Hoy domingo el día ha amanecido frío y ventoso. Tú aún duermes, Frambuesa, así que nadie me hace sentir que es primavera.
Quizá la primavera se ha
pasado de moda, como las americanas con hombreras o las inglesas sin tatuajes.
Quizá la primavera se ha
pasado de largo; por lo que no debemos quedarnos cortos al venir a buscarla,
fuera de los escaparates y dentro de nuestros corazones.
Quizá la primavera se sintió
timada como una “prima” a nuestra vera, al sufrir que la usábamos para vestir a
la moda y que no la aprovechábamos para sentirnos cómodos en nuestra piel.
Junto a ti he comprendido que
cuando el desánimo deja de invernar en nuestro ánimo, Frambuesa, llega la primavera.
El deshielo comienza si permitimos que nuestro sentir se temple con esperanza,
si dejamos que brote el fruto del afecto sobre una cotidianidad escarchada por
la desconfianza. Tal y como canta Prince, a veces nieva en abril, aun así es primavera. A
veces la vida no nos da lo que esperamos, aun así es vida.
Yo, que soy otoño, me siento
primavera al pensar en ti.
Afuera llueve y sopla el
viento, en mí no hay lágrimas y el aire templa mis pulmones.
Allí, puede que aun anide el
invierno; pero aquí es primavera: está dormida a tu lado. Tú encarnas el entretiempo
que disfruta mi ánimo. Tú, Frambuesa, me ayudas a encontrar la razón para
las nieves de abril.
En memoria de Prince Rogers Nelson, fallecido hoy hace 8 años a causa de
una sobredosis de fentanilo.
Un texto muy primaveral donde cambias de ánimo como la primavera cambia de tiempo. Un beso.
ResponderEliminarHola, Ángela:
EliminarImagino que, al igual que la primavera, la escritura resalta los entretiempos y suaviza los contratiempos.
Un abrazo, Ángela.
Hace 8 años ya había problemas con el fentanilo? Que horror!
ResponderEliminarHola, anónimo.
EliminarEl problema con los efectos dañinos de los medicamentos y el de la adicción a su consumo siempre han estado ahí (se me han prescrito tratamientos ahora ilegales). Respecto al fentanilo, hay una novela de la serie “Harry Bosch” –Two Kinds of Truth (Las dos caras de la verdad) – publicada en 2017 que refleja la adicción a opiáceos de farmacia.
Gracias por tu comentario.
Aunque nieve es primavera. Me lo apunto. Un beso
ResponderEliminarHola, Susana:
EliminarSoy el primero que reniega de la existencia de lo que me descoloca y no reparo en que la realidad es ajena a mi capricho: lo bueno de la primavera y de las personas es que no siempre se presenten cuando y como se los espera.
Un abrazo, Susana.
Cuántos grandes se perdieron por buscar sensaciones a través de las drogas...morir en primavera debería estar prohibido. ¿Veremos nevar en mayo?
ResponderEliminarAbrazos, Nino, y buena semana entrante.
Hola, Miguel:
EliminarAún hoy en día, el consumo de drogas (legales o patibularias) cuenta con un grado alto de permisividad social e incluso despierta cierta fascinación: ahí tenemos la normalidad con la que cualquiera te recomienda u ofrece un analgésico o la incitación social a abusar del alcohol en ciertas ocasiones.
He vivido deprisa. Primero por voluntad, luego por inercia. Sufro deterioros en varios órganos a causa de mis ganas de velocidad. Mi vejez, mi invierno, se presenta crudo cual tragedia shakesperiana.
En el caso de Prince, entiendo que su abuso de analgésicos opiáceos fue un acto consciente. Imagino que para él, como nos ocurre a muchos adictos, la vida iba muy lenta hasta que se le empezó a escapar de las manos.
Preparémonos para lo imprevisible, Miguel: aquí, al norte del Norte, ver nevar en mayo sería una sorpresa, no un imposible.
Un abrazo.
Nino, buen homenaje a Prince...Precisamente la primavera reune en sí todas las estaciones, por eso es tan cambiante, tan sorprendente y especial. El ánimo y el desánimo juegan al corro mientras ven llover y nevar y calentarse al sol...A veces se viste de inocencia o desviste su experiencia dejándonos la sabiduría de la flor...Todo es posible en primavera, amigo...Lo sabes, por eso no nos queda más remedio que renovarnos, aunque sintamos dentro el otoño.
ResponderEliminarMi abrazo entrañable y mi ánimo siempre, Nino.
Hola, Mª Jesús:
EliminarGracias por tu comentario tan lírico.
Prince es el único personaje público del que he sido seguidor acérrimo. Solía publicar sus álbumes en primavera, por lo que está estación que acertadamente adjetivas de “cambiante, sorprendente y especial” es para mí muy “principesca” (a lo que se une su muerte en este mes).
Durante muchos años, creo que hasta que cumplí los 47, fui un hombre para todas las estaciones. Pero desde entonces me he convertido en un pupas y la meteorología ha empezado a condicionarme. ¿Qué decirte del efecto que tiene en mí la inestabilidad tan propia de esta época?
Me parece muy bella la manera que estableces un corro entre tus palabras y su alegoría.
Y sí, vivimos en una paradoja en la que la renovación equivale a mejora.
Un abrazo cálido, Mª Jesús.
Tienes razón aunque las cosas no sean como esperamos. Uno debe seguir viviendo y tratar de arreglárselas y ver lado bueno. Te mando un beso.
