Aunque tú me llames charrán, Lola, me defino como un hombre de palabra. ¡Sí, no te rías, he dicho “hombre”!. Otra cosa es que, a la hora de demostrarte mi hombría, mi ineptitud te lleve a que acabes encogiéndote de hombros y abras el cajon de la mesita…
Así que en vez de estar haciendo psicotécnicos para preparar el examen de mañana, sigo contando mi cuento por donde lo había dejado.
A la salida de la consulta, se me olvido devolver la revista. Entiéndeme, por “salida” me refiero al acto de salir, no al de estarlo, que en ese caso el género degenerado sería masculino. No sólo di por sentado que allí a la gacetilla la tenían muy vista, si no que así tendría una excusa para volver a ver a la abotonada recepcionista que anehelaba convertir en mi enfermera de noche.
Ya en casa, lo bueno de subsistir a base de comida enlatada es que no te da mucha lata lo de cocinar, así que me pude dedicar a lo que más me gusta hacer después de criticar a los demás, me puse a leer. Bueno, lo que más me gusta es hablar de mí. Y me pierde el pensar en ti, aunque unos días seas pelirroja y otros analfabeta. Vamos, que como no tenía nada que hacer y mi vecina no estaba en casa para ir a pedirle un abrelatas, cogí la revista “Caminos de liberación” y me puse a leer el supuesto artículo cinematográfico de Don Alejandro Fernández Barrajón.
No voy a compartir con vosotros lo desenfocado que me pareció su texto “Los avatares de la vida”, pues quizás me pase como con Obama, y este caballero también acabe recibiendo un premio Nobel antes que yo. Injusticias hay muchas. Ya ves, tú con tres y yo con este estrés. El caso es que el autor comenta que dada su molestia con el “afán recaudatorio voraz” de la SGAE, va el muy gastizo y le pilla un dvd pirata a un galeote encadenado a las galeras del top manta. Lo cual me parece tan acertado como si para combatir la codicia de los bancos, animáramos a recurrir a los usureros.
No estoy a favor del contrabando cultural. Creo que el intercambio de contenidos debe ser gratuito y divulgativo. Y no dejar que tu vagancia o tacañería, te lleven a colaborar con la explotación de un ser humano. Los de la SGAE me siemblan corsarios, pero los explotadores de inmigrantes son unos negreros.
Este tema es demasiado serio para abordarlo en mi actual estado escapista de ánimo. Pero sólo comentarte que poseo 2543 películas en soporte digital, de ellas 211 son “compradas”. No tengo conexión propia a Internet, pero sí amigos solidarios, de ahí que el número de copias que atesoro habla también de la generosidad ajena. Eso sí, debo reconocer mi dualidad farisea, pues defiendo hasta el insulto mis derechos de autor a la vez que enarbolo mi indigencia como bandera de enganche para mi legión de obras desautorizadas.
Volviendo al tema del artículo de Alejandro Fernández Barrajón, tras comentar su porqué de la compra, se puso a compartir sus cómos para desaconsejar la película Avatar. No pinto a ningún putufo de fucsia si repito que Avatar me parece un peliculón; aunque entiendo que haya gente a la que no le ha gustado. Yo nunca escucho a Amaia Montero sin llevar tapones puestos, y son muchos los que la consideran “la voz de España”. Quizás yo sea mongol —de los de Mongolia, que a los otros tengo bien clara mi pertenencia— pero para mi esa chica no gorgorita en español, lo hace en arameo. Es escucharla e ir al baño.
El fuerte de películas como Avatar o nuestros vídeos caseros, Lola, es su componente espectacular. El guión, al igual que mi decencia, brilla por su ausencia en esas grabaciones. Despojar a Avatar de su condición de mega espectáculo es tan decepcionante como lo mío tras desnudarme. Es tan delusorio como desdibujarte tu sonrisa. Es tan inicuo como quejarte de que el agua moja.
Pues bien, tras haber visto una grabación de la proyección de la película en una sala de cine, y haber oido su sonido asardinado, va el señor Fernández Barrajón, y descalifica el filme de James Cameron por “decepcionante”, “de técnica futurista enlatada”, “antihumana”… Desconozco si el comentarista se había iniciado en esto de la crítica cinematográfica opinando sobre las emisiones de Canal + tras adivinar su emisión codificada —las retransmisiones de cine porno por el citado canal han avivado más la imaginación de nuestra generación que toda la saga de Enmanuelle la de nuestros padres—.
Pero bueno, seamos serios. ¿Te imaginas que un crítico gastronómico juzgase la valía de un restaurante tras haber mordisqueado los restos arrojados a la basura?. Si en artes como la Música, la persona que escribe sobre Clásica no es la misma que opina sobre Pop o Jazz, ¿cómo es que al hablar de Cine, el mismo aburrido que elogia el cine indoeuropeo es el que denosta las producciones jolivudienses? Al final y pese a tus risas, Lola, espero que entiendas lo que me lleva a asegurarte que es mucho más profesional una publicación como la Super-Pop que la Fotogramas o la Dirigido por, pues el que opina sobre Bisbal no lo hace sobre RachmaNINOff.
Por desgracia este enjuiciar lo malvisto se ve perpetuado en Internet. Sólo tenemos que fijarnos en la marabunta de blogs que opinan sobre películas no estrenadas en España, o comercializadas pocas horas antes de que el autor haya publicado su opinión. Hay mucho experto en juzgar a la ligera, no ya sobre el Cine, si no que sobre la vida.
Bueno, se hace denoche y mañana se barre mi futuro.
Tras el examen, intentaré pasar por la consulta a devolver la revista. Quizás me encuentre a la recepcionista cuya descortesía me habla tanto de ti, Lola. Quizás, al igual que siempre, sea igual que tú sin parecerse a ninguna. Probablemente tambien me ignore sin haberse molestado en conocerme,
¿No me deseas suerte para mañana?
© Nino Ortea. Quien se muere por barrer las calles que llevan hacia ti.