Oeming realiza un dibujo dotado de gran veracidad
analítica –resultado de la reconocida privanza de Alex Toth en su trazo
y disposición– aderezado por la magia de sus composiciones, aparentemente
descuidadas, que combinan armónicamente lo mejor de los dos mundos entre los
que se mueve la trama de Powers: lo real de las relaciones humanas, y lo irreal
de tramas superheroicas. Realizando un dibujo que es captado por los ojos, y
disfrutado por el corazón.
La técnica que aplica a las perspectivas y a la
planificación se enmarca en el estilo narrativo clásico –plano / contraplano en
las conversaciones a dos, plano medio en aquellas entre varios interlocutores,
uso de escenas panorámicas para situarnos en los escenarios,...– claramente
influido por la cultura cinematográfica; de hecho sus bocetos son un perfecto
guión técnico para la anunciada adaptación fílmica de Powers, producida por
Columbia Pictures. En un mundo donde en cualquier momento se puede abrir una
puerta dimensional que de entrada súbita a un personaje, el artista procede a
reorganizar ese orbe real, ordenando el espacio libremente.
Uno de los rasgos más llamativos es que, pese a la
estricta ambientación urbana de la serie, los personajes actúan en espacios
abiertos, tanto cuando operan en callejones como cuando se desenvuelven entre
las paredes de la comisaría. A esta sensación de libertad, contribuye el trazo
limpio de Oeming y una aparente tendencia al minimalismo que no impide
que, prestando atención a los fondos podamos descubrir cuántas almas solitarias
se encuentran de insomnes tras las ventanas iluminadas que pueblan los obscuros
edificios.
Sus lápices lo relatan todo, sólo hay que querer
prestar atención. Destacan en ese aspecto sus trabajos para las portadas, en
las que capta el espíritu de cada episodio: como sus cubiertas para Groupies,
continuo guiño a revistas prestigiosas, trama que contiene el que considero su
mejor trabajo gráfico en la serie.
Desarrolla un cosmos de personajes que, en muchos
casos, parecen extraídos de la más reciente escuela de animación de la Warner
Bros. De hecho ha reconocido su inspiración para el Detective Walker en el
Bruce Wayne que su amigo Bruce W. Tinn desarrollo para la serie
televisiva Batman Adventures. Muchas veces sus creaciones presentan una
figuración deformada y una plasmación desenfadada, con claras desproporciones
entre la cabeza y el resto de s extremidades.
Al modificar el aspecto y medidas de estos
personajes –aumenta su tamaño para presentárnoslos más desvalidos– da cabida en
su trazo al reflejo de la psicología de sus creaciones: la ternura y soledad en
los inmensos ojos negros de Calista, mientras pregunta a todo aquél con el que
cruza qué significa clítoris; la sorpresa y confusión de Deena al,
involuntariamente, arrancarle el brazo a un sospechoso.
En otros pasajes, el dibujo es más narrativo que
descriptivo. Funcionando sus lápices a modo de cámara que ofrece en primicia
las imágenes de los trasuntos de nuestros detectives, antes de que cualquier
programa que se dedica a hurgar en la basura de la calle las adquiera en
exclusiva. En su trabajo cuenta con la ayuda de hábiles coloristas. La luz y su
incidencia en el cromatismo de la obra es un elemento tremendamente expresivo.
Son numerosas las secuencias sin luminaria o con una iluminación que no parte
de ningún foco, con lo que se crean atmósferas que reflejan la situación
interior de los personajes, y no la ambientación exterior de la escena.