El regreso de Windsor-Smith a la historieta, se lo plantea el director de cine Oliver Stone, al encargarle unas tiras gráficas sobre el bárbaro “Mandro” para la película «La mano» (1981), en la que Michael Caine interpreta a un dibujante de cómics. Retorna a Marvel en 1984, con números para “El hombre máquina”, “Iron-man”, “La Patrulla X” o la serie limitada de “Lobezno” «Arma X». En esta época Smith ilustra sus propios guiones, resultando de la mezcla entre lo detallado del dibujo y lo preciso del escrito algunos de los mejores cómics de la década en Marvel.
En los 90, escribe, dibuja,
entinta y colorea trabajos para Valiant (“X-O Manowar”, “Unity”,...), Malibú (“Rune”),
Marvel (crossovers de “Rune” con “Estela Plateada” y “Conan”) o Image (“WildStorm
Rising”).
¿Quién mató al narrador?
En octubre de 1996 de la mano
de Dark Horse sale a la luz el que ha sido su proyecto más ambicioso: «Barry
Windsor-Smith Storyteller» (comercializado, con ciertas limitaciones,
en España como «Jóvenes dioses y amigos».
Nos encontrábamos ante una
serie, con la que buscaba realizar el cómic que despertase el interés de una
industria sumida en la redoma eterna de recontarnos la misma historia; y el de
un público hastiado de ese pertinaz más de lo mismo.
Bastó con observar el
impresionante nº 1 para ver confirmados todos nuestros sueños. Windsor-Smith firmaba un dibujo
afanado, cuya belleza intemporal y acertada narrativa atraían hacia su lectura
al más reacio de sus detractores. En cuanto al guión, se presentaban tres
historias narradas con desigual pulso por un BWS que mostraba su intención de mezclar lo heroico con lo mundano,
lo dramático con lo cómico.
Sin embargo algo transformó a
este sueño en una pesadilla. La cadencia mensual de la revista se vio alterada
en el nº 7, retrasado en un mes. En el nº 9 se nos anunciaba el cierre de la
colección al llegar al nº 12, cuando en realidad la novena entrega fue la
última publicada.
Windsor-Smith
califica a Richardson de inútil
incapaz de aportar ninguna idea ni solución ante los problemas que surgían.
Limitándose a enviarle mensualmente la escuálida lista de presolicitaciones de
ejemplares. El creador se sientr traicionado ante la letanía de promesas
convertida en mentiras. Culpa a Richardson
de la depresión que sufrió tras el cierre de la colección y de la irremediable
desconfianza que ha desarrollado hacia sus editores.
A Dark Horse los considera
tan impresentables como sus adaptaciones basura de éxitos cinematográficos.
Cree que el trato y la publicidad de su producto no fue la adecuada, llegando a
tener que ocuparse personalmente de ella desde su estudio en Inglaterra.
Richardson
asegura que BWS cambiaba constantemente
de opinión respecto a sus necesidades para la obra, a la vez que el tamaño del
álbum dificultaba su distribución, y venta. El que Windsor-Smith concibiera sus tres historias como series río de
desarrollo irregular, impedía sacar un tomo recopilatorio. Dark Horse perdió
dinero en una aventura que cuidó con el máximo esmero, mientras que el arte del
que se siente tan orgulloso Barry
Windsor-Smith, no atrajo al número de lectores que se esperaba, aunque se
le concedió la máxima libertad creativa. Se llegó a acceder a que su nombre
formara parte del título de la publicación, mientras que el logo editorial no
aparecía en la portada.
El caso es que en su nº 9, el
narrador enmudeció. La defunción de la serie, que BWS se comprometió a continuar en cuanto recuperase fuerza anímica,
fue consecuencia de la triste situación del mercado del cómic. Es
decepcionante el que un producto con un trabajo tan afinado y un acabado tan
esquisto, no llegase a vender la reducida cantidad de 50.000 ejemplares en
todo el mundo.