En
estos días de octubre me encuentro de nuevo en situación de desempleado, que no
de desocupado pues siempre tengo cosas que hacer y con las que entretenerme.
En
esta mañana de miércoles, en lugar de emprender una cíclica búsqueda de empleo,
me he preparado para salir a vacacionear por mi ciudad libro en mano, y lo hice
aprovechando la luz de un sol que no tardará en hibernar, ya que a las
estaciones de entretiempo les ocurre como a mí: ya no son lo que fueron.
Admito
que hoy he disfrutado con mi vivir a contracorriente de las prisas y desganas
que impregnan, en un miércoles laborable, a “los adaptados”. He pasado la
mañana callejeando y curioseando por las inmediaciones del parque gijonés de
Isabel la Católica, donde he tomado una serie de fotografías en las que,
básicamente, mi foco de intención estaba en sacar instantáneas de la antología
«Nada
ha sido probado» en lugares del parque asociados a mi memoria.
Entre
otros lugares, en el Monumento a Fleming
erigido en el parque. Gijón fue la primera ciudad en el mundo en erigir un
monumento al descubridor de la penicilina, lo que motivó que su viuda acudiera
a la ciudad en 1955 con motivo de la inauguración del espacio. Mi madre solía
llevarme a visitar el monumento, visita con la que buscaba rendirle homenaje a Alexander Fleming, quien para ella era
casi un santo: mi abuelo materno murió de neumonía, ella se alegraba de que
gracias a la penicilina muertes como la de su padre fueran evitables.
Mientras
tomaba varias fotos de mi libro junto al monumento, reparé en que un
desheredado me observaba. Al pasar junto a él me dijo “Buenos días”, yo no tenía pensado saludarlo al tomar camino en su
dirección, su educación me descolocó, pues demostró una humanidad que me es
ajena. Le correspondí a su saludo, lo que pareció sorprenderlo; luego de
haberle pedido permiso me senté en su banco.
El
sol de la mañana transmitía una sensación muy reconfortante allí, refugiados de
la brisa húmeda del noroeste. El hombre estaba muy aseado y lucía una barba tan
frondosa como cuidada. Tenía encendida una radio, que sintonizaba la misma
emisora que yo suelo escuchar: “Radio 5”, emisora especializada en transmitir información,
función que alterna con la emisión de espacios socio-culturales y píldoras
musicales.
Empezamos
a hablar, el señor estaba muy preocupado por la situación a la que puede llevar
a España el nacionalismo xenófobo catalán. Estuvimos un rato muy largo conversando,
hasta que me preguntó por qué le había estado sacando fotos al libro que tenía
en mis manos, le aclaré que lo acababa de publicar, ante lo que el señor me
comentó que a él le habría gustado escribir un libro, pero la vida no se lo
había permitido.
Tras
ello guardó silencio y yo permanecí un rato sentado junto él, al sol de la
mañana. Se disculpó y me dijo que tenía que irse. Como despedida le ofrecí el
ejemplar de mi libro, el cual el aceptó encantado.
Mientras
lo veía marchar no pude evitar pensar que él y yo éramos muy parecidos, aunque
yo he tenido la suerte de que la vida me ha permitido vivir sin apuros, y me
regala placeres como la compañía de aquél desconocido.
Esta
tarde me incorporo a un taller de creación literaria, tras mi aislamiento ha
llegado el momento en que vuelvo a necesitar conocer a nuevas personas. Confío
en encajar en el grupo.
que buen momento... seguro que lo vas a recordar... buen gesto el de los dos además....
ResponderEliminary me gusta tu orgullo por tu libro... disfrutalo!!!!
Hola, JLO:
EliminarSí, la verdad es que ha sido una experiencia que confío en no olvidar. Me pasé esta mañana por el parque a ver si veía al señor, le llevaba un paquete de pilas y un trozo de bizcocho que acababa de hornear, pero no lo encontré. Me senté a beber café del termo y acabé devorando el bizcocho (¿y si estoy equivocado y soy un buen repostero?)
Libros me gustan muchos, admirar admiro bastantes… pero orgulloso sólo estoy de los que escribe mi heterónimo Nino Ortea.
Un abrazo, JLO.
Bonita experiencia, y esa foto me ha recordado las fotos que JLO toma de su linterna verde.
EliminarAbrazo a ambos!
EliminarHola, Frodo:
Sí, la experiencia ha sido alentadora.
¿Comparas mi antología de sueños con un muñeco de plástico? En estos momentos acabo de contactar con los Siniestro Corps para que te hagan una visita aleccionadora (luego irán a por JLO en cuanto se aleje de ese muñeco que lo protege)
¡Viva El Mal! ¡Viva El Capital!
La vida nos sorprende con encuentros así... y bonitos además, amigo Nino. Gijón, es una ciudad preciosa que he tenido el gusto de conocer.
ResponderEliminarTe felicito por tu nueva incorporación y por supuesto que encajarás de maravilla.
Mil besitos para tu tarde.
Buenas tardes, Auroratris:
EliminarSoy dado a experimentar encuentros forasteros (algunas de las conversaciones que mejor recuerdo las he mantenido con desconocidos a los que nunca he vuelto a ver) y desencuentros cercanos (no prolongo relaciones cuando me aburren o incomodan)
Me alegra saber que te ha gustado Gijón. Si vuelves, aquí estaré (apenas salgo de mi ciudad)
Ojalá tengas razón y la incorporación sea fructífera. Ayer tuvo sus luces y sombras: creo que hay bastante libertad creativa/ me volví a sentir condicionado como diferente (quizá esa sensación fue fallida, de repetirse me iré inmediatamente) . Mi reto está en esperar a fin de año y decidir entonces si sigo o no.
Un abrazo, Auroratris,
Me ha parecido una historia muy tierna. cuando vuelva a Gijón, visitaré ese lugar. ¡Y llevaré tu libro!
ResponderEliminarBesos, Nino.
Buenas tardes, Ángela:
EliminarConfío en vernos de nuevo para entonces.
Un abrazo, Ángela.
Situaciones que atrapan. Esas que fuera de la rutina nos alcanzan como una fugaz bala que deja poso de emoción y búsqueda. Queda en ti... y tus letras viajan con él.
ResponderEliminarMi abrazo y admiración Siempre
Mi querida AtHeNeA:
EliminarGracias por encontrar un hueco para acercarte a saludarme. Confío en que estés bien.
Aunque te pueda sorprender, me conviene desarrollar ciertas rutinas: de ahí que me fuerce a realizar ciertos actos en sociedad, o que me imponga horarios (creo que es evidente el que me limito a acceder a Internet en ciertos momentos del día) Las rutinas me ayudan a sentirme integrado y a que no me disperse en mis ensoñaciones.
El encuentro con este señor (esta mañana he vuelto a ir al parque y no lo vi) fue muy enriquecedor.
Un fuerte abrazo, compañera AtHeNeA.