Dentro del laberinto.
Travesía
por el laberinto es una obra escrita en 12 estancias por Eduardo Mazzitelli y dibujada en blanco
y negro por Enrique Alcatena,
apareció serializada en el año 1991 dentro de la revista argentina Skorpio.
No
es la única colaboración de estos creadores, de su unión han nacido relatos
como Acero
líquido, Metallum Terra, Pesadillas, o, más
recientemente, Nuggu y los cuatro.
Travesía
por el laberinto es
un apasionante recorrido por el proceso creativo, a la vez que una envolvente
reflexión sobre la condición humana. La búsqueda de la Felicidad, el Equilibrio
o la Identidad,
conviven con la Ira,
la Falsedad
o la Locura.
Cuentos
para noches tormentosas
Nos
encontramos ante una novela gráfica que aúna como pocas su valía literaria y artística.
Aun ahora, me resulta difícil decidir qué parte pone el cascabel a la otra.
Pues
si las ideas, reflexiones y situaciones creadas por Mazzitelli son fascinantes, la plasmación gráfica de Alcatena resulta cautivadora. Hasta el
punto de que texto y dibujos combinan perfectamente en la realidad de la historieta,
pero uno podría hacerlo perfectamente en el mundo literario, y el otro en el
universo de la ilustración. Ambos autores, logran que sus improntas recorran
juntas el laberinto creativo sin que una busque dejar atrás a la otra.
Ya
que en Travesía por el laberinto vemos como tanto Shakespeare, Cervantes o Borges, se
dan la mano con Dalí, El Bosco
o Courvert.
Su planteamiento
inicial no es innovador: Un poeta sin inspiración es arrastrado —por el Oberon
creado por Shakespeare— al Laberinto fundamental, donde confluyen los ríos
del Tiempo, la Realidad y la Ficción para regar la fértil imaginación de los
creadores.
Ya Hugo Pratt en su Sueño de una mañana de invierno,
presentaba a Oberon,
junto a otros personajes shakesperianos pidiendo ayuda a Corto Maltés para que los
defendiera de la Alemania
akaiserada de La Primera Guerra
Mundial.
Neil Gaiman y Charles Vess, en su relato para The Sandman:
A
Midsummer Night's Dream, lucían a la compañía de teatro del bardo
representando la obra homónima frente a una audiencia compuesta por los
personajes que la protagonizan.
¿Plagio?
¿Copia? ¿Imitación?... No, simplemente Arte en vida que baila la música del
azar. No en vano las musas que nadan en las aguas del Parnaso bañan con su
sonrisa a todo creador que se zambulle en ellas. ¿O acaso no es el mismo
concepto de obsesión amorosa el que sufre Otelo por Desdémona, que el que encanta a Quijote
por Dulcinea?
¿Se copiaron Shakespeare y Cervantes, o simplemente tomaron la
misma bifurcación en el laberinto creativo? Además, si El Bardo se inspiró en
un relato de Cinthio… ¿en quién se
inspiró El Manco?
No
importa, la inspiración está en la vida. El arte es vivir o soñar que vives, o,
como pone Mazzitelli en boca de uno
de sus personajes: “¿Acaso vas a escribir
sobre la vida si no vives?”
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