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domingo, 6 de julio de 2014

Eduardo Mazzitelli y Enrique Alcatena: Travesía por el laberinto (1 de 3)



Dentro del laberinto.

Travesía por el laberinto es una obra escrita en 12 estancias por Eduardo Mazzitelli y dibujada en blanco y negro por Enrique Alcatena, apareció serializada en el año 1991 dentro de la revista argentina Skorpio.
No es la única colaboración de estos creadores, de su unión han nacido relatos como Acero líquido, Metallum Terra, Pesadillas, o, más recientemente, Nuggu y los cuatro.
Travesía por el laberinto es un apasionante recorrido por el proceso creativo, a la vez que una envolvente reflexión sobre la condición humana. La búsqueda de la Felicidad, el Equilibrio o la Identidad, conviven con la Ira, la Falsedad o la Locura.
 


Cuentos para noches tormentosas

Nos encontramos ante una novela gráfica que aúna como pocas su valía literaria y artística. Aun ahora, me resulta difícil decidir qué parte pone el cascabel a la otra.
Pues si las ideas, reflexiones y situaciones creadas por Mazzitelli son fascinantes, la plasmación gráfica de Alcatena resulta cautivadora. Hasta el punto de que texto y dibujos combinan perfectamente en la realidad de la historieta, pero uno podría hacerlo perfectamente en el mundo literario, y el otro en el universo de la ilustración. Ambos autores, logran que sus improntas recorran juntas el laberinto creativo sin que una busque dejar atrás a la otra.
Ya que en Travesía por el laberinto vemos como tanto Shakespeare, Cervantes o Borges, se dan la mano con Dalí, El Bosco o Courvert.

Su planteamiento inicial no es innovador: Un poeta sin inspiración es arrastrado —por el Oberon creado por Shakespeare— al Laberinto fundamental, donde confluyen los ríos del Tiempo, la Realidad y la Ficción para regar la fértil imaginación de los creadores.
Ya Hugo Pratt en su Sueño de una mañana de invierno, presentaba a Oberon, junto a otros personajes shakesperianos pidiendo ayuda a Corto Maltés para que los defendiera de la Alemania akaiserada de La Primera Guerra Mundial.
Neil Gaiman y Charles Vess, en su relato para The Sandman: A Midsummer Night's Dream, lucían a la compañía de teatro del bardo representando la obra homónima frente a una audiencia compuesta por los personajes que la protagonizan.


¿Plagio? ¿Copia? ¿Imitación?... No, simplemente Arte en vida que baila la música del azar. No en vano las musas que nadan en las aguas del Parnaso bañan con su sonrisa a todo creador que se zambulle en ellas. ¿O acaso no es el mismo concepto de obsesión amorosa el que sufre Otelo por Desdémona, que el que encanta a Quijote por Dulcinea? ¿Se copiaron Shakespeare y Cervantes, o simplemente tomaron la misma bifurcación en el laberinto creativo? Además, si El Bardo se inspiró en un relato de Cinthio… ¿en quién se inspiró El Manco?
No importa, la inspiración está en la vida. El arte es vivir o soñar que vives, o, como pone Mazzitelli en boca de uno de sus personajes: “¿Acaso vas a escribir sobre la vida si no vives?”


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