del republicanismo irlandés— traslada su violencia reivindicativa a las calles de Londres.
La Sociedad Fabiana critica un sistema basado en la diferencia de clases. Entre sus miembros destacan H. G. Wells o G. B. Shaw, quien ve en el deterioro de Whitechapel una de las causas de los asesinatos de El destripador; y en éstos un intento de privar a la mujer de su fuerza vital, en un momento en que empieza a exigir sus derechos.
El descontento social aflora en manifestaciones y disturbios.
El 13 de noviembre del 87, The Metropolitan Federation of Radical Clubs, marcha en protesta por la política gubernamental en Irlanda; Sir Charles Warren, jefe de la Policía Metropolitana, recurre a la caballería para dispersar la concentración. Sus desmesuradas medidas hacen que tenga en su contra a la opinión pública.
Pese a los intentos, no institucionales, de concienciar a la población del West End —zona en la que vive la clase media— sobre la necesidad de una mejora en las condiciones de vida del Este, el East es considerado la zona habitada por degenerados y delincuentes no merecedores de atención.
Aproximadamente 900.000 personas malviven en el sector.
En Spitafields hay edificios construidos para albergar a los trabajadores de la industria textil. Con la llegada de la máquina de vapor, la industria se trasladó y las casas se convierten en pensiones.
Diecisiete personas vivían en el 29 de la calle Hanbury, donde fue asesinada Annie Chapman. En 1891, el 55,5% de la población de Whitechapel vive con otras dos personas por habitación, en apartamentos con menos de cinco huecos. Esto acarrea una acentuación del incesto, de la prostitución juvenil y a un aumento del precio de alquiler en un 25% de 1880 a 1900. Las condiciones de vida son muy duras, y muchos recurren a formas inhumanas de hospedaje, como dormir sentados, apoyados unos sobre otros o sujetos por una cuerda.
Whitechapel, con 76.000 habitantes, cuenta con un 39,2% de población bajo el umbral de la pobreza. Son escasos los trabajos fijos y la jornada laboral en muchos talleres oscila entre las 15 y 18 horas.
Pese a la emigración a las colonias —200.000 personas por año, entre 1880 y 1890— la población se duplica de 1851 a 1911.
La llegada de inmigración provoca reacciones racistas.
Gran número de los inmigrantes era judío. De los 70.000 hebreos residentes en Londres, unos 40.000 habitan en Whitechapel. Muchos progresan pese a las duras condiciones, lo que incita el antisemitismo en la frustrada población nativa.
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