El otro día, a falta de un buen escote al que intentar asomarme, me dio por hacerme el interesante y aparentar que leía. A esas alturas lo mejor ya estaba pillado o bastante ajado —no, no hablo de un bar de nadrugada, si no de la consulta médica a la que acudí acompañando a mi tío—. Como era un sitio serio, no tenían la “Cuore” ni la “Interviú”, y como yo soy un tipo serio no leo el “Marca” ni “Expansión”.
Me puse a enredar confiando en que la distante recepcionista se acercara, y a falta de té me ofreciera simpatía. Pero ni con ésas. La nada samaritana estaba más pendiente de mirar por la ventana que de apreciar mi badana. Ofuscado, alopécico y sin tener ni idea de dónde estaba el retrete, me dio por coger una de esas revistas nacidas para hacerte feliz al posarlas: Caminos de liberación. Publicación bimestral que en su número 146 presentaba en portada la reprodución de un fresco con los frescos de Adán y Eva siendo expulsados de El Paraiso. A falta de la “Interviú” había encontrado carne para mi cocido.
La gaceta es de carácter confesional católico, enfoque que me merece tanto respecto como el de cualquier otra revista. Bueno, el caso de las publicaciones que te avisan de su tono doctrinal y reflexión sesgada, me provoca más respeto que el de las que van de independientes pero en realidad defienden los intereses de los poderosos y de sus anunciantes. Vamos, que me pasa como con esas ¿señoritas? de mente liberal y actitud mundana, que tras enterarse de mi condición de desempleado, se van al baño para no volver ni a pagar la cuenta. Prefiero a las que se sonrojan al verme. Ésas no ocultan sus sentimientos.
Sigo, que es sábado. Y la primavera está hecha para salir a airearse a la calle y no para airear mis salidas de tono.
El caso es que entre reflexiones sobre “crucificados vivientes” o incitaciones a ser “alto de mirar a las palmeras”, me encontré con un sección —A contraluz— donde su autor, Alejandro Fernández Barrajón, hablaba de Cine. O eso me pareció al encontrarme un artículo titulado “Los avatares de la vida” que aparecía acompañado de dos imágenes de la película Avatar. Al igual que hay veces en que al oir las carcajadas de una mujer, se me olvida comprobar si llevo el peluquín bien puesto, en ese momento se me olvidó asegurarme de si lo que tenía delante era un artículo sobre Cine o un avatar del destino.
El caso es que justo en ese lapso, la otrora distante recepcionista se acercó a invitarnos a pasar a la consulta, a la que entré con la mejor de las sonrisas y la revista en mi mano, que a esas alturas ya era mía por derecho de mangada.
Y ahora, no es que quiera hacerme el interesante, pero hace una tarde preciosa y me apetece sentarme al Sol para luego enamorarme un rato.
Si no es mañana será tomorrow, os acabaré de contar esta historia.
Sábado, sabadete.
© Nino Ortea. Futuro barrendero de las calles que llevan hacia ti.