ResponderEliminarHola, Citu:
EliminarA (casi) todos nos gusta que las cosas sean como esperamos, de ahí que vivamos en un laberinto con muros de rutina. Fuera puede brillar el sol o caer la nieve, pero nuestros muros nos aíslan de las inclemencias del tiempo. Un día, los muros empiezan a agrietarse, se filtra el agua y no vemos en ella un principio de vida, sino una amenaza de muerte.
Soy un minotauro cuyo laberinto ha empezado a anegarse.
Un abrazo, Citu.
La primavera me da bajón físico y anímico. Aún me río con lo de las americanas y las inglesas. Besos 😘😘
ResponderEliminarHola, Maite:
EliminarMuchas personas acusan el cambio de estación, confío en que no tarde en llegarte la mejoría.
Un abrazo.
Es primavera y es meteorológicamente el tiempo pero está resultando de un entretenido que es de agradecer, constipados aparte,. Está todo salvaje cuando sales a pasear y las flores ya son más altas que yo mismo. Y ahí afuera es primavera y a días aquí adentro más parece otoño o invierno. Pero a mi me gustan todas las estaciones. Todas tienen su encanto.
ResponderEliminarSalud.
Hola, Erik:
EliminarLas fotos y textos que compartes en tu blog son reflejo fiel de tu conexión con la naturaleza, tu capacidad para captar su belleza o reproducirla. Yo la admiro desde lejos. He perdido la capacidad para sentirme parte de ella, salvo cuando otras personas me la acercáis.
Gracias por tu cercanía, Erik.
ResponderEliminarMmm ¡ vaaaya cosa más bonita le has escrito a FRAMBUESA! sea quien sea, porque todo el mundo se refiere al innombrable y gran PRINCE, pero en realidad estas preciosas letras tuyas, a quien de verdad hacen un homenaje es a ella, que hace que tu otoño florezca, te saca de la invernación y aunque el día no parezca nada primaveral lo vuelve así en tu ánimo. Hay personas que tienen esa cualidad, como que todo se llena de flores y vida a su paso. Me alegro muchísimo que tengas a alguien así en tu vida, por otra parte te diré, que las hombreras vuelven a estar de moda jajaja los tatuajes, nunca han dejado de estarlo ; ) y la pérdida de PRINCE, una gran pérdida, como la de tantos y tantos artistas por sus desenfrenos, fruto como dirías tú, de su desenfrenada vida ; )
¡¡ Que nieve en abril y florezca diciembre!! : ) Un abrazo grande, cuajado de flores y pájaros, para que compense lo poco primaveral que parece está la maravillosa Asturias.
Gracias por este ratito y DEP Prince!!
Hola, primaveral MARÍA:
EliminarAquí en mis escritos, Frambuesa es una musa, una impresión, una evocación… Allí en lo descrito, Frambuesa es el color y calor que hacen del invierno primavera.
Como le ocurre a casi todos los genios, Prince es nombrado por los ajenos a su ingenio. Hoy mismo comentaba con una amiga lo paradójico de un Franz Kafka tan citado como desleído. Si todos los que elogian a Prince o a Kafka hubieran al menos leído/escuchado una de sus obras, nuestras sociedades serían menos kafkianas y la lluvia nos teñiría de púrpura. Pero en esta sociedad que finge vivir en una primavera eterna en la que sobran lo viejo y lo discordante, hablar del invierno, de la senectud o de lo marginado conlleva pedir que te envíen al infierno.
A diferencia de la fragancia de Frambuesa, expelo recelo. A diferencia del gran ingenio de Prince, poseo mal genio. Al igual que Kafka, afronto procesos por afrentar a la realidad con mi deseo. Me embriaga la fragancia de la vida. Admiro el ingenio vital. Asumo los procesos vitales. Sin ser primavera, soy entretiempo. Mi tiempo aún no ha llegado.
El que si ha llegado es el temporal de frío y lluvia. Ha venido del este, así que temo que habrá alcanzado tu tierra mientras te escribo.
Un abrazo, MARÍA.
¡Hola, Nino! En esta época de datos, algoritmos, IA y no sé cuántas tonterías más parece que el ser humano se considera capaz de controlar y planificar la vida y hasta el mundo, como si esta fuera algo manso y sumiso. No, la vida es puro azar, cada mañana se abren ante nosotros un infinito de posibilidades impredecibles, como que nieve en primavera. Así quedarse junto a Frambuesa en esa cama me parece una excelente elección. Disfrutar el momento y lo que nos ofrezca en cada instante, no hay otra. Un abrazo!
ResponderEliminarHola, David:
EliminarSí, vivimos tiempos inciertos: como siempre lo han sido todos para casi todos los nuestroa.
Lo preocupante es que, en gran parte, las incertidumbres actuales vienen causadas por supuestos avances científicos y por teóricas ideologías progresistas. Las guerras expansionistas, el abuso del débil o la persecución al diferente siguen ahí, ajenos a avances y progresos. Como también pervive nuestra falsa solidaridad (antes llamada “piedad cristiana”, ahora invocada como “empatía ciudadana”) hacia abusados o diferentes. A las puertas de Mayo, hoy nevará en Asturias. En este 2024 se luchan guerras pretéritas.
La rutina nos fuerza a guiarnos por el calendario, aunque funcione como un bestiario en el que los lunes son el mayor espantajo.
Por suerte, puedo vivir en una rutina novedosa, tanto en lo personal como en lo creativo. Hace tiempo que mis lunes se asemejan a los sábados y que la primavera anímica atenúa el invierno físico.
Gracias por traer vientos del sur en cada una de tus palabras, David.