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lunes, 24 de noviembre de 2008

Grant Morrison y los X-Men 04


Quitely había demostrado que al igual que Jerry Bruckheimer había convertido al alopécico Nicolas Cage en héroe de acción, él podía hacer de la heterogénea Authority un modelo homogéneo de narración gráfica colosal.
Grant Morrison se concentró en el desarrollo de los personajes en la línea de puesta al día que caracterizó al primer Claremont; no en vano X-Men era la única historieta que leía en los años en que hizo suyo el lema Más vale ser punkie que maricón de playa. Al igual que el señor Carlos Mar-X había realizado previamente con sus teorías sociales mutativas, el guionista reunió sus propuestas en un Manifiesto de fecha 20-X-2000. Progresivamente fue cumpliendo sus proyectos uno a uno, orientando su discurso hacia todos los habitantes de El Sistema Cultural, y no limitándose al puñado de pobladores de El Noveno Mundo.


Cada arco argumental funciona como una nueva entrega de una saga, con la presentación, desenlace y conclusión de una trama independiente; sin que esto impida el engarce del relato en una narración más amplia, aunque —ésta al igual que los replicantes de Philip K. Dick— cuenta con una expectativa de vida reducida: un año.
Atrás quedaban esas épocas en las que el desarrollo de una intriga abarcaba desde el periodo de lactancia de tu hijo a su abducción por alguna arpía.
Las historias vampirizan y remodelan temas y situaciones clásicas —la inestabilidad del imperio Shi’ar, la imposibilidad del amor en épocas de inquina— alternándolas con una subtrama que refleja la evolución interior de los personajes —La Bestia llega a dudar de su hombría, o unos trágicos Jean y Scott, cual Polifemo y Galatea, ven como su amor se destroza en los riscos de la incomprensión— temática que actúa como recompensa para el lector fiel, gustoso de saber como respiran unos personajes a los que el paso del tiempo hace sentir como amigos.



Incluso desde un punto de vista estético se recuperan los viejos tiempos, al adoptar los personajes la consonancia de un uniforme. Nada de pijamas chillones ni mallas ajustadas. Vestimenta tipo motorista o bailarina de gogotera es lo que cubre sus cuerpos, de modo que basta un simple vistazo para comprender que no es lo mismo optar por unirse a La Patrulla que a Los Vengadores. La primera conlleva una vida de secretos, persecución e injusticia —de ahí que el negro sea el color que los iguale— mientras que la segunda conlleva una existencia de popularidad, adulación y codearse con dioses y famosos.
Aunque, lejos están los tiempos en los que los mutantes tenían que recurrir al trasporte público para acudir a sus misiones, utilizando ahora ultra tecnología propia, y cuidadosamente patentada; que el ser mutante no conlleva ser descerebrado.


Las andanzas de los Nuevos X-Men rebosan cruda imaginación, espectáculo desbordante, personajes verosímiles y un drama emocional que humaniza a estos héroes del átomo, a los que su condición de genopositivos convierte en víctimas del Síndrome de Ingratitud Adquirida que sufre el homo-sapiens. El resultado son relatos que los niños leen por su desbordante imaginación, los jóvenes por la sensación de persecución y rebeldía, y los adultos por el placer de encontrarse ante una historia bien contada.


Mas que una bendición.


El Boletín Oficial del Estado Mutante (BOEM) 114 de los New X-Men saluda la llegada del nuevo equipo creativo, a la vez que la formación mutante es embarcada en una aventura, E Is for Extiction, que afectará al futuro de su especie. Viendo cómo todo proceso evolutivo se basa en el exterminio de la raza menos evolucionada por parte de la avanzada, una teórica homo-sapiens —revelada como ¿hermana? de Xavier— aniquila a dieciséis millones de homo-superiores residentes en Genosha, para evitar que ellos golpeen primero.


La cascada de acontecimientos que esta escabechina desata, llevarán a Xavier a airear su condición de Profesor-X, provocando serios problemas a los residentes en su escuela. No conviene olvidar que Xavier es un incordio habitual para sus pupilos: de sus primeras bromas, basadas en fingir una pérdida de sus poderes o su muerte, pasó a las astracanadas en forma de prolongadas ausencias espaciales y transformaciones en peligrosas amenazas, Onslaught incluido.
La posibilidad de que algunos seres presenten una segunda mutación, encarnada en una incitante Emma Frost, otrora enemiga acérrima de los Hombres-X, supone un breve rayo de esperanza en mitad de la obscuridad genocida. El BOEM 116 marca el final de este acaecido, cabiendo destacar que la entrega 115 había contado con una cubierta alternativa a la realizada por Quitely, firmada por B. W. Smith.



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