Al igual
que antes, me pregunto ahora por qué en un juego didáctico se enseña a obedecer
órdenes y no a dar indicaciones claras, a pedir las cosas por su nombre o a
hablar de manera más melódica y nada gritona. Y no, no me vale la simpleza de relativizarlo
todo a que en la infancia un proceso de aprendizaje ordenado nos saca de la
ignorancia caótica. ¿Acaso no aprendemos todos los días de experiencias que nos
hacen sentir como un niño?
Después
de todo, los actos hermosos de la vida los hacemos porque queremos; no por
miedo.
Miedo quizá
no; pero si prudencia ante mi impaciencia es lo que siento. Quiero acabar el
borrador antes de que el viento inspirador torne en hipohuracanado y, en un
arrebato vehemente, me dé por volver a echarle el diente a lo prohibido.
Vivido
en este blog, en Facebook, en Twitter, en Infojobs... mi tiempo necesitaría de
horas tan largas como las que se me hacen mientras me mantengo a tu espera. No soy
torpe; pero sí pobre en Internet. Mi conexión subrogada me impide la
omnipresencia obligada que parece latir en el corazón social del mundo de ficción.
Calculo
que en dos semanas, puede que sean tres, habré acabado el borrador. Hasta
entonces, arrivederci al blogueo y al
feisbuqueo. y ciao a Twitter, medio
donde quiero comprobar si mi incomunicación encuentra remedio.
No leas
en este texto un pretexto para un adiós. Es un “hasta pronto”.
Nos
leemos o nos vemos.
Hasta
entonces: gracias por venir y enloquecer.
Nino.
Ir al
principio.
¡Pues hala, hala! Desaparece de las redes, pero acaba ese borrador y luego nada de infinitos retoques. Se corrige y punto final, directo a la calle, a internet, a las editoriales o donde quiera que lo puedan leer, a ver si esta vez hay suerte. Y yo que te veo firmando en el próximo San Jordi...
ResponderEliminar¡Jopelines, ni que supieras de primera mano el alelamiento que me domina al escribir, Lucía!
EliminarNo tengo la mente en publicar, sino en escribir. Leo a gente tan sugerente que no logra editar o que, de hacerlo, lo han hecho en condiciones tan arrepentibles que, la verdad, veo difícil el llegar a la edición en papel.
El borrador, que no deja de ser un desarrollo del argumento, ya va por el capítulo 22 (aproximadamente el número de capítulos que calculaba para esta primera versión) y la página 135 (acabo de comprobarlo). Ahora, creo que tendrá unos 32 capítulos, que aumentarán en la versión definitiva. Luego pararé, ya que quiero dejarlo enfriar; y aprovecharé para continuar con una novela corta, son sólo 60 páginas, que quiero presentar a un concurso de fecha de entrega el 1 de septiembre (las bases encajan con lo que llevaba escrito)
Si mi vida sigue igual de previsible, calculo que habré acabado la primera versión del libro antes de Navidades.
Para lo de las firmas libreras sigo practicando, ¡la próxima vez que entre a firmar libros en La Central espero que no me echen tan pronto!
Gracias por el comentario, los buenos deseos y los haleos desalelantes, Lucía.
Un abrazo.
Suerte con ese libro. Y cuidado con las bicis chopper (¡menuda foto!).
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Ismael!
EliminarAnte todo acabar el libro evitando la tentación de convertirlo en un tostón tipo “En busca del tiempo perdido”. Una vez acabado, ya veo lo que hago con él. Mi idea es presentarlo a concursos; aunque viendo el éxito que estoy teniendo con los relatos que envío, puede que lo acabe cantando cual trovador de plaza y plaza.
Lo del bicichoppeo fue de lo más isiraider. Me lo pasé fenomenal, hacía tiempo que no disfrutaba tanto. Y la foto es una clara muestra de porqué debería usar casco cuando salgo de casa; ¡pero los feos también tenemos derecho a que nos dé un poco el aire!
Un abrazo, Ismael.