Diario
de la travesía
El
álbum contiene algo más que un vagabundeo ingenioso por el enredo de la Inspiración,
reflexiona sobre constantes humanas, y es un relato de aventuras con monstruos,
princesas o piratas. Así mismo, como todo viaje, el recorrido por esta obra
conlleva un componente iniciático, al igual que Percival —su protagonista—
respirar el polvo de sus veredas nos llevará a paladear de manera diferente el
aire de la Realidad.
Mazzitelli se
nos confirma como un auténtico maestro de pista circense. Su guión hilvana con
el hilo de la narración sólida, elementos y personajes provenientes de otros
mundos, pero que adoptan nueva forma en el suyo siendo fieles a su origen.
El Quijote —presentado en la
segunda entrega de la obra— reniega de su código de caballería. Hastiado de ser
llamado loco por meramente ver la Realidad, decide integrarse en la cerrazón
del resto. Veremos a Sancho y a Rocinante figurar entre las
cosas que el hidalgo dejó
en el olvido, en una epatante viñeta dibujada por Alcatena. Finalmente, el manchego tras yacer con campesina carnosa,
volverá a enloquecer: volverá a ver la Realidad.
En
el relato El rostro del demonio, asistimos a una revisitación de Moby Dick y la leyenda de El holandés errante,
donde el descomunal cetáceo y los dos obsesivos justicieros / vengadores
mantienen una batalla eterna, infinita —al igual que el laberinto donde viven—
identificable, nuevamente, con el combate entre Cordura y Locura, o el ¿Bien?
—tradicionalmente asociado al color blanco de la ballena— y el ¿Mal? —confederado
a los capitanes obscuros—.
Quizás
el personaje más rico, por su condición enigmática, ambivalente y tramposa —cercano
a la figura de un creador respecto a su obra— sea el de Reynard, Rey de los Zorros, a quien le gusta juntarse con las personas. Esta
creación antropomórfica aparecía en numerosas fábulas medievales junto a un
poeta que narraba vivencias humanas transmutadas a animales.
Reynard no
sólo encarnaría al Artista, en su condición de conocedor de lo que espera más allá
de las puertas a cruzar, o por introducir en el transcurso de la narración
recursos inesperados. Si no que se muestra como gran conocedor de las variables
humanas a lo largo del viaje por un laberinto irreal, en el que al igual que en
la vida, siempre estamos en movimiento.
¿Quién
es más feliz, un espantapájaros —tranquilo, inmutable, estático— o un “Rufus
el osado” en perpetua lucha por la
felicidad?
Mazzitelli se despliega
muy crítico con nuestro comportamiento: matamos a lo que envidiamos; nuestra
cobardía nos impide desarrollar nuestros potenciales; el miedo, la policía o el
profesorado son fuerzas represoras, y a la vez títeres en manos del Sistema.
Puede
que el Hombre sea sólo un borracho que bebe de una botella vacía; un cobarde que
prefiere soñar con las cosas que nunca fueron, a afrontar su realidad.
Tal
vez yo confunda lo contado por el guionista, con lo imaginado por mí. Quizás,
tú lector, veas algo diferente a lo que he encontrado. Esa es la grandeza del
relato de Mazzitelli, una vez que te
adentras en él, tu viaje difiere del anterior.
Buenos días, compañero
ResponderEliminarDía de playa frustrado, bandera roja, un frío que pelaba, salvavidas gritando para que la gente saliese del agua...
El documental es genial por ese regalo de reconocimiento que te han hecho, es bonito que se acuerden de uno con esa muestra de afecto, qué bien!
No conozco ninguna de las revistas que comentas, sinceramente parecen ofrecer distintas interpretaciones, a gusto de quien la lee; porque si es una persona culta como tú, seguramente sacará provecho de sus neuronas instruídas para encontrar comparaciones, mitos y relaciones con filosofía, literatura, historia...
Otras personas las leerán superficialmente y las disfrutarán igual.
Esos títeres represores cargados de mediocridad, que en realidad sería la definición de MASA a la que hace referencia Ortega, son los culpables del mal funcionamiento de todo, saberse dueños de una plaza en propiedad les hace reyezuelos de quienes de ellos dependen, son basura, amigo.
Te dejo el cafelito con "pecado", jajajjaa!
Un abrazo bien gordo.
Muy buenas, Verónica:
EliminarJe je, me gustaría saber a qué llamáis en verano un día “frío que pelaba”. Aquí en Gijón si no aprovechas los días grises y te bañas con temperaturas del agua a 15 gradas, son contados los chapuzones que te puedes tomar. Eso sí, al ir con vuestros dos hijos, toda precaución de seguridad es poca. Yo, al menos, era una preocupación constante para mis padres: me ponía a hacer el tarzán y acababa muchas veces desorientado de las vueltas que me daban las olas (en el paseo marítimo había mástiles con banderas, pero yo las confundía) y atragantado de agua.
Sí, la verdad es que me lo pasé bien en Metrópoli. Obviamente, el regalo de Dani Castaño fue un detallazo. Pero disfruté saludando a gente que no veía desde hacía añísimos, charlando con conocidos que se interesaron por mis cosas y compartiendo el ambiente despreocupado que se respiraba.
Gracias por adjetivarme como “culto”, no sé si me habré sonrojado tras leerte. Es todo un detalle por tu parte que agradece mi vanidad.
Me gusta hablar con propiedad cuando explico y escribir los textos divulgativos con seriedad. El recorrido por la “Cultura General” es muy laberíntico y suelo quedarme a medio camino o perderme en sus pasillos: no sólo no sé hacer raíces cuadradas, si me preguntaras cuántos equipos de fútbol conforman la liga o la tabla periódica de los elementos, pensarías que soy un marciano ágrafo.
La facilidad con la que me despersonalizo en “masa” es una de las razones por las que suelo evitar participar en manifestaciones o concentraciones.
Me espera mi padre para comer. Luego saboreo ese café con delicias pecaminosas que me regalas.
Feliz tarde, Verónica.