A su demostrada pericia narrativa dentro del género
policiaco, se une una impresionante capacidad para plasmar emociones. Es más,
no es su talento para crear intrigas resueltas convincentemente o para moldear
el cruce entre la supuesta realidad del mundo policial con la irrealidad del
mundo superheroico lo que atrae en la obra –después de todo, ya en Image
encontramos series como Savage Dragon o Witchblade que combinan lo policiaco y
lo épico–.
Es su capacidad para reflejar emociones, sugerir pasiones y despertar
sensaciones lo que convierte la relectura de Powers en un auténtico festín para
nuestra imaginación. ¿Cuál fue el pasado de Walker como supertipo?. ¿Qué llevó
a la detective Pilgrim a solicitar su adscripción a la brigada especial?
¿Llegará a plasmarse carnalmente la atracción existente entre ellos?. Es este
carrusel de subtramas, querencias y soledades lo que hace interesante la
lectura continuada de una serie protagonizada por seres que caen y se levantan,
padecen soledad, encuentran difícil comunicarse –son numerosas las secuencias
en las que los personajes se pasan las viñetas hablando sin llegarse a decir
nada– y que desconfían y traicionan a los que aman.
Bendis ha sabido dotar a sus personajes de múltiples
lecturas, y al igual que ocurre con los actos cotidianos, sus acciones pueden
ser interpretadas de forma diferente. A esto contribuye el simbolismo de los
nombres de los personajes: parece claro que un agente llamado Cristiano y una
detective apellidada Peregrina están condenados a compartir vía crucis
emocional; el que alguien llamado Calista tenga poderes adivinatorios no
debería sorprender al conocedor de la narrativa clásica...
Eso sí, Brian presenta su discurso envuelto
en una apariencia atrayente, los que busquen raciones de violencia y sexo aquí
encontrarán sustento ocasional.
Powers es una serie que basa más su ángel en lo que
se sugiere que en lo que se dice. Su hechizo radica en que nos hace soñar, al
igual que esas damas que anhelamos que presidan nuestro devocionario pero
acaban poblando nuestro bestiario. Aunque a diferencia de aquellas, hasta el
momento, la serie no ha llenado nuestros órganos de arena. Como ejemplo de esa
capacidad ensoñadora de la serie vayamos a las últimas páginas del episodio 13,
donde tras leer una edición especial de Hola, centrada en el desaparecido
Olimpia, una mujer –que aparece rodeada de nostalgias del héroe– se vuela los
sesos.
Tal vez, el recuerdo de
promesas nunca hechas le hizo desear poder expresar palabras que arañaran las
vísceras de aquél que por corazón tenía un abismo de indiferencia;
desgraciadamente, la muerte del que había sido ponzoña para sus entrañas, la
llevó a conllevar su cruz, dado que nunca había podido compartir su cara. Y es
que ¿para qué valen las palabras cuando es tu amor el que molesta?
Acabé la
primera revisión de este artículo el 12-V-02. De cara a su publicación en este
blog, he optado por mantener su desarrollo.
Gracias por tu
tiempo de lectura.
Nino Ortea.
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Una serie desconocida para mí, nunca la había oído, Nino, veo que hace soñar, eso está bien en los tiempos en los que estamos necesitamos soñar un poco más.
ResponderEliminarUn beso.
Buenos días, María:
EliminarPor desgracia, la industria editorial española hace décadas que decidió dejar de hacer negocio con nuestro ocio lector. La cultura española se encuentra (casi) desaparecida de quioscos y librerías.
La teleserie que adapta "Powers" será emitida por "Movistar series", con lo que quizá encuentre pronto una cadena en abierto donde emitirse.
Un abrazo, María.
Es curioso como lo sombrío, como lo pesimista, también es parte de soñar. Y es algo que deseamos como ficción.
ResponderEliminarBHuenos días, Demiurgo:
EliminarSí, tienes toda la razón en tu observación. De hecho las distopías y ucronías componen un cuerpo literario mucho más sugerente que el de las utopías que fabulan un futuro nuevo y brillante.
Un abrazo, Demiurgo.