Y es que quien busque un tebeo de acción no se
sentirá defraudado con El corazón de
las tinieblas, donde el Capi se
adentra en la jungla colombiana para rescatar a una unidad del USA Army,
asediada por los sicarios de un señor de la coca. Esta operación de rescate
aparece coreografiada por una sucesión de puñetazos, tiros, explosiones,
muertes y traiciones; plasmados perfectamente por un Zezelj que
corrobora su tremenda habilidad para la narración gráfica, mezclando sus
lápices expresividad y dinamismo a apartes iguales, situándose su trabajo al
mismo nivel que el de otros genios del tebeo de aventuras como José Ortiz
o Joe Kubert.
Junto al enfoque, literario y gráfico, respetuoso
con la tradición del comic-book de superhéroes, aparecen otros rasgos que
personalizan y singularizan este El
corazón de las tinieblas. Al igual que ocurre en otros relatos de Macan
–como sus demoledoras historias para Grendel,
recogidas en el recopilatorio Guerra
de clanes– aparece el sin sentido de la guerra, privada de todo matiz
heroico. Los soldados yanquis son unos inmorales, auténtica carne de patíbulo,
que ven en el ejército la posibilidad de formar parte de una banda legal de
delincuentes, visión en la línea de la plasmada en la película Buffalo Soldiers.
Los guerrilleros colombianos también carecen de todo
romanticismo, no son presentados como sacrificados combatientes del
Imperialismo, sino como una banda de inmorales que no lucha por el rescate de
sus hijos, y sí por el placer de matar o morir matando. El Capitán América, icono tebeístico del heroísmo
norteamericano, aparece totalmente desdibujado en una realidad donde se le
echan en cara sus gestas, pues éstas llevan a la idealización de la vida
militar, y a la consecuente pérdida de vidas humanas.
Este convencimiento de que toda violencia, incluso
la aplicada para conseguir el bien común, desata más violencia aparece
remarcada por el comportamiento del Capi,
quien mediante su estoicismo y capacidad dialéctica convence a sus conciudadanos
de que todos tenemos un potencial innato para el Bien, lo importante es dar el
primer paso para dejar de ser escoria. Para defender unos ideales hay que creer
en ellos; para combatir el Horror hay que conocer la Verdad, verdad que nos
hará libres y puede llevarnos a cometer el acto supremo de libertad: decidir el
sacrificio de lo que más queremos, de nuestra vida, en defensa de la inocencia
que encarna un niño.
Macan también impregna a su obra de
un sentimiento religioso muy cercano a la espiritualidad de los primeros
cristianos, recurriendo a valores humanos –solidaridad, esperanza, generosidad,
sacrificio...– que han intentado monopolizar las religiones institucionalizadas
mediante sacramentos, mandamientos o votos. El concepto católico de “Libre albedrío”
aparece reflejado en la decisión de los soldados de retomar el control de sus
vidas, aunque esto los lleve a la muerte. Su religiosidad se baña en las aguas
del Humanismo y el Paganismo.
El hombre redime sus pecados mediante sus actos, sin
necesidad de pasar por vía crucis de penitencias, ni perdones divinos. El
Paganismo aparece reflejado en la recuperación del concepto de la Vida como un
baile con la Muerte. Idea reforzada por una atmósfera de Fatalidad que impregna
la obra desarrollada como una gran prolepsis narrativa, en la que la inminencia
de la muerte, vaticinada desde la primera viñeta, marca el ritmo de la
historia. Aunque es un fatalismo que no obedece al capricho de los dioses, sino
a la voluntad de los mortales. Unos soldados, muertos en vida, que, al igual
que le ocurre al replicante de Blade
Runner, cuanto más cercana ven su agonía más aprenden a amar la vida
ajena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu lectura comentada